Economía

La revolución del propósito

Los beneficios están dejado de ser el principal motor corporativo: los consumidores valoran más que nunca la capacidad de impacto social o medioambiental de una compañía.

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05
junio
2023

El 29 de mayo, un día después de las elecciones municipales en toda España, la empresa Cerealto Siro Foods, antiguo Grupo SIRO y antes Galletas SIRO, fundada en 1920 por Siro Fernández, anunciaba el cierre de su fábrica de Venta de Baños (Palencia).

La noticia pilló por sorpresa a todo el mundo. No sabían nada los trabajadores, los proveedores, los clientes o los consumidores. Tampoco lo sabían los vecinos de Venta de Baños, un municipio de poco más de 6.000 habitantes cuyo principal empleador durante décadas ha sido Cerealto, de quien dependían los ingresos de cientos de familias.

Los participantes del primer episodio del podcast El Futuro Es Ser B, moderado por Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres, hacen una interesante reflexión que nos puede servir para entender por qué aún vemos anuncios «sorpresa» de cierres de empresas en los que se demuestra que, en muchas ocasiones, las personas poco importan.

Pablo Sánchez, director ejecutivo de B Lab Spain, la red que agrupa a las empresas B Corp en nuestro país, aporta el concepto de revolución empresarial (o del propósito). Se trata de una revolución que busca cambiar el objetivo que culturalmente hemos dado a las empresas –la mera maximización de los beneficios económicos– por un objetivo social o medioambiental; es decir, por un propósito, por un aporte positivo a las personas y al planeta. Es importante recordar que las empresas son un mero invento de los humanos: las escrituras de una compañía no son más que un papel en el que se recoge un acuerdo entre personas para ofrecer productos y servicios a la sociedad.

Según un estudio de la OCU y el Foro NESI, el 73% de los consumidores intentan decidir su compra en base a motivos éticos y de sostenibilidad

A veces pareciera que las empresas son más importantes que las personas y que tanto estas como la naturaleza son meros recursos al servicio de las empresas (de ahí los desacertados términos «recursos humanos» y «recursos naturales»). La realidad, sin embargo, es que la razón de existir de las empresas es aportar valor a las personas y al medio ambiente (o, al menos, no destruir valor). Las empresas son mucho más que ese papel ya mencionado: son, y se deben, a todas las personas vinculadas a su existencia, como los famosos grupos de interés –personas trabajadoras, accionistas, inversores, proveedores, clientes, consumidores finales, vecinos, etcétera–, si bien también se deben a las futuras generaciones que pudieran verse afectadas por su actividad. De ahí, por tanto, la importancia de su impacto con la naturaleza.

Para que esa revolución del propósito sea realidad, es necesario redefinir el contrato social, la relación entre empresa y sociedad, algo que recuerda la economista Conchita Galdón, que invita a repensar el concepto de valor. Porque si una empresa no aporta –o incluso resta– valor social y/o medioambiental, ¿para qué la necesitamos?

Hoy, más que nunca, tenemos la oportunidad de hacer realidad esa revolución del propósito empresarial. Hoy, más que nunca, las personas están concienciadas con los grandes problemas globales que sufren a nivel local, como el cambio climático, la pobreza o las muchas desigualdades sociales y económicas. Tal como destaca Inés Echevarría, desde el punto de vista de la ciudadanía, las personas tienen un gran poder sobre las empresas al hacer uso de su decisión de compra. Ya en el estudio elaborado por la OCU y el Foro NESI, se evidencia que el 73% de los consumidores intentan decidir su compra en base a motivos éticos y de sostenibilidad, por lo que aquellas empresas que no midan y gestionen sus impactos irán perdiendo cuota de mercado.

Si nutrimos y fortalecemos esa conexión y ese diálogo entre empresas y personas, confío en que muy pronto dejaremos de ver noticias «sorpresa» como el cierre de una fábrica de la que dependen la vida de la mayoría de las familias de una pequeña localidad como Venta de Baños. Confío en que, si es necesario llegar a un cierre, mucho antes todos los grupos de interés habrán dialogado y luchado por buscar soluciones conjuntas o alternativas que minimicen el daño causado. Esa será una victoria más de la revolución del propósito que ya está en marcha.


Diego Isabel La Moneda es co-fundador y director de Nesi Forum.

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