Opinión

La era de la incertidumbre artificial

El ‘boom’ de la inteligencia artificial está cambiando muchas cosas, entre ellas el mercado de mercado laboral. Si hace unos años se apuntaba que sustituiría aquellos trabajos repetitivos y automáticos, ahora podría hacerlo con otros más complejos y que parecían a salvo del impacto de esta revolución.

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14
junio
2023
Un hombre y un robot pintando un lienzo. Imagen elaborada por DALL · E.

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La nueva fase de la inteligencia artificial (IA), la generativa, ha hecho saltar todas las alarmas por la extensión y profundidad de su impacto. Esta nueva tecnología permite la producción rápida de diversos tipos de contenidos que incluyen texto, imágenes, audio o datos sintéticos, y además lo hace a un coste asequible. Si hasta ahora habíamos confiado en que las máquinas solo se ocuparían de los trabajos repetitivos y tediosos, los últimos avances hacen que entremos en una fase de incertidumbre a este respecto. Lo que parece confirmado es que la revolución generativa va a transformar nuestro panorama económico y social y esta vez lo hará sobre la parte de arriba.

La veracidad de los contenidos que generan estos modelos sigue siendo un reto, pero –una vez que se resuelva ese escollo– todo apunta a que tendrá el potencial de modificar significativamente algunas de las estructuras donde se concentra el poder, especialmente el que está relacionado con el conocimiento. Pensémoslo así: al facilitar el acceso a información personalizada, antes costosa y difícil de obtener –por ejemplo, una asesoría jurídica–, podría llegar a trastocar profesiones enteras, sobre todo en los mercados laborales altamente cualificados y, por tanto, bien remunerados: «los de arriba».

Por si alguien no se hubiera dado cuenta, estamos ante un nuevo periodo de la humanidad catalizado por la aceleración de las tecnologías de vanguardia y, en concreto, por la inteligencia artificial. A diferencia de las revoluciones anteriores, donde los cambios han sido bastante lineales y lentos en su adopción, esta generación de tecnología está arrasando con cualquier previsión. ChatGPT, posiblemente el chatbot más inteligente, divertido y parecido a un ser humano que conocemos, alcanzó un millón de usuarios en su primera semana.

Nadie sabe dónde están los límites de la IA, pero esta promete un cambio en las estructuras de poder tal y como las conocemos

No se recuerda nada parecido en la historia de internet. Ha pulverizado los récords de TikTok, que con cien millones de usuarios en nueve meses ostentaba el podio. Este chat, que genera texto como por arte de magia, ha conseguido el mismo público que la-red-de-los-vídeos-cortos en tan solo sesenta días. Decenas de empresas ya construyen sobre su tecnología nuevas aplicaciones por un módico precio. Sin embargo, más allá de cuántas personas lo utilizan, lo verdaderamente relevante es su impacto social. Una cuestión difícil de cuantificar en plena fase de descubrimiento, lo cual es extremadamente emocionante.

La IA está creciendo a un ritmo exponencial en términos de tamaño y capacidades asociadas. Nadie sabe dónde están los límites, pero promete un cambio en las estructuras de poder tal y como las conocemos. Por un lado, concentra en unas pocas manos la propiedad. Unas pocas empresas parecen tener la capacidad de apostar millones en cada experimento y, por tanto, mantienen el control del resultado. Al mismo tiempo se distribuye poder porque posibilita a cualquiera con acceso a ella beneficiarse de su potencial. Esta revolución generativa agita las estructuras económicas porque apunta directamente a las profesiones que se habían desentendido de esta revolución industrial desde su atalaya. Hace un par de años, si alguien preguntaba por el impacto de la inteligencia artificial en el trabajo, se afirmaba con contundencia que jamás llegaría a ninguna profesión que requiriese habilidades creativas. Era ridículo si quiera pensarlo. La evidencia reciente parece decir lo contrario. Y desde luego la tendencia disruptiva no hace más que acelerar. El año 2022 estuvo repleto de avances: desde el lanzamiento de generadores de imágenes y de texto, hasta Cicero, un agente capaz de estar al nivel de los humanos en un juego complejo estratégicamente como Diplomacy.

Nos encontramos en la cúspide de una nueva era y el presente del trabajo es aún más incierto con los recientes desarrollos tecnológicos. En la era exponencial se puede abordar el cambio con un enfoque lineal porque el ritmo es cada vez más rápido. Teniendo la importancia que tiene para nuestras sociedades el mercado laboral, se hace imperativo revisar las premisas sobre las que se han creado las teorías sobre su futuro. Puede que por fin estemos ante la revolución productiva que venimos necesitando.

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