Cultura

Kim Gordon, la artista del ‘ruido’

La norteamericana, una de las cantantes y líderes de Sonic Youth, cultivó desde el arte plástico y la moda no convencional hasta la música ‘grunge’, llegando a convertirse en uno de los iconos juveniles y femeninos del momento.

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Cristina Bustamante Runde
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19
mayo
2023

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Cristina Bustamante Runde

La estrella del rock, artista plástica, diseñadora de moda y escritora –así como uno de los iconos femeninos que transformaron la historia de la música– acaba de cumplir 70 años. Se trata de Kim Gordon, una de las cantantes de Sonic Youth.

Una mujer que, al igual que otros referentes femeninos de la música, supo encontrar su lugar en un mundo masculinizado (y, en ocasiones, sexista). Así lo denunció en su libro de memorias: «Las cantantes que se obstinan en llevar las cosas al límite no suelen durar demasiado tiempo. Son ráfagas, relámpagos: Janis Joplin, Billie Holliday…». Aunque se contradijo ella misma, si atendemos a su caso: fue un relámpago que duró casi 30 años, y los motivos del fin fueron otros. 

¿Solo ruido?

Gordon comenzó su carrera musical al bajo, acompañada del que sería su marido, Thurston Moore, y de otro integrante, Lee Ranaldo. Estaban ocultos tras el nombre de Male Bonding, aunque el conjunto luego pasarían a llamarse Sonic Youth. El resto, como suele decirse, es historia: se convirtieron en la banda de rock experimental más innovadora e influyente de la escena musical independiente norteamericana hasta el abandono de Kim en 2011 a causa de la separación de su pareja, que le había sido infiel.

Sonic Youth se convirtió en la banda de rock experimental más influyente de la escena ‘indie’ norteamericana hasta el abandono de Gordon en 2011

Durante 30 años, Kim Gordon formó parte de un movimiento post-punk llamado noise (ruido) que no tenía ningún miedo a innovar, llegando a mezclar sus sonidos con poesía beat y otras influencias artísticas (y cuya fama no dudó en usar para dar a conocer otras bandas norteamericanas independientes como Nirvana).

En esa valentía musical, curiosamente, influyó su padre. Así lo refleja en el libro Girl in a band, donde relata cómo su padre, profesor de sociología, trabó amistad con sus alumnos hipster y beatnik, que lo iniciaron en el jazz. Esto fue esencial para ella: hizo que se familiarizara con la música abstracta, un estilo que le apasionaría para siempre. De su madre, por otro lado, heredó el sentido creativo de la «moda no convencional», llegando a pasar horas viendo fotos y portadas de discos de sus referentes: Marianne Faithfull, Anita Pallenberg, Peggy Lipton, Joni Mitchell o Françoise Hardy, que más tarde inspiraron su línea de ropa X-Girl, orientada a lo vintage y preppy en oposición a la tendencia grunge y descuidada predominante en el apogeo de su carrera.

La relación de Kim con el mundo de la moda ha sido crucial en su reivindicación por romper los estereotipos femeninos de la industria. Siempre se negó a convertirse en un producto comercial, cuestionándose cómo se supone que debe vestir una chica atractiva sin dejar de ser fiel a sí misma. Cuando en 1993 lanza X-Girl, sería la actriz Chloë Sevigny quien se encargaría de poner imagen a la marca. No solo eso: los directores Sofía Coppola y Spike Jonze, reverenciadas figuras del indie norteamericano, produjeron el primer desfile de la marca.

Desde muy joven, Gordon se interesó también por el arte moderno y la danza experimental. Como ella misma decía, ya desde los cinco años –cuando jugueteaba con objetos de arcilla– sabía que quería ser artista. Las piezas de danza moderna que interpretaba en su instituto y la música de Frank Zappa fueron los artífices del interés de Kim por el arte visual, labor que sigue actualmente y muestra en museos y galerías alrededor del mundo.

Fue precisamente en una de las performances en las que participó donde conoció a un joven guitarrista, Thurston Moore, que marcó la vida de Kim, como ella misma relata en su libro: «Estábamos hablando de esto y aquello cuando clavó la mirada en la guitarra Drifter que estaba reclinada contra la pared. De alguna manera, aquello determinó nuestro destino».

Su espíritu reivindicativo la ha erigido como uno de los iconos feministas de la escena musical. Así, compuso canciones que trataban la anorexia, como Tunic (Song for Karen) –donde dice I feel like I’m dissapearing–, con la que Kim quiso hacer tributo a la vocalista Karen Carpenter, o contra el acoso sexual en el trabajo, como fue el caso de la canción Swimsuit Issue.

Un personaje sin pelos en la lengua que en su libro declara su admiración por Madonna como icono sexual, que despelleja a Lana del Rey por venderse con una imagen de chica autodestructiva o a Courtney Love, a quien tacha de narcisista y manipuladora para defender a su amigo Kurt Cobain.

En 2019, tras su separación, Gordon terminó su primer disco como solista, No Home Record, que incluye la canción AirBnB, donde muestra su crítica al tecnocapitalismo y su rechazo por este tipo de plataformas tecnológicas. Más allá de ser un icono femenino del rock, lo cierto es que, ante todo, ha logrado diferenciarse como artista por otros aspectos: por humana y valiente. 

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