Cultura

«Los psicólogos tendrían menos trabajo si ejercitáramos más la creatividad»

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25
abril
2023

Todos somos creativos; incluso los animales y las plantas buscan soluciones creativas para resolver problemas y sobrevivir. El ser humano es creativo por naturaleza. Por ende, todos podemos entrenar y fortalecer nuestra creatividad, independientemente del ámbito en el que nos desempeñemos. Ese es el planteamiento base del libro ‘Dibujo, luego pienso’ (Lumen) del ilustrador Javier Royo, alias Javirroyo, ganador del Premio Gràffica, creador de la revista semanal de humor gráfico El Estafador y embajador de Positively Men de la Unesco. Conversamos con él sobre el proceso creativo, la importancia de la procrastinación, el humor, la página en blanco y la creatividad humana ante el avance de la inteligencia artificial.


Dibujo, luego pienso está planteado como un «gimnasio de ideas» en el que los lectores encuentran retos que les ayudan a desarrollar su creatividad. En el libro citas una frase de Santiago Ramón y Cajal: «Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro». ¿Cualquiera puede usar el dibujo para esculpir su mente así como esculpe sus músculos?

El cerebro es un órgano plástico, se puede entrenar. El cerebro maneja la mano, pero lo que tú estás dibujando a la vez está cambiando el cerebro. Es como el dibujo de la portada. En un experimento que les hicieron a los taxistas de Londres descubrieron que tenían el hipocampo –que controla la memoria espacial– mucho más grande que el resto de los humanos. Yo mismo cuando he vuelto de un verano que he decidido no hacer nada he dicho «hostia, me está costando mucho». Porque es como con los músculos: cuando un atleta va a arrancar la temporada debe empezar poco a poco, con un periodo de adaptación porque sus músculos no están igual. A quienes trabajamos con temas de creatividad nos pasa igual, porque tenemos que aportar ideas, trabajar con la cabeza. Y se puede cambiar el concepto de dibujo por escribir, por hacer pan, fotografía, pintar; funciona igual con cualquier actividad donde inviertas algo de creatividad.

«Cuando dibujas te estás haciendo preguntas a ti mismo, estás sacando cosas de dentro»

Dices que el dibujo puede estimular la desinhibición creativa para personas que no necesariamente se dedican al arte o a las humanidades. ¿Cómo repercute dibujar en un contable, o en una abogada, por ejemplo?

Yo creo que los psicólogos tendrían menos trabajo si ejercitáramos más la creatividad. Porque cuando dibujas te estás haciendo preguntas a ti mismo, estás sacando cosas de dentro. Hay que imaginar el dibujo como un vehículo que agarras desde tu interior y empiezas a conducir hasta que sale formalizado en un papel. Se tiene la idea de que el dibujo debe ser como hecho por Leonardo Da Vinci, cuando dibujar tiene más que ver con el hecho de comunicar. Es un sistema de comunicación comprensible para el resto de los humanos, con una capacidad empática mucho mayor, y además puedes comunicar las ideas de una forma diferente. El dibujo te ayuda a sacar las cosas que tienes dentro, verlas desde una perspectiva externa, comunicarlas a otra persona. A una maestra le puede ayudar a dar clase, a alguien en un equipo de marketing a explicar su idea y formalizarla y exponerla para que así pueda ser atacada y también mejorada.

Precisamente, defines el proceso creativo en dos instancias: recibir energía y descargarla. Recibimos energía cuando procrastinamos y descargamos cuando dibujamos y compartimos. ¿Es fundamental la puesta en común o podría ser suficiente el dibujo como ejercicio introspectivo?

Dibujar para ti mismo te puede venir bien, para solucionar un problema: es como tener un pensamiento íntimo, lo que haces es organizar tu idea y visualizarla en papel. Cuando intentamos poner sobre un papel los problemas que tenemos, la perspectiva que tenemos sobre ellos es diferente. Pero la parte de compartir de la que hablo en el libro es que somos seres sociales y en el trabajo del ilustrador es fundamental compartir porque si no no existes. Hay gente que viene y te dice «esa idea ya la tuve yo». Bueno, pues hazla y compártela.

«El cerebro maneja la mano, pero lo que estás dibujando a la vez está cambiando el cerebro»

Planteas varias teorías sobre por qué la gente deja de dibujar alrededor de los 10 años de edad. Una de ellas está en la educación. ¿Crees que se deberían reforzar las asignaturas relacionadas con el arte, especialmente de cara al avance de la tecnología y la inteligencia artificial (IA)?

Vaya pregunta [risas]. Yo creo que el problema de la educación es muy grande, debería reformularse todo. Seguimos con los mismos parámetros del siglo XIX. Te pones a pensar que hay treinta niños delante de un profesor que está dictando clase y los niños mirándole desde el pupitre y luego salen a jugar online con niños de todo el mundo. Es una brecha muy fuerte que en clase estés con una estructura del siglo XIX y salgas y estés con el ChatGPT, la inteligencia artificial. La IA cuestiona la base misma de la escuela y le está diciendo que tiene que enseñar a pensar, no solamente a memorizar. Si yo te dijera: ¿hay que enseñarles a escribir a los niños? Claro que sí. Entonces, ¿por qué no a dibujar? Si usamos el dibujo también como un medio de comunicación, y ahora el 80% o 90% de lo que vemos entra por los ojos, es importante desde el punto de vista de aprender a comunicar con imágenes.

Mucha gente siente temor por el avance vertiginoso de la IA y las carreras que podrían quedarse sin trabajo, especialmente en el ámbito creativo. Tú dices que una forma de hackear a la IA es a través del humor.

La IA es lo más humano que hemos hecho, es una paradoja: vamos a hacer algo tan humano que nos supere, porque nunca nos ha superado nada, y como buen súperhumano nos va a esclavizar a todos [risas]. En estos momentos, el humor es algo muy complejo, muy resbaladizo, porque depende de los contextos. Hace 30 años, los de Martes y Trece hacían un sketch que se reían de una señora que decía «mi marido me pega» y todo el mundo se reía de eso. Imagínate ese sketch ahora. Es imposible. Entonces, cuando hablo de que el humor es un buen hacker me refiero a que a veces es tan contextual y tan caduco que es muy difícil pillarlo. Cuando lo vas a pillar seguramente ya ha mutado en otra cosa, con lo cual es un buen hacker de cualquier IA. De hecho, para eso se usa, para hackear: cuando te hacen una broma están hackeando tus límites y tu idea de conexión con la realidad y por eso te ríes.

Nos pasamos la vida luchando contra la procrastinación. Sin embargo, tú sostienes que es importantísima para ser creativos porque pone en marcha la red neuronal por defecto: «Cada vez que procrastinamos, nuestra cabeza evoluciona».

Hay una trampa con esto porque es una procrastinación activa. Ayuda a que seas consciente de que te va a venir bien para algo, no de que solo estás perdiendo el tiempo. Esto lo decía Christoph Niemann en un capítulo de la serie Abstract: que llegó un momento en el que no era capaz de llenar su depósito creativo, que el ritmo de trabajo era tan bestia que no alcanzaba, que él se notaba que acababa diciendo lo mismo. Esto es algo que nos pasa con la presión que tenemos ahora. Todos los trabajos creativos necesitamos pasar por conversaciones, que pueden ser leer un libro, ir a una obra de teatro, conversar con una amiga, ver una serie, charlar en una cena. Es en estas conversaciones donde te regeneras y evolucionas, incorporas cosas. Cuando estás trabajando te vacías y dices «hasta aquí porque no me da más», estás agotado mentalmente. Por eso a veces cuando vuelves de vacaciones te cuesta retomar, pero vienes con la cabeza despejada.

¿Por eso las mejores ideas llegan en la ducha?

En el libro El yo creativo, Carlos García-Delgado habla de que hay dos tipos de pensamiento: el lineal y el sistémico. Cuando procrastinas, tu cerebro va por libre. Es como en los sueños: estás recomponiendo lo que te ha ocurrido el día anterior, reordenándolo. Lo que hace el cerebro es rescatar cosas de la memoria, cosas que hemos aprendido, y las va conectando y estructurando. Cuando procrastinamos no tenemos control sobre las conexiones que está haciendo el cerebro. Y todos no utilizamos el mismo proceso. Con el pensamiento sistémico estás intentando mezclar conceptos que no estarían juntos, preguntándote cosas, que entren todos los inputs posibles para conectarlos. Cuando te pones a dibujar tienes que utilizar el pensamiento lineal, coger el lapicero y dibujar esta idea, escribir esta frase.

El neurocientífico Mariano Sigman dice que en este libro nos devuelves «al país de la niñez», donde a nadie lo abrumaba la página en blanco. ¿Cómo establecer unas reglas ante las posibilidades infinitas para que no asfixien sino que estimulen?

La página en blanco es un montón de posibilidades y hay que elegir un camino. Yo por eso en los retos doy el camino: te planteo un esquema y te doy un concepto, la puerta para entrar a la página en blanco. El único truco que hay para entrarle es ir con una idea. Y, aunque no te des cuenta, tú vas construyendo tus propias fórmulas. Necesitamos problemas para ser felices, es otra cosa que he aprendido con esto: la gente que tiene problemas y los resuelve en realidad es más feliz, entonces, puedes ser creativo generando un problema y después resolviéndolo.

Si dices Dibujo, luego pienso y si según Descartes «pienso, luego existo», entonces, por ley de transitividad, ¿«dibujo, luego existo»?

[Risas]. Para mí sí, yo el dibujar lo necesito como el vivir. Es una forma de estar frente al mundo. Cuando dibujas, algo se materializa, existe.

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