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«El talento no está reñido con una situación de vulnerabilidad»

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Una organización enfocada en la calle para dar voz a las personas vulnerables y romper con los estigmas y prejuicios que dificultan segundas oportunidades. Esa es la premisa de Pirates for Good, la fundación de Scalpers, implicada con la inclusión social. Hablamos con el responsable de Desarrollo de Negocio de la firma de moda textil, Íñigo Zaldívar.

¿Qué es Pirates for Good y cómo surgió la idea de montar esta fundación?

Esta iniciativa surge durante la pandemia. Fue un momento de mucha tensión para nosotros a nivel empresarial y, cuando salimos de esa situación, una de las circunstancias que más percibimos en el mercado, a través de la propia realidad de la empresa y lo que se había vivido con los ERTE, es el desmembramiento que estaba existiendo en el tejido social de España como consecuencia de la  pérdida de empleo. La fundación ya era algo que llevábamos dentro de manera vocacional desde hacía muchos años, pero no teníamos claro del todo hacia dónde orientarla, cuál debía ser su cometido, y este momento tras la pandemia nos iluminó para dotarla de vocación social. Al final, con Pirates for Good perseguimos dos objetivos. Por un lado, crear espacios de diálogo donde podamos, de alguna manera, poner en consonancia realidades humanas con empresas, agentes externos, entidades públicas, etcétera. Y en segundo lugar, servir de altavoz para poder contar la realidad de lo que está pasando en el ámbito social, porque al final nosotros, como marca textil, trabajamos en las calles, en las urbes, de manera que podemos ser un micrófono para contar la realidad de muchas personas y de circunstancias que necesitan una transformación. 

«Antes daba por hecho que la mayoría de las personas terminaban sin hogar por problemas de adicción y me he encontrado con que el principal problema es el empleo»

Estáis muy centrados en los sectores en riesgo de exclusión social. El principal problema en este sentido son los sesgos, aún muy presentes. ¿Qué habéis recibido, como empresa, acercándoos a esas personas? ¿Os ha aportado nuevos puntos de vista sobre las personas en situaciones vulnerables?

Todos los que hemos estado involucrados en el día a día del nacimiento y el desarrollo de esta fundación teníamos muy  claro que había que dotarla de autenticidad. Uno de los grandes riesgos que afrontamos las empresas cuando intentamos desarrollar esa pata más social y sostenible, es caer en lo que hoy en día se llama greenwashing. Por eso, nosotros lo primero que nos propusimos fue aproximarnos a todo buscando la verdad. Y eso nos ha llevado a hacerlo con humildad y desde la sorpresa. A mí, a título personal, me ha hecho romper muchos prejuicios, los que nos provocan esos sesgos cognitivos que llevamos dentro. Yo antes generalizaba más, daba por hecho que la mayoría de las personas sin hogar estaban donde están por haber tenido problemas de adicciones, con drogas, alcohol, etcétera, y me he encontrado con que a esa gente le ha cambiado la vida por el problema de empleo, que ese es el principal. De modo que, a base de ver crecer la fundación, como si fuera un niño, según se le han ido incorporando historias de diferentes personas, con esa vocación social, nos hemos confirmado en nuestros objetivos: queremos buscar la verdad, queremos que esa verdad se proyecte y queremos crear espacios de diálogo que les dé altavoz. Pero, como te digo, siempre desde la humildad y desde la sorpresa.

La iniciativa Tejiendo Historias, Descosiendo Prejuicios pone en contacto a seis personas sin hogar con otros tantos responsables de recursos humanos de grandes empresas. El objetivo: desterrar prejuicios e impulsar la inclusión laboral. ¿Cuál es tu opinión sobre la situación actual de los colectivos vulnerables en el mercado laboral? ¿Hay posibilidades de mejorar su situación?

«Cuando seamos capaces de derribar el prejuicio, estaremos todos dispuestos a brindar segundas oportunidades»

Creo que sí, por eso la fundación nace con vocación largoplacista. Pero debemos empezar muy por el principio, contribuir con nuestra capacidad a través de nuestra comunidad, de nuestro alcance, de la presencia con la que ya cuenta nuestro tejido de tiendas, a derribar esos prejuicios. Ese es el primer objetivo. Cuando, como sociedad, nos demos cuenta de que la dignidad de las personas y sobre todo su talento, no están reñidos con la vulnerabilidad de su situación, a partir de que seamos capaces de derribar ese prejuicio, estaremos todos dispuestos a brindar segundas oportunidades. 

¿Cuáles han sido vuestros criterios a la hora de elegir a los entrevistadores y entrevistados en esta iniciativa? 

Los entrevistados vienen ya de una experiencia previa. Cuando abrimos nuestro primer Armario Solidario en el Hogar de Acogida de la Orden Hospitalaria de los Hermanos de San Juan de Dios, pudimos conocer la historia de los protagonistas del vídeo de esa iniciativa. Lo más impresionante para nosotros ha sido que al final ellos, con mucha humildad y valentía, han decidido contar su historia. A nosotros nos ha removido porque creo que una de las cosas que se puede leer entre líneas en este vídeo tiene que ver con el perdón. Vivimos en una sociedad donde buscamos siempre una especie de chivo expiatorio para todo lo que ocurre y al final, nosotros somos los mayores jueces de nuestra historia. Que ellos cuenten la suya y nos la dejen conocer de primera mano es algo realmente impresionante. Y, en cuanto a las empresas que han participado, ya hemos colaborado antes con ellas y sus responsables de Recursos Humanos, que brillan sobradamente a nivel profesional, han sacado un lado más humano en estas entrevistas, mucho más centrado en el talento que en la técnica. 

¿Crees que el sector privado debería hacer todavía más para incorporar en sus plantillas a personas vulnerables con los talentos necesarios? ¿Cuál es la política de Scalpers como empresa en este sentido?

«El primer paso es derribar el prejuicio, el segundo sería establecer unas reglas del juego que sean activables en todas las empresas»

Estamos en conversaciones con entidades colaboradoras y agentes externos, privados y públicos. Lo más importante es encontrar antes un marco, un código que permita que la inclusión llegue a ser común en toda la sociedad, esto es, que pueda ser replicable en todas las empresas. Igual que el primer paso es derribar el prejuicio, el segundo sería establecer, por decirlo así, unas reglas del juego que sean activables en todas las empresas. Estamos trabajando en ello, no con afán de ser fundadores ni precursores de ese código, pero sí con la idea de que pueda ser replicable. 

Veo que os abrís a colaborar con instituciones de todo tipo, también centros de acogida. ¿Qué hay de la colaboración con las Administraciones? ¿Crees que debería haber más sinergias público-privadas para favorecer la inclusión social?

Uno de los grandes retos que tenemos es unificar, por decirlo así, lo que yo llamo «las trincheras de trabajo». Nosotros nos hemos acercado a la realidad social de las calles y las urbes allí donde tenemos tiendas, y nos hemos encontrado con distintos agentes externos: fundaciones, la Iglesia católica, instituciones públicas que intentan colaborar de alguna manera… Creo que, más que aumentar esfuerzos, lo que hace falta poner en marcha es una suerte de proceso, es decir: organizar esos esfuerzos entre los diferentes agentes para que cada uno de nosotros pueda poner en marcha su talento, su potencial o su influencia allí donde va a ser más eficaz. 

Pirates for Good tiene tiendas en paralelo a las de Scalpers, ¿en qué consisten?

«Otorgamos la oportunidad a gente que viene de centros de acogida de poder vestirse en una tienda que funciona igual que cualquier otra de Scalpers»

Entran dentro de otro proyecto que se llama Armario Solidario. Son tiendas a las que llegan productos que ya han pasado por un ciclo natural de temporalidad en las otras, por tanto no hablamos de ropa defectuosa o de segundas calidades. Con esto otorgamos la oportunidad a gente que viene de centros de acogida de poder volver a vestirse en una tienda que funciona exactamente igual que cualquier otra de Scalpers: eligen tallas, entran en los probadores, tienen dependientes a su disposición… Por supuesto es ropa que les donamos, pero la experiencia está completamente normalizada. 

Es un proyecto de una circularidad canónica. 

Hay una gran preocupación por parte los consumidores, y especialmente por clientes de empresas de retail como la nuestra, por la sostenibilidad, la circularidad de los productos, etcétera. Por eso son objetivos prioritarios en la Agenda 2030, a los que se han sumado países, economías y empresas. Dicho esto, al montar la fundación, no es que pensáramos que ya existía suficiente trabajo en ese ámbito, pero por el alcance urbano de nuestras tiendas, sí vimos que de entrada debíamos enfocarnos en lo social, que era lo que mejor íbamos a hacer. 

Pero como empresa de un sector, el textil, que históricamente ha sido altamente contaminante, ¿estáis tomando medidas para saliros de esos procesos que elevan tanto la huella de carbono?

Hay una parte en nuestra actividad que ya es un imperativo para Scalpers, y es la que trabaja con productos reciclados, o que vengan de materiales sostenibles, con tejidos respetuosos con el medio ambiente… Es una asignatura pendiente de la industria textil y algo que nosotros ya estamos cubriendo. Dicho esto, el altavoz de la fundación es sobre todo social, porque dentro de esa economía circular, la parte que quizá menos brilla ahora es la del impacto social. A través de nuestras tiendas, eso sí, se combina nuestro doble compromiso, con el planeta, y con las personas que lo habitan.

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