Cultura

Octavio Paz: una persona, un movimiento literario

La poesía moderna no merecería tal calificativo sin la obra del Premio Nobel mexicano, pero no fue su único mérito: durante su vida, sin perder nunca el arte de vista, dejó un legado inmarcesible de pensamiento y activismo que dio oxígeno a las causas por la justicia social.

Artículo

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
07
marzo
2023

Artículo

«La religión secreta de la época moderna». Así consideraba Octavio Paz la poesía, a la que dedicó su vida, compartida con su faceta ensayista y otras muchas: también fue diplomático, historiador, periodista y crítico de arte, y The New York Times acertó al definirlo como «todo un movimiento literario e intelectual de un solo hombre». También fue un visionario ecologista, como plasmó en su discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura: «El mercado está íntimamente relacionado con el deterioro del medio ambiente, la contaminación afecta no solo el aire, los ríos y los bosques, sino también a nuestras almas. Una sociedad poseída por la necesidad frenética de producir más para consumir más tiende a reducir las ideas, los sentimientos, el arte, el amor, la amistad y las personas mismas a meros». De esto ya hace más de tres décadas, cuando el cambio climático no llenaba portadas, ni siquiera tertulias de bar.

Nació en 1914 en la Ciudad de México. Su abuelo paterno fue un destacado intelectual liberal (en el sentido progresista que tenía este adjetivo a principios del siglo pasado) y uno de los primeros autores en escribir una novela de temática expresamente indígena. Y fue precisamente su extensa biblioteca el aguijón que picó a Paz y le inoculó la pasión por las letras, ya que entró en contacto con la literatura mucho antes que lo que solían hacerlo los niños de su edad. Su padre también alimentó su gen escritor, ya que era un periodista muy activo especializado en política que, junto a otros intelectuales de su época, se unió a los levantamientos agrarios encabezados por Emiliano Zapata.

De modo que Paz empezó su obra muy pronto, ya de adolescente, con un poso activista que le llevó en 1937 a España para participar en el Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas que se celebraba en Valencia. A su regreso a México un año más tarde, fundaría la revista Taller, caldo de cultivo de una nueva generación de escritores en el país, así como de una nueva sensibilidad literaria que atravesó todo el continente.

Para Octavio Paz, la revolución de la palabra era la revolución del mundo

En 1943 se sumergió en la poesía modernista angloamericana, marcado por su viaje a Estados Unidos tras obtener una beca Guggenheim. Sin abandonar nunca una depurada estética en todo lo que escribía, la política siempre estuvo muy presente en su vida e influyó mucho en su obra. Tras su aventura norteamericana inició una carrera diplomática y fue enviado a Francia, donde escribió su estudio fundamental sobre la identidad mexicana, El laberinto de la soledad, y participó activamente, junto a André Breton y Benjamín Peret, en diversas actividades y publicaciones organizadas por los surrealistas.

En 1962, Paz fue nombrado embajador de México en la India: un momento importante tanto en la vida como en la obra del escritor, como lo atestiguan varios libros escritos durante su estancia allí, entre los que destacan El mono gramático y Ladera este. El primero es una rumiada disertación sobre los orígenes del lenguaje y la naturaleza sagrada y erótica de la poesía, y el segundo recoge toda el poemario de su prolífica estancia en Nueva Delhi.

El escritor usaba la política para reivindicar justicia social, incluso por medio de la renuncia: en 1968 dimitió del servicio diplomático en protesta por la sangrienta represión gubernamental de las manifestaciones estudiantiles en Tlatelolco durante los Juegos Olímpicos de México.

A partir de ahí fundó dos influyentes revistas entregadas a las artes y la política, Plural y Vuelta. En 1980 fue nombrado doctor honorífico en Harvard, en 1981 recibió el premio Cervantes en 1981 (el más importante en el mundo de habla hispana) y, solo un año después, el prestigioso American Neustadt. Apenas una década más tarde culminaría su brillante trayectoria con el Nobel de Literatura.

El antólogo y escritor estadounidense Eliot Weinberger decía que, para Octavio Paz, «la revolución de la palabra es la revolución del mundo, y ambos no pueden existir sin la revolución del cuerpo: la vida como arte, un retorno a la mítica unidad perdida de pensamiento y cuerpo, del hombre y la naturaleza, del yo y el otro».

Octavio Paz fue un hombre universal que rechazaba fronteras, políticas y humanas, y murió en 1998 en su ciudad natal a causa de un cáncer, un motivo abruptamente prosaico ante la poética con la que impregnó su vida y su abrumador legado literario, intelectual y hasta filosófico.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME