Siglo XXI

OFRECIDO POR
Banner

La descarbonización, una oportunidad histórica para Europa

Artículo

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA


Artículo

En el convulso momento económico y político surgido tras la irrupción de la pandemia, la Unión Europea tomó la histórica determinación de recoger y potenciar el Pacto Verde Europeo como herramienta de recuperación, modernización y descarbonización. Ahora, en la hoja de ruta hacia la neutralidad climática, el conflicto entre Rusia y Ucrania supone, a todos los niveles, un gran desafío que evidencia la urgencia de alcanzar la independencia energética. Sobre las implicaciones que puede tener esta situación para Europa, los cambios que originará de cara al futuro y las posibilidades de España para liderar esta transición hemos reunido a Ramón Pueyo, socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG y a Cristina Monge, politóloga experta en el cambio climático.

A raíz de la pandemia se impulsaron medidas para la transformación y modernización sostenible y digital de todo el continente. ¿Cuál es el alcance transformador de los históricos fondos europeos en materia ambiental y en qué forma afecta esta estrategia al tejido económico de España?

Cristina Monge: La pandemia fue un momento muy importante, una especie de prueba del algodón para los temas de sostenibilidad. Yo suelo recordar que, en diciembre del 2019, cuando se hizo la COP 25 en Madrid, Ursula Von der Leyen llegó recién elegida presidenta de la Comisión a presentar el Pacto Verde Europeo. En aquel momento planteó ya que eso no era la política ambiental ni energética europea, sino que era el modelo de desarrollo europeo. Es decir, se entendía que Europa quería desarrollarse en torno a esas claves del Pacto Verde Europeo. Apenas dos meses después llegaba la pandemia y fuimos muchos, yo la primera, quienes pensamos que las cuestiones ambientales quedarían relegadas porque la pandemia iba a llevarse el núcleo de las preocupaciones, de los debates y de los fondos. Sin embargo, la sorpresa fue buena y la respuesta que Europa dio a esa pandemia se puede ver resumida y concretada en los fondos Next Generation, que nos dicen que tienen que servir para modernizar la economía. Cuando preguntamos a la Comisión Europea qué es modernizar la economía nos dice que es el resultado de dos sumas: la de digitalizar y reverdecer. Los Next Generation son la apuesta por un modelo económico basado en la digitalización y en la economía verde. Un dato muy importante: se solía recordar habitualmente esa exigencia de que aproximadamente el 35% de los fondos tienen que estar destinados a cuestiones relacionadas con la transición ecológica, pero pocas veces se repara en que el 100% de los fondos tienen que cumplir el principio de no perjudicar significativamente al medio ambiente. Por lo tanto, yo creo que es un momento muy importante y que esos fondos Next Generation tienen que ser una oportunidad para transformar el modelo económico.

Monge: «Estamos en una situación de inseguridad por dos dependencias: la de los combustibles fósiles y la de socios poco amigables»

Ramón Pueyo: En el caso de la descarbonización estamos ante una nueva revolución industrial. Sobre todo porque la revolución industrial originaria tuvo uno de sus fundamentos en el uso extensivo del carbón para alimentar máquinas que sustituían el trabajo animal o humano por el trabajo mecánico. No obstante, es verdad que el tipo de crecimiento que estamos viviendo tiene dos problemas. Uno que es existencial para la humanidad, no solo en términos de cambio climático, sino también en términos del impacto en los ecosistemas: aunque Europa es una isla privilegiada en el mundo, no nos podemos olvidar que tenemos que buscar un crecimiento que sea más verde. Y luego hay otro problema fundamental, que tiene que ver con la desigualdad: nos dirigimos hacia un mundo en el que los que más tienen cada vez tienen más y los que menos tienen cada vez tienen menos. Esa desigualdad genera pesimismo, que a la vez es lo que genera el populismo que cuestiona las instituciones democráticas y los sistemas de los que nos hemos dotado. Cuento todo esto porque creo que el Green Deal europeo y los fondos de los que viene acompañado es muy significativo para ayudar a Europa a la hora de alcanzar un crecimiento más verde, aunque quizás ponga menos el acento en esa segunda parte de disminuir la mala desigualdad. Creo que esos fondos europeos van a ayudar a la economía y a la sociedad europea a transitar esa revolución industrial que tenemos que vivir, marcada por la ruptura con los combustibles fósiles; van a ser verdaderamente transformadores. Cuando hablo con mis clientes, lo que les suelo decir es que no hay compañía, cadena de valor o modelo de negocio al que no impacte de manera muy directa la descarbonización.

CM: Me parece muy interesante lo que comentas, Ramón, sobre la desigualdad. Cuando hablamos de desigualdad, hablamos de desigualdad de oportunidades. Y es verdad que, si la transición no se hace teniendo en cuenta esta variable, puede generar todavía mayor desigualdad. Todas las transiciones tienen víctimas si no se aplican las medidas que intenten reducirlas. Esto no va de cambiar una central térmica o una mina de carbón por energía renovable, por ejemplo. Esto va de que hace falta una formación para la gente de la zona y, por lo tanto, será necesario invertir allí en torno a módulos o titulaciones específicas para esos sectores económicos. Es muy importante que se haga todo lo posible para que la desigualdad de oportunidades no se agrave. Estamos empezando a tener estudios que nos dicen que en la transición ecológica los puestos de trabajo no se destruyen, sino que se transforman, y en esa transformación es muy importante que veamos necesidades formativas, así como garantizar que aquellos puestos más vulnerables cuentan con el apoyo suficiente para que las personas afectadas puedan hacer frente al cambio. De ahí que sea fundamental en el debate sobre el modelo de transición ecológica.

RP: Completamente de acuerdo, Cristina. Si este proceso de descarbonización no presta atención suficiente a cuestiones como la desigualdad, lo que nos vamos a encontrar es con llamamientos que nos dicen que el modelo de crecimiento del que nos hemos dotado no es válido. Las políticas europeas orientadas a la descarbonización deben servir también para preservar ese sistema capitalista liberal que nos ha traído hasta aquí.

¿Corremos el riesgo de que la guerra en Ucrania y el nuevo escenario energético que plantea vuelva a relegar los avances en materia de cambio climático a un segundo plano en las agendas?

Pueyo: «No hay compañía, cadena de valor o modelo de negocio al que no impacte de manera muy directa la descarbonización»

CM: Cuando hablamos del avance del cambio climático la ciencia nos dice que existen unos tipping points, unos puntos de inflexión a partir de los cuales se van produciendo una serie de hechos encadenados, y yo creo que desde el punto de vista económico y político estamos también inmersos en ellos. La guerra ha cambiado muchas cosas. Para empezar, nos ha puesto frente al espejo del enorme riesgo y la situación de inseguridad en que nos hemos metido por dos dependencias, la de los combustibles fósiles y la dependencia energética de socios poco amigables como Rusia. Hoy sufrimos las dos consecuencias de un mismo golpe y nos arrepentimos de no haber acelerado la transición ecológica décadas atrás. Me da mucho miedo que no sepamos comprometernos de manera diferente en el corto y en el medio plazo. En estos momentos, Europa está en un shock en el que a corto plazo tiene que garantizar el suministro energético, lo que pasa por dejar de comprar gas a Rusia y comprárselo a otros países. El problema es que ese gas va a suponer unas inversiones muy importantes, por lo que necesitamos un compromiso clarísimo e inamovible de que una vez pasado el cortísimo plazo que nos haga tener garantía de suministro, esas infraestructuras no van a seguir utilizándose para prolongar el porcentaje de gas en el mix energético. El gas es un combustible fósil y la transición energética pasa por ir disminuyendo el porcentaje de gas que utilizamos. Si no aceleramos lo suficiente este proceso, puede que cuando queramos volver a retomarlo sea ya demasiado tarde.

RP: Esta crisis que tenemos ahora nos vale para la reflexión en el corto, medio y largo plazo. Por un lado, porque las premisas que indican que la descarbonización es la manera de actuar no han cambiado: la concentración de CO2 en la atmósfera continúa aumentando independientemente de lo que sucede en un momento concreto del tiempo. También se evidencia que en buena parte de las ocasiones, los combustibles están en lugares poco deseables desde el punto de vista político: depender para nuestra seguridad energética de lugares donde las instituciones son débiles o están lideradas por gente poco amistosa es otra razón que nos debería hacer pensar en la necesidad de reducir la dependencia de combustibles fósiles y acelerar la autonomía energética europea.

Este escenario obliga a buscar nuevos socios estratégicos. ¿Qué papel juega la política internacional en el urgente proceso en el que nos encontramos y qué impacto puede tener en cuanto a sostenibilidad?

RP: La cooperación internacional, en un asunto como el del cambio climático, es absolutamente crucial. Estamos hablando de cuestiones que son complejas, globales y que requieren soluciones a largo plazo. Por eso mismo el proceso de llegar a acuerdos es tan complejo y ha tenido tan poco éxito hasta la fecha. Cualquier salida, igual que cualquier solución, pasa por la colaboración entre países.

Monge: «Tenemos que tener una visión generosa y de cooperación para con el resto del planeta»

CM: Estamos en un momento en el que toda la economía es interdependiente, tal como hemos visto en la pandemia. Por lo tanto, una transición global y tan intensa como es la energética o la ecológica no es ajena a eso. En estos momentos, a consecuencia de la guerra, la geopolítica se está transformando. No hay más que fijarse en la OTAN: había perdido un poco su razón de ser inicial, de repente lo encuentra inmediatamente y todo se realinea. El mundo se está realineando. Buena parte del cuerno de África y todo América Latina han sido zonas de influencia tanto de Rusia como de China en las últimas décadas. Un indicador muy curioso es preguntarse quién ha suministrado vacunas contra la covid-19; ahí se ven las políticas de alianzas. Lo mismo que cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se plantea una declaración para condenar la invasión de Putin a Ucrania y esos países se abstienen o votan en contra. Estamos viendo cómo han cambiado esas zonas de influencia, que al mismo tiempo son zonas clave, ya que desde el punto de vista económico tienen un carácter estratégico dada la dependencia que tenemos de esos países a la hora de extraer materiales. La transición ecológica, que tiene raíces tan profundas, no puede entenderse al margen de estos movimientos. De hecho, la geopolítica del cambio climático cada vez cobra mayor importancia.

RP: Para Putin, el liderazgo europeo a la hora de combatir el cambio climático cuestiona la principal riqueza de Rusia, que son los combustibles fósiles. Poco positivo se puede sacar de una invasión como la de Ucrania, pero si tenemos que extraer algo en ese sentido seguramente sea el refuerzo de la unidad europea en casi todas las cuestiones. Es imposible predecir qué puede pasar, pero hay escenarios que nos dicen que de la crisis de Ucrania podemos salir con unas instituciones internacionales más reforzadas, un mayor ánimo de colaborar entre las democracias, populismos más debilitados…

CM: Yo creo que es muy pronto para poder ver eso. Me cuesta un poco imaginar una gobernanza global a la altura de desafíos como la revolución energética o la revolución digital sin que Rusia y China jueguen un papel destacado en esos procesos. La cumbre de la OTAN se dedicó a pensar cómo afrontar la guerra pero no se dedicó a pensar cómo afrontar la paz. En todas las guerras siempre hay mesas de negociación abiertas desde el conocimiento de que, en algún punto, alguien tendrá que llegar a un acuerdo con alguien. Si eso se está preparando, no lo conocemos. Eso facilitaría una gobernanza global a la altura de los desafíos.

En todas las crisis siempre aparecen oportunidades. ¿Cuáles se pueden vislumbrar a medio plazo para impulsar la sostenibilidad?

RP: A corto plazo es difícil hablar de oportunidades. La oportunidad real, tanto a medio y largo plazo, tiene que ver con la creciente convicción de que depender de lo fósil para la seguridad energética de los países no es demasiado inteligente, especialmente teniendo en cuenta dónde están los depósitos de petróleo y gas en el mundo. Los países emergentes reprochan a Occidente, con toda la razón del mundo, que ahora que hemos generado lo suficiente como para hacernos ricos, les estamos diciendo a los demás que no hagan lo mismo para hacerse ricos ellos. Teniendo en cuenta estas limitaciones, creo que va siendo hora de poner en marcha soluciones como la que proponía William Nordhaus, Premio Nobel de Economía y estudioso del calentamiento global: generar alianzas de países a los que se ofrecen condiciones preferentes comerciales en función de los compromisos en materia de reducción de CO2. La oportunidad está en constatar que no es saludable depender de la energía fósil y buscar qué tipo de incentivo tenemos que hacer para que ese proceso de evolución hacia una economía descarbonizada se produzca de una forma acelerada.

Pueyo:«Debemos aprovechar las fortalezas de nuestro sistema para generar incentivos desde el ámbito de país y desde el ámbito micro»

CM: La crisis climática lo cambia todo, es absolutamente transversal. No podemos seguir haciendo políticas comerciales que ignoren el desafío climático; no podemos seguir haciendo políticas industriales al margen de la transición ecológica; no podemos seguir planteando líneas financieras sin que el cambio climático esté presente en el centro, etcétera. Necesitamos transversalizar todo eso y comprender que esto es un desafío global; ni España ni Europa sola podrá con ello. Tenemos que tener una visión generosa y de cooperación para con el resto del planeta. Aquellos países menos responsables del cambio climático están pagando la mayor parte de sus consecuencias. Tenemos que tener esa mirada de largo alcance que nos haga entender que estamos en el mismo barco y que las políticas de cooperación deben convertirse en políticas de desarrollo global.

RP: También tenemos que intentar aprovechar al máximo la fuerza del mercado. Decía Schumpeter que el capitalismo es un proceso de destrucción creativa en el que las ideas nuevas sustituyen a las anteriores. Debemos aprovechar las fortalezas de nuestro sistema para generar incentivos desde el ámbito de país y desde el ámbito micro, con un proceso de reverdecimiento de nuestro sistema productivo y nuestro mercado. Decía también hace tiempo Larry Fink, CEO de BlackRock, que el cambio climático es la mayor oportunidad de negocio de la historia. Y estará muy bien que lo sea, porque animará a mucha gente a introducir cambios y a poner en juego muchas ideas. Tratemos de generar incentivos al comportamiento virtuoso de los agentes económicos.

Poniendo el foco en España, ¿qué transformaciones debemos implementar para hacer realidad ese potencial a nivel de energías renovables y qué oportunidades puede generar el contexto actual para las empresas españolas?

RP: Respecto a las oportunidades, una cuestión que debemos tener clara es que todavía no han sido designados los ganadores del proceso de descarbonización. Estamos en un momento en el que la industria de la energía va a cambiar radicalmente en los próximos 20 años, lo que genera oportunidades para las compañías de todos los sectores y todos los tamaños por una razón: el proceso de transformación sostenible es absolutamente transversal. Hay sectores que son ganadores y perdedores, pero en todos ellos las compañías van a tener que hacer un esfuerzo por entender qué impacto tiene la descarbonización respecto de sus operaciones y consumo de energía o de los productos y servicios que ponen en el mercado. Es difícil decir lo que tendría que suceder en España para convertirnos en una potencia energética. Hay que pensar que todavía se está discutiendo por qué la Revolución Industrial tuvo lugar en Inglaterra: los fenómenos económicos son tremendamente complejos y entran en juego numerosos factores. Básicamente lo que necesitamos es recursos o capital dispuesto a invertir en iniciativas o en personas que tienen ideas para hacer cambios; por supuesto, también necesitamos talento. Tenemos que asegurarnos de que contamos con personas con la formación adecuada como para poder plantear reflexiones profundas y tener ideas que se puedan llevar al mercado.

CM: Muy de acuerdo. España tenía y sigue teniendo muy buenas condiciones para liderar el sector de la energía de forma clarísima. Es clave como fortaleza de cara a un liderazgo español en el conjunto de Europa y, por ende, en el conjunto del mundo. Por otro lado, muchos sectores económicos son muy dependientes de cuestiones relacionadas con la crisis climática. Tenemos una oportunidad para repensar esos sectores en clave de transición ecológica para hacerlos sostenibles desde el punto de vista ambiental y económico.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME