Sentirse mal cuando toca estar bien: así es el trastorno afectivo estacional
En verano, una estación asociada con la felicidad y el disfrute, son muchas las personas que presentan síntomas similares a una depresión. Simplemente, no se sienten tan alegres como se podría esperar de ellas, víctimas de un trastorno originado por las altas temperaturas y agravado tanto por las diferencias socioeconómicas como por la existencia de las redes sociales.
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Son las cinco de la tarde y Jaime coge su móvil para ver Instagram. A la vez que va abriendo stories, en la pantalla del dispositivo se suceden imágenes de algunos de sus amigos en una fiesta en la playa. Se les ve felices, brindando y celebrando sus vacaciones de verano. Fuera, el termómetro marca los 37 grados y Jaime deja el teléfono de forma brusca para volver a tumbarse en la cama, refrescada por un ventilador de pie. No tiene nada que celebrar, y si lo tiene no le apetece hacerlo. Estaba invitado a la fiesta que ahora contempla a través de las redes pero rechazó ir. Desde hace algunos años detesta el verano.
El de Jaime es un ejemplo ficticio, pero la realidad es que son muchas las personas que durante los meses de verano atraviesan una situación muy parecida. Son víctimas del conocido como Trastorno Afectivo Estacional (TAE), un tipo de estado depresivo vinculado al verano, al calor y, sobre todo, a la sensación de vacaciones y días de fiesta. En una época como la estival, en la que predomina la celebración, estas personas sienten como se acentúa su sensación de falta de afecto, de abandono y el sentimiento de soledad.
Por su parte, aquellas que ya venían encontrándose mal tienden a sentirse peor al ver cómo el resto sí parece estar feliz. Pese a lo que pueda parecer, en España no son pocos los que padecen este trastorno. De hecho, los últimos datos a los que se tiene acceso hablan de que en torno a un 3% de la población española ha sufrido este tipo de síntomas. Como ocurre con este tipo de comportamientos, existen matices en cuanto a síntomas y reacciones dependiendo del tipo de paciente.
Habituados a asociar el verano con una época de puro ocio, los que por su situación económica no tienen acceso a este tipo de vacaciones pueden ver intensificada su ansiedad
Por lo general, el TAE está lejos de ser un pequeño bajón anímico, sino que se corresponde más con una depresión mayor. Quienes experimentan el trastorno en verano notan cómo el calor, la humedad y las largas horas de sol trastocan sus ritmos circadianos (los relativos al reloj biológico que marca los tiempos de sueño) de forma que su ánimo decae hasta que los termómetros se templan y comienza a hacerse de noche más temprano. Durante este tiempo, estas personas padecen falta de sueño, apatía, falta de motivación y ansiedad, un cóctel de emociones que, en los casos más graves, puede desembocar en conductas violentas o incluso tendencias suicidas.
Al mismo tiempo, existe un factor socioeconómico asociado a este tipo de depresión. Habituados a asociar el verano con una época de derroche y puro ocio, las personas que por su situación laboral o económica no tienen acceso a este tipo de vacaciones pueden ver intensificada su ansiedad, sintiéndose en una posición de debilidad o exclusión con respecto al resto de la sociedad que, como falsamente tiende a pensarse, sí estará aprovechando el verano de la mejor forma posible. Si de por sí la situación no fuera complicada, esta se ve, en todas sus aristas, consecuentemente agravada por el auge de las redes sociales, plataformas que dibujan estilos de vida alejados de la realidad y, en muchas ocasiones, absolutamente ficcionados. Como ocurre en el caso mencionado al comienzo del artículo, las redes sociales generan en las personas con TAE un aumento de la tristeza y la desgana.
Los últimos estudios hablan de un 3% de la población española padeciendo este tipo de síntomas
Respecto a las soluciones, la realidad es que este trastorno no resulta sencillo de paliar. Los expertos recomiendan pequeños parches como pueden ser el aire acondicionado, las duchas frías, escapar del sol durante las horas centrales del día… En este sentido, el psiquiatra Norman Rosenthal, al cual se atribuye el descubrimiento del TAE, afirma que las mantas de refrigeración pueden aliviar considerablemente los síntomas.
Son algunas de las formas que los médicos han ido encontrando a la hora de frenar los síntomas de un trastorno poco conocido pero que padece un abundante número de personas, las cuales encuentran el verano como un momento de tristeza y ansiedad. Visibilizar esta situación y ahondar en la parte socioeconómica de toda esta realidad son algunas de las claves a la hora de mejorar la vida de estas personas y, por pequeña que sea, tratar de encontrar una vía de mejora.
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