Derechos Humanos

Venezuela: el largo camino hacia una vida mejor

Según Acnur, más de cuatro millones de venezolanos han dejado su país en los últimos años. Cada día, alrededor de 35.000 personas cruzan la frontera. La mitad de ellos son niños.

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08
agosto
2019
Refugiados venezolanos en Boa Vista, Brasil (2018). || Foto: Marcelo Camargo (Agência Brasil)

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De pie a orillas del río Tachira, en su mayoría seco, observé a miles de personas cruzar la frontera entre Colombia y Venezuela. Era un día normal y casi todos los que cruzaron el río traían algo a cuestas. Los que van a Colombia traían chatarra u otros bienes que podían vender por unos pocos dólares. Algunas mujeres traían solo su cabello, que se cortan y venden para hacer pelucas. Algunos llevaban algo mucho más pesado, la carga de sufrir abusos sexuales o de ser explotados por los criminales que controlan estos cruces informales. Al regresar a su país, las personas llevaban maletas llenas de alimentos, medicinas, artículos para el hogar y cosas que esperaban vender en Venezuela. Mientras, los niños llevaban sus mochilas después de otro día de colegio en una escuela colombiana.

Para miles de personas, esto sigue siendo un hecho surrealista y trágico, aunque ya se han acostumbrado. Para otros, es la primera vez, las primeras etapas de un viaje para encontrar una vida mejor en Colombia, Ecuador, Perú, Chile o Brasil. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) estima que cuatro millones de personas han abandonado Venezuela en los últimos años para buscar refugio en países vecinos. Cada día, alrededor de 35.000 personas cruzan las fronteras para abandonar su hogar. La mitad de ellos son niños. Algunos viajan solos y otros con sus familias, pero todos huyen de la pobreza y la inseguridad que amenazan la vida para buscar un futuro más brillante y rico en oportunidades.

Unas semanas después de la escena del río Tachira, en Manta, una ciudad en la costa del Pacífico de Ecuador, conocí a unos venezolanos que habían llegado más lejos en su viaje. Están comenzando a construir una vida nueva para sus familias. Uno era un profesional de marketing en Venezuela, otro un maestro y la tercera una camarera. Como en Ecuador ninguno de ellos puede trabajar legalmente, limpian casas, venden comida en las calles o simplemente mendigan. Algunos viven en apartamentos abarrotados que fueron abandonados después de un terremoto hace tres años. Se ayudan mutuamente, compartiendo el cuidado de los niños y otras tareas domésticas para que cada uno de ellos pueda trabajar. Algunos incluso envían dinero a la familia que quedó dentro de Venezuela. Es difícil imaginar que esta vida es mejor que la que tenían allí, pero todos nos aseguran que así es.

«Es difícil imaginar que quienes trabajan ilegalmente en otros países llevan una vida mejor que la que tenían en Venezuela, pero todos aseguran que así es»

Todavía hay mucho por hacer para ayudar a estas personas a lograr una vida segura y digna. Desde la ONG World Vision, junto a otras organizaciones humanitarias, gobiernos y comunidades, trabajamos para ayudar a las personas desplazadas que han huido de Venezuela y no tienen nada. Por ejemplo, distribuimos dinero en efectivo y cupones que pueden canjear por las cosas que más necesitan, y estamos ayudando a los niños a ir a la escuela, a acceder a la atención médica y a tener lugares seguros donde puedan jugar y aprender con apoyo de adulto cualificados. Algunas personas incluso han empezado pequeñas empresas utilizando las subvenciones en efectivo y formación que les proporcionamos.

Aunque no podemos borrar el pasado y devolverles su hogar para que vuelvan a empezar, los recursos que estamos brindando ha ayudado a miles de venezolanos a establecer cierta normalidad en sus vidas a pesar de todos los problemas a los que tienen que hacer frente. Esto es lo que nos cuentan cuando hablamos con ellos, y esto es lo que he visto con mis propios ojos. Sin embargo, hay mucho más que hacer, especialmente con una cifra en la mente: más de un millón de personas esperan dejar Venezuela solo este año. Necesitan ayuda para integrarse social y económicamente en sus nuevas comunidades, lo que significa ayudarlos a establecer medios de vida sostenibles, trabajar con las autoridades locales para mejorar el acceso a la educación y la atención médica, colaborar con las comunidades de acogida para que la integración de las familias sea lo mejor posible.

Trabajar con personas en movimiento es un reto, ya que son sectores poblacionales frecuentemente explotados y maltratados por delincuentes y mafias. Los donantes y los gobiernos anfitriones no siempre quieren brindar la asistencia por temor a que esto aliente más a las familias a abandonar Venezuela. Ayudarlos de la forma correcta requiere nuevas habilidades y enfoques por parte de organizaciones como la nuestra, nuevos recursos y nuevas mentalidades. Este es un esfuerzo a largo plazo que requerirá un compromiso estable y recursos para apoyarlo. Quienes se han ido de Venezuela están demostrando fuerza y valentía, y depende de nosotros acompañarlos en este viaje.


(*) Mike Weickert es director de Respuesta a la Crisis en Venezuela de World Vision.

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