Economía

¿Mueven el mundo el sexo y el dinero?

La droga es el negocio que más dinero mueve en el mundo (300.000 millones de dólares cada año). La droga, es decir, la evasión. Le siguen la prostitución y la banca. En resumen: sexo y dinero. Los motores (túrbidos) de la economía.

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02
octubre
2018

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El amor mueve montañas. Disculpen el tópico. Con sus matices, la mayoría de quienes lean este texto estarán conformes con el enunciado. En una situación extrema –¿quién no la ha conocido?–, lo que nos sostienen son los efectos. Pero ¿qué ocurre en el entretanto?

De acuerdo con los datos de la ONU, la prostitución es el segundo negocio que más dinero mueve en el mundo, alrededor de 108.000 millones de dólares anuales, teniendo en cuenta la opacidad que conlleva el entramado, lo que complica un cálculo exacto. Es una estimación. El tercer lugar lo ocupa la banca, que zarandea unos 115.000 millones de dólares anuales (aunque no todo se mueve: algunas entidades atesoran en sus cámaras acorazadas hasta 800 billones en activos). Sexo y dinero.

Según informes del colosal motor Online MBA, el 12% de los sitios web (más de veinticuatro millones y medio) son pornográficos. Sorpresa: uno de cada tres espectadores de porno es mujer. Más: 2.500 millones de los correos electrónicos que se escriben a diario son pornográficos. O sicalípticos, si quieren un vocabulario más atenuado. Si teclean ‘sex’ en el buscador canónico, en 0,08 segundos aparecen 285 millones de resultados. Claro que no todos persiguen la misma palabra clave. El portal porno más importante del mundo, Pornhub (con más de veinte mil millones de visitas anuales –eso sí que es tráfico, y no nuestras operaciones salidas–) especifica que los españoles, cuando buscan porno en internet, utilizan expresiones más ¿sutiles? como «maduritas» y «adolescentes». La palabra «hentai» (voz japonesa que podría traducirse como «perversión» o «pervertido») ha aumentado un 700% su popularidad, y la de «intercambio de parejas», un 400%. «Erotismo peludo», que lo llamaba Cortázar.

El 12% de los sitios web (más de veinticuatro millones y medio) son pornográficos

Sexo. Estas son algunas cifras. Estos, algunos de sus beneficios: disminuye el riesgo de un ataque cardíaco, estimula la inteligencia (la adrenalina y el cortisol, hormonas responsables de que nuestra temperatura ascienda, activan la división celular en la materia gris), fortalece el sistema inmune, mejora el suelo pélvico de las mujeres, disminuye el riesgo de cáncer de próstata o mejora el sentido del olfato (tras el orgasmo, el cuerpo fabrica la hormona prolactina, que potencia este sentido).

Otra investigación, la de la Universidad de Navarra, asegura que solo en Estados Unidos (los grandes consumidores de casi todo, también de pornografía) los usuarios pagan de media sesenta dólares mensuales por contenidos sexuales explícitos. Los españoles, esto ya lo habrán intuido, seguimos prefiriendo las descargas ilegales. Cada segundo se está gastando en pornografía tres millones de dólares.

Hay cifras más corpóreas, como las que arroja la fábrica de vaginas artificiales de Dos Hermanas, en Sevilla, que surte a toda Europa facturando más de diez millones de euros anuales. Quizás alguno de ustedes interrumpa la lectura para buscar su nombre. Asumo el riesgo.

Eso sin entrar en ámbitos más sombríos como la prostitución. En España, 400.000 personas la ejercen. La mayoría son mujeres, aunque hay un exiguo porcentaje de hombres y otro de transexuales. Es decir, tantas ‘empleadas’ como el sector de la logística o el transporte. Los alrededor de 3.600 clubes de alterne y burdeles son el contexto, aunque se opera en calles, pisos particulares, parques, polígonos industriales…

¿Felicidad igual a dinero?

Sexo. La segunda industria que más dinero mueve en el mundo. La tercera, recuerden, los bancos. El dinero. «Con un ingreso anual de veinte libras y un gasto anual de diecinueve libras, diecinueve chelines y seis peniques, el resultado es la felicidad». Wilkins Micawber, el empleado de la novela de Dickens David Copperfield, lo tenía así de claro. La felicidad es dinero. Dinero, pasta, parné, cuartos, guita, monises, plata, peculio, como pregusten. Dinero, al fin y al cabo.

174 millones de euros se mueven cada minuto en nuestro sistema financiero. Cuatro fichajes de alto voltaje como un CR7. Más de noventa billones de euros al año. Son datos del Banco de España, que también nos dice que, cada minuto, se realizan 733 transferencias (por una minuta total de 1.725516 euros), se pagan 137 cheques (que contienen 731.888 euros), se abonan 2.160 domiciliaciones (pagando religiosamente un monto de 610.744 euros) y se pagan con tarjeta 4.188 compras (por valor de 184.506 euros en sesenta segundos).

Los juegos de azar mueven más de 35.000 millones cada año en España

Casi todas las guerras se declaran por intereses económicos. Las campañas electorales (especialmente las norteamericanas) son costeadas por entramados empresariales (es decir, invierten en política) y el deporte profesional se ha pervertido (toda vez que los contratos publicitarios son el negocio).

Dinero. Los juegos de azar –que buscan el dinero fácil y limpio– pesan más en nuestro país que el sector primario (ganadería, pesca, agricultura y silvicultura). Reportan al PIB un 3,1%. Más de 35.000 millones cada año. Datos de la dirección general de la Ordenación del Juego. Este sector no ha dejado de crecer en nuestro país desde su regulación en 2011. Hay 52 operadores autorizados, y las apuestas deportivas son el producto más demandado por los jugadores.

¿Recuerdan el informe de la ONU con el que arrancó este texto? La droga es el negocio que más dinero mueve en el mundo (300.000 millones de dólares cada año). La droga, es decir, la evasión. Quizás habría que volver a apostar por otras economías, esas economías que se diluyen en el entretanto y que adquieren protagonismo en los márgenes y en los momentos extremos. La economía de os afectos. Su valor, más que cualquier negocio opaco, es incalculable.

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