Siglo XXI

La hoja de ruta de una compañía (ética) frente a los desafíos globales

La complejidad de los desafíos globales del siglo XXI necesita un tejido empresarial ético y sostenible que genere impactos positivos en la sociedad.

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
01
octubre
2018

El siglo XXI se enfrenta a colosales desafíos globales, como el cambio climático, la desigualdad o la lucha contra la pobreza, que necesitan soluciones eficaces y, a la par, inmediatas. Su complejidad hace necesario dibujar nuevos escenarios en los que todos los agentes participen de forma activa y aporten valor positivo. Es aquí donde las empresas deben despojarse de la etiqueta de «malos de la película» y aunar esfuerzos con las administraciones, las ONG y los actores sociales. El paradigma actual requiere una estructura empresarial ética y sostenible, ya no solo por el efecto positivo en los trabajadores -círculo de influencia directo-, sino porque con su potencial económico está llamado a financiar las diferentes iniciativas que evitarán el colapso del planeta.

Wendy Woods, directora general de The Boston Consulting Group, dibujó la situación de la siguiente manera en su charla Ted de octubre de 2017: «Hace unos años, los países desarrollados y las ONGs donaron a los países en vías de desarrollo cerca de 200.000 millones de dólares. Ese mismo año, las empresas invirtieron en estos países 3,7 billones de dólares. Gracias a mi trabajo tengo la oportunidad de viajar mucho y de poder ver todo lo que se está haciendo con el dinero de los gobiernos y de las ONGs. Por eso, sé que no es suficiente. Los mayores problemas del mundo actual necesitan billones de euros y no solo millones. Así que, si vamos a hacer progresos significativos y duraderos en el tiempo, necesitamos que el sector empresarial, tanto a las compañías como a la banca, lidere las soluciones».

Alberto Andreu: «No hay que centrarse en el ‘cuánto’ ingresa una compañía, sino en el ‘cómo’ lo ingresa»

A pesar de esta necesidad, la realidad es que la desconfianza hacia las empresas por parte de la sociedad no termina de disiparse. O, al menos, así lo evidencia el Edelman Trust Barometer 2018: solo el 44% de la población confía en la figura del CEO. Ahora bien, aunque su fiabilidad no alcance a la mitad de la población, lo cierto es que es mayor que la de la administración pública y la de los medios de comunicación. Un escenario que otorga a las empresas el papel de motor del cambio.

«Hay un problema de concepto por parte de la población. Si preguntan por sostenibilidad, su mente se irá al medio ambiente; por responsabilidad social corporativa (RSC), a las donaciones; y por ética, a cosas bien hechas. Esto es correcto, pero tenemos -las empresas- que hacerle ver a la gente que hay dos elementos comunes a esas tres ideas que vertebran a un empresa ética y sostenible: hacer las cosas bien, pero sobre todo, hacerlas bien para que sean muy duraderas y no centrarse en el ‘cuánto’ ingresa una compañía, sino en el ‘cómo’ lo ingresa», ha explicado Alberto Andreu, miembro del Consejo Asesor de la Cátedra de Ética Económica y Empresarial de la Universidad Pontificia Comillas, durante la jornada Ética a tres bandas organizada por Beethik y celebrada en Icade.

Por su parte, Antoni Ballabriga, director global de Negocio Responsable de BBVA, ha hecho hincapié en la necesidad de formar alianzas entre las empresas para aumentar la confianza de las personas hacia ellas: «En el mundo interconectado actual, una compañía ya no depende ella misma, ahora es percibida como una industria única. Es más necesario que nunca trabajar de manera colaborativa». Además, cree que las alianzas tienen que ser intersectoriales, ya que «la sostenibilidad del sistema depende de una buena regulación -gobiernos-, de la adecuada supervisión -entidades sociales- y de una banca ajustada a principios éticos».

Anna Fornés: «Una empresa responsable es la que tiene en cuenta primero a las personas y luego los impactos económicos»

Las organizaciones éticas y responsables tienen que dejar una impronta positiva en la sociedad y en el medio ambiente, pero es necesario que esas huellas se generen primero dentro de la propia empresa. «Una empresa responsable es la que tiene en cuenta primero a las personas y luego, en segundo lugar, los impactos económicos, sociales y medioambientales. Quien no funciones así, no va a seguir existiendo dentro de 10 años», ha opinado Anna Fornés, directora de la Fundación Factor Humano, en el mismo acto.

En sintonía con esta idea y resaltando la importancia a la hora de incorporar a personal que sume en el objetivo de ser éticos, Carlos Sáiz, presidente de Cumplen, ha recalcado que el funcionamiento de las empresas «sigue dependiendo de las conductas humanas». Francisco Hevia, presidente de Dirse, ha añadido en su intervención que «la promoción ética de la compañía le corresponde a todas las personas, pero el grado de responsabilidad aumenta con el rango de influencia. El órgano de administración es el que tienen que divulgar con más ahínco los valores de la empresa».

«La ética reflexiona sobre la actuación las empresas y tiene dos funciones. En primer lugar, ilumina el objetivo último de la empresa. Este no debería ser ganar dinero, sino aportar algo y, si ese algo lo hacen bien, ganarán dinero. En segundo lugar, la ética es una condición sine qua non para ser sostenibles y vivir muchos años. De lo contrario, los trabajadores irán al paro, los directores acabarán en la cárcel y la empresa quebrará», ha concluido José Luis Fernández, director de la Cátedra de Ética Económica y Empresarial de la Universidad Pontificia Comillas, en su ponencia de clausura de la jornada.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME