Cambio Climático

Aire acondicionado, la otra plaga del verano

El uso desmedido de los aparatos de refrigeración dispara el consumo eléctrico, produce más emisiones y perjudica la salud.

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05
julio
2017

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Si ya ha tenido usted la suerte de viajar este verano, ya sea en avión, en tren o en autobús, es muy probable que se haya visto en la siguiente situación: aunque fuera el termómetro amenaza con rascar los 40 grados, usted se ha puesto una prenda de manga larga. El motivo: normalmente, quien está al cargo del aire acondicionado, tiene el dedo flojo o, lo que es lo mismo, prefiere pecar de exceso que quedarse corto.

Esto es perfectamente trasladable a tierra firme, esto es, casas, oficinas y comercios. En poco más de 10 años, en el mundo habrá más de 700 millones de aparatos de aire acondicionado, esto es, casi uno por cada 10 habitantes. En 2050, la cifra se duplicará. Así lo recoge un estudio del Ernest Orlando Lawrence Berkeley National Laboratory, que arroja otros datos alarmantes: en los últimos 15 años, la penetración de los aparatos de aire acondicionado en las áreas urbanas ha sido tal que hoy existen, de media, más de uno por hogar.

En 10 años, en el mundo habrá más de 700 millones de aparatos de aire acondicionado, uno por cada 10 habitantes

El informe advierte de una espiral catastrófica: a día de hoy, solo el 5% de los hogares de India, con una población de más de 1.200 millones de habitantes, cuenta con aire acondicionado. Sin embargo, como otros países emergentes de clima caluroso, la cifra se disparará en las próximas décadas de forma exponencial. Una revista de consumo de México, PNAS, analizó la evolución del mercado del aire acondicionado en aquel país, y es posible que, a finales de siglo, el 70% de los hogares disponga de un aparato. Eso, teniendo en cuenta la cantidad de días al año que la temperatura supera los 30 grados, conllevaría un aumento del consumo de electricidad doméstica de casi el 100%. En España, según los datos recogidos por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), la mitad de los hogares ya dispone de algún sistema de aire acondicionado. Otro estudio de Mirubee, una aplicación móvil de optimización de consumo energético, advierte de que el verano pasado el consumo de aire acondicionado supuso el 30% del total de electricidad, y en la zonas más calurosas llegó a rozar el 70%, con facturas de la luz que superan, de media, los 90 euros mensuales.

Ande yo frío, caliéntese el resto de la humanidad

Los aparatos de climatización consumen mucha energía eléctrica, eso supone un mayor rendimiento de las centrales térmicas y más CO2 emitido a la atmósfera. Los mismo pasa en los coches equipados con este sistema: toma su energía del propio motor, y por tanto aumenta su consumo y emisiones cada vez que está activado.

Pero lo más llamativo es un estudio de Ecologistas en Acción, según el cual el uso sistemático del aire acondicionado, que se multiplica en comercios y oficinas en verano, puede llegar a aumentar la temperatura media del centro de Madrid hasta en dos grados, según las zonas. Los expertos aseguran que un clima adecuado en un lugar de trabajo oscila entre los 23 y los 25 grados. En muchos casos, los sistemas de climatización se programan en 21: por cada grado adicional en que se baje la temperatura, el consumo de electricidad puede incrementarse en un 10%.

El verano pasado el consumo de aire acondicionado supuso el 30% del total de electricidad

El uso desmedido del aire acondicionado no solo perjudica el medio ambiente: también a quienes lo habitan. Según el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid, es fuente de catarros, tos, faringitis, rinitis, asma, neumonía, dolores de cabeza, contracturas musculares, lumbalgia y cervicalgia. «Son algunas de las patologías que pueden aparecer si abusamos del aire acondicionado», advierte un portavoz.

La solución, posiblemente, no pase por erradicar el aire acondicionado de nuestras vidas, y menos ahora, en que la subida de las temperaturas a lo largo de este siglo se da por supuesto. Pero sí por campañas de concienciación y sensibilización al respecto, para racionalizar su uso. Y por supuesto, en el diseño inteligente de edificios, mejor aislados y con sistemas de aireación natural. Tal vez, de entrada, supongan un mayor coste: pero a la larga ahorran considerablemente en gasto de energía, lo que repercute en nuestra economía, nuestra salud y la del planeta.

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