Opinión

Bicimad, marca España y la impunidad de los chapuzas

En España, no nos engañemos, sufrimos una atracción fatal por la chapuza, por las cosas a medio hacer o directamente mal hechas, por la postergación absurda, por la autocomplacencia más zafia…

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26
febrero
2014

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En España, no nos engañemos, sufrimos una atracción fatal por la chapuza, por las cosas a medio hacer o directamente mal hechas, por la postergación absurda, por la autocomplacencia más zafia… Es algo tan esencial para nosotros que hemos decretado impunidad ante cualquier bodrio nacional, da igual que lo perpetre Calatrava, el guionista de la noche de los Goya o el psicópata que ideó Marina d’Or.

El servicio de bicicletas eléctricas Bicimad es todo un ejemplo de ello. Desde que el lunes la alcaldesa Ana Botella y sus concejales se hiciesen esa foto rollito Verano Azul, con la Puerta de Alcalá (mírala-mírala) de fondo, los ciudadanos vienen sufriendo las deficiencias de un sistema que aún no estaba preparado para rodar.

Esta mañana, este humilde cronista se ha vuelto a patear la ciudad y en los cuatro dispensadores de bicis a los que ha recurrido ha sido imposible disponer del servicio. “Queríamos ir en bici hasta el Reina Sofía, pero es imposible, no funciona ninguno”, lamentaba un turista belga que ha venido a la ciudad con su familia. Nada bueno para la imagen de la ciudad y del país, ahora que tanto se habla de esa marcianada de la marca España. Un funcionario, que iba anotando las faltas y carencias del servicio, ha confirmado a esta revista que de las ocho estaciones que había revisado ninguna funcionaba. “¿Por qué han lanzado un servicio que no estaba preparado?”, se preguntaba acertadamente. Hay quien dice que desde el consistorio querían estrenarlo fuese como fuese antes de que el calor azote la ciudad y subirse a una bicicleta se convierta en una actividad peligrosa para cualquier organismo sin tendencias suicidas.

Los problemas no son aislados, afectan a casi todo el servicio, según el Ayuntamiento, “debido a la elevada demanda”: estaciones fuera de servicio, software desbordado, caídas de la página web, deficiencias en las aplicaciones móviles, teléfonos tras los cuales nadie atiende las solicitudes… Incluso un fallo de seguridad ha dejado al descubierto los datos de los usuarios. Parece que lo mejor para no caer en la frustración es esperar a que el Ayuntamiento arregle la carencias de un servicio que llevamos muchos años esperando y cuyo estreno ha quedado deslucido por el afán de propaganda y las prisas del consistorio.

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