Cultura

Cine Crítico: Inside Job y la máquina del dinero sucio

Inside Job fue el documental que se proyectó en la segunda sesión de Cine Crítico, el cinefórum creado por Ethic y Hub. Tras la película se produjo un acalorado debate entre Emilio Ontiveros y José María Fidalgo.

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10
septiembre
2013

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Inside Job fue el documental que se proyectó en la segunda sesión de Cine Crítico, el cinefórum creado por la revista Ethic y el centro de innovación Hub Madrid con el objetivo de analizar las causas de la crisis financiera internacional y buscar soluciones realistas y sostenibles de cara al futuro.

Tras la proyección de Inside Job, una obra dirigida por Charles Ferguson y ganadora de un Óscar al Mejor Documental, tuvo lugar un coloquio entre el economista Emilio Ontiveros y el ex líder sindical José María Fidalgo, en el que se debatieron las claves de una película que disecciona cómo se cocinó la crisis financiera internacional. Se analizan, así, cuestiones como el intenso proceso de desregulación financiera que se vivió en Estados Unidos desde la era Reagan, el omnívoro poder de los lobbies bancarios y su poderosa influencia sobre el Gobierno de Washington, las limitaciones de la reforma emprendida por Barack Obama, la connivencia de las élites intelectuales o la archiconocida y subsistente arbitrariedad de las grandes agencias de calificación.

La sesión de debate tuvo lugar el pasado 23 de julio y fue moderada por Alberto Andreu, profesor asociado del Instituto de Empresa y responsable de dirigir a nivel mundial las políticas de sostenibilidad de Telefónica.

El precipicio de la desregulación

El análisis de la debacle económica que hace Ferguson en Inside Job se aleja de esas tentaciones demagógicas en las que directores como Michael Moore tropiezan con excesiva frecuencia, para adentrarse en un terreno donde predomina la objetividad y que el espectador recorre a través de una narración que encuentra el equilibrio entre la emoción del relato y el rigor necesario en todo trabajo documental. En este análisis, la desregulación del sector financiero se nos presenta como el proceso que más afectó a la desestabilización del sistema, una idea en la que coincidieron Emilio Ontiveros y José María Fidalgo.

De izquierda a derecha: José María Fidalgo, Alberto Andreu y Emilio Ontiveros

«Existió una tendencia autorreguladora muy fuerte y al sistema financiero no se le puede dejar solo. La naturaleza humana, y la financiera, tienden a maximizar el beneficio. Es lo que ahora se llama codicia, como si fuera una novedad. Los sistemas financieros tienen que estar siempre bien regulados», argumentó Ontiveros.

Para el catedrático de Economía de la Empresa de la Universidad Autónoma de Madrid, «las tendencias reguladoras que se pueden deducir de la crisis tienen que ver, por un lado, con una utilización poco sujeta a supervisión, cerca de la banca en la sombra, de todas las operaciones con derivados, y en segundo lugar, y no menos importante, del grado de apalancamiento o endeudamiento de las entidades financieras».

Ontiveros entiende que «cuando una entidad financiera se defiende frente a la regulación no lo hace porque quiera operar con derivados o tener más apalancamiento, lo hace porque es consciente de que estar regulado incurre en unos costes».

«Pero también es un hecho que la actividad bancaria exige estar regulada porque, a diferencia de lo que ocurre en otros sectores, las consecuencias que tienen los episodios de inestabilidad son muy importantes y, por lo general, como estamos viendo en esta crisis, las paga todo el mundo. Por tanto, si la experiencia empírica nos dice que una buena parte de los accidentes financieros tiene que ver con una mala gestión de riesgos o con un excesivo endeudamiento, es sensato que los reguladores deduzcan lecciones y acoten ese comportamiento», añadió.

La Ley Glass-Steagall

José María Fidalgo, que en la actualidad preside el Centro de Negociación y Mediación del Instituto de Empresa, también insistió en que «la desregulación fue la causa fundamental de la crisis financiera» y situó el punto de inflexión en la derogación en 1999 de la Ley Glass-Steagall, que separaba la banca comercial de la banca de inversión. Esta ley, creada precisamente para evitar los excesos del sector financiero tras el histórico Crash del 29, empezó a ser fuertemente criticada por el lobby bancario desde mediados de los años 70, que a finales de siglo veía como ese anhelo desregulador, que tan fatídicas consecuencias tendría posteriormente a nivel internacional, se veía satisfecho. «Ese tabique no lo rompió Reagan. Fue Clinton, seducido por Alan Greenspan, quien dio ese paso nefasto y rompió el tabique que separaba la banca de inversión de la banca comercial», recordó Fidalgo.

La poderosa y decisiva influencia que los bancos ejercen sobre los inquilinos de la Casa Blanca -bien sean republicanos, bien sean demócratas- es, de hecho, uno de los mensajes clave de Inside Job, un documental en el que se llega a afirmar que el Gobierno de Washington tiene su verdadera sede en Wall Street. Así, se narra como, en medio de la hecatombe financiera desatada por la crisis de las subprime, Obama anunció una ambiciosa reforma del sistema financiero (en Europa por aquel entonces también se llevaba predicar sobre la necesidad de refundar el capitalismo), que la realidad se encargaría más tarde de descafeinar por completo. Puede que la música hubiese dejado de sonar, pero había que mantener el status quo del poder financiero.

El próximo Cine Crítico se celebrará el próximo 1 de octubre en Hub Madrid y en el coloquio participarán el filósofo Fernando Savater y el economista Emilio Ontiveros.

«Los lobbies influyen y mucho», afirmó Ontiveros durante el debate, antes de recordar el que el conflicto de intereses se produce también «en el ámbito de las agencias de rating, que trabajan como consultoras para las mismas entidades que califican», así como de una parte de la élite intelectual del mundo de la economía, cuya connivencia queda retratada en el documental. «Nuestra profesión tiene que ser también objeto de un especial celo», admitió el profesor y fundador de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

Soluciones

Para evitar caer en lo que denominó como «capitalismo incestuoso», Fidalgo defendió «separar con grandes tabiques lo público de lo privado, sabiendo que lo público y lo privado son necesarios y son complementarios. Tienen que colaborar sabiendo que hay una membrana que tiene que ser impermeable». Asimismo, defendió una «mayor transparencia no sólo para lo público, si no también para lo privado», dado que «lo privado puede causar riesgos sistémicos». «Cuando se trata de productos financieros hay que dar mucha información».

Fidalgo, un hombre muy aficionado a la filosofía, reflexionó en público sobre la naturaleza humana y su tendencia a caer en los mismo errores. «Pensamos que esto de las burbujas es una cosa de ahora, pero en el siglo XVII la euforia especulativa con los tulipanes ya provocó una burbuja. La avaricia siempre ha estado ahí».

Por su parte, Ontiveros apuntó que «esta crisis tiene que servir para disuadir aquellas veleidades autorreguladoras o desreguladoras» que desestabilizaron el sistema. «No sé en qué otros sectores se puede permitir la autorregulación, pero desde luego en el sector financiero no- Deben existir sistemas bien regulados».

Alberto Andreu, que dirigió y moderó la sesión, se sirvió de estas dos reflexiones de Fidalgo  y Ontiveros para lanzar un último titular:  «Dada la naturaleza del hombre parece necesario regular el sistema financiero».

José María Fidalgo y el editor de Ethic, Pablo Blázquez, momentos antes de la proyección.

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