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Pensamiento

Sobre la desobediencia civil

Thoreau y Arendt contemplan la desobediencia civil como una forma de inspirar la virtud necesaria para que la ciudadanía no se deje llevar por la apatía y la corrupción, para que la democracia no degenere en una tiranía de la mayoría.

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23
abril
2025

Los escritos de Thoreau suelen dividirse en dos grandes categorías implícitas en Walden: la de los textos de la naturaleza o «lo salvaje» y la de aquellos de carácter político, entre los que destaca el famoso ensayo La desobediencia civil, cuyo origen se halla precisamente en un incidente ocurrido durante la estancia del autor en Walden. A mitad de dicha estancia, que se prolongó de 1845 a 1847, Thoreau pasó una noche en la cárcel de Concord (Massachusetts). Una tarde de julio de 1846 se encontró con Sam Staples, el alguacil y recaudador de impuestos, quien le pidió amablemente que pagara el impuesto de capitación, requerido para poder ejercer el voto. Thoreau llevaba varios años sin pagarlo, a modo de protesta contra un gobierno estadounidense que toleraba la institución de la esclavitud y que había invadido México en una guerra de expansión territorial. El autor hizo oídos sordos a la petición de Staples y se negó a pagar, de manera que el alguacil se vio obligado a encerrarlo. Pero a la mañana siguiente alguien pagó por Thoreau, probablemente su tía Maria. El escritor abandonó entonces la cárcel a regañadientes y, tras hacer un recado, se fue al campo a buscar arándanos.

Con el objetivo de defender su posición y explicar el episodio a sus vecinos, Thoreau impartió dos conferencias en el Liceo de Concord a principios de 1848, poco después de regresar de Walden. Un año más tarde publicó en Aesthetic Papers un escrito titulado Resistance to Civil Government (Resistencia al gobierno civil), el cual, con algunas modificaciones, volvió a publicarse de manera póstuma en 1866, en A Yankee in Canada, with Anti-Slavery and Reform Papers. El cambio más significativo en esa edición de 1866 es el del título, que pasó a ser Civil Disobedience. No consta que el autor emplease por escrito la expresión «desobediencia civil», que no se encuentra en su diario ni en su correspondencia, aunque no es descartable que la sugiriese él mismo durante los últimos meses de su vida, cuando trabajó en la revisión de sus obras junto a su hermana Sophia.

A juicio de Thoreau, ningún gobierno, ni siquiera el democrático, está basado en la justicia

A juicio de Thoreau, ningún gobierno, ni siquiera el democrático, está basado en la justicia, de modo que el ciudadano libre debe vivir de acuerdo con una ley superior; tiene el derecho y la obligación de retirar su apoyo al gobierno cuando este actúa de manera condenable, incluso si ello conlleva una pena: «Bajo un gobierno que encarcela a cualquiera de forma injusta, el lugar en el que debe hallarse al hombre justo es también la cárcel». Esta defensa de la conciencia privada e individual frente al gobierno de la mayoría recibió escasa atención en su momento, pero llegados al siglo XX ejerció una gran influencia en Lev Tolstói, Mahatma Gandhi y Martin Luther King Jr., entre otros, y en el movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos.

Es justamente tras el auge de dicho movimiento, así como de la contracultura y la oposición a la guerra de Vietnam, cuando Hannah Arendt publica su célebre réplica, en 1970. A juicio de la autora, Thoreau no logra captar la naturaleza pública y colectiva de la desobediencia civil. El desobediente del que él nos habla es en realidad un objetor de conciencia, no un miembro de un movimiento político. Es más, la posición de Thoreau es, según Arendt, fundamentalmente apolítica: la desobediencia civil no consiste en el acto solitario de un individuo, sino en la acción colectiva de un grupo organizado, cuyo objetivo sería o bien cambiar las leyes, o bien impedir cambios inconstitucionales de las mismas. Para la autora, se trata del tipo de institución que puede fortalecer la democracia, al desarrollar y proteger los derechos de las minorías y el disentimiento organizado, evitando al mismo tiempo el empleo de la violencia.

Thoreau y Arendt, a pesar de sus divergencias, coinciden pues en su recelo del gobierno de la mayoría. Ambos contemplan la desobediencia civil como una forma de inspirar la virtud necesaria para que la ciudadanía no se deje llevar por la apatía y la corrupción, para que la democracia no degenere en una tiranía de la mayoría.


Este texto es un fragmento de ‘Sobre la desobediencia civil’ (Página Indómita), de Henry D.Thoreau y Hannah Arendt. 

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