Agricultura Bioinclusiva
Alimentar al mundo sin destruirlo: la urgencia de la agricultura
La agricultura bioinclusiva es un nuevo modelo que parte de la agricultura convencional pero contempla medidas para restaurar la biodiversidad sin afectar a la productividad ni a la calidad de los cultivos.
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Actualmente, la agricultura es responsable de aproximadamente el 90% de la deforestación global (FAO) y contribuye significativamente a la destrucción de hábitats naturales, impulsando la extinción de innumerables especies y representando una amenaza para 24.000 de las 28.000 especies en riesgo de extinción, según WWF.
Además, la agricultura también es una fuente de emisiones de gases de efecto invernadero. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los sistemas agroalimentarios representan aproximadamente un tercio de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. Estas emisiones se generan dentro de las explotaciones agrícolas, por el cambio de uso de la tierra debido a la deforestación y en procesos de pre y postproducción, incluyendo la fabricación de alimentos, el comercio minorista, el consumo doméstico y la eliminación de residuos.
Este problema se une a que cada vez somos más personas en el mundo. De hecho, las Naciones Unidas ya hablan de un crecimiento proyectado de más del 25% en las próximas seis décadas. Y, como no podría ser de otra manera, todos necesitaremos acceder a una alimentación equilibrada y suficiente. Por ello, si no conseguimos recalibrar nuestros modelos de producción agrícola a sistemas que no dañen al medioambiente, alimentar al mundo puede suponer su destrucción.
Ante esta situación, como agricultor pero también como amante de la naturaleza, me sentía en la obligación moral de buscar —y encontrar— soluciones a este problema. El cuidado y la promoción de la biodiversidad es esencial para el equilibrio de los ecosistemas y fundamental para nuestra seguridad alimentaria. También para nuestra supervivencia. Ciertos factores naturales, como el papel de los polinizadores en la reproducción de muchas de las plantas que constituyen nuestros cultivos, o la salud del suelo, mantenida por una variedad de organismos, son cruciales para la producción agrícola. Debemos cuidar de ellos. Tenerlos en cuenta. Sin embargo, prácticas como la expansión de monocultivos y el uso intensivo de agroquímicos han degradado estos recursos naturales, poniendo en peligro la productividad a largo plazo.
Con la misión de revertir los efectos de la actividad agrícola y con el soporte de grandes expertos del panorama nacional e internacional, creamos la agricultura bioinclusiva, un nuevo modelo que parte de la agricultura convencional pero contempla medidas para restaurar la biodiversidad sin afectar a la productividad ni a la calidad de los cultivos. No olvidemos que la prioridad de este sector es —y debe ser— producir lo máximo posible para alimentar a una población en crecimiento.
Además, la agricultura bioinclusiva también cuenta con un gran componente tecnológico, empleando sondas de succión electromagnéticas y sistemas de monitoreo satelital, que permiten hacer un uso más eficiente y controlado de los recursos naturales, como el agua y los nutrientes del suelo. Estas técnicas no solo mejoran la salud del ecosistema, sino que también pueden aumentar la resiliencia de los cultivos frente a plagas y enfermedades, reduciendo la necesidad de agroquímicos.
La agricultura bioinclusiva también cuenta con un gran componente tecnológico
¿Lo más sorprendente? Que no tiene repercusión en el agricultor ni para el consumidor. Con pequeños cambios y siendo conscientes del impacto que tienen cada una de las medidas y procesos que llevamos a cabo, podemos producir lo mismo y generando biodiversidad en nuestros cultivos. Todos ganamos.
Es importante destacar que, para que estos métodos calen en el sector agrícola de forma urgente, necesitamos concienciar a los pequeños y grandes agricultores pero también a las instituciones. Se requiere que las políticas públicas incentiven la conservación de la biodiversidad, acompañando a las empresas productoras en esta transformación verde. Además, este cambio debe suponer una responsabilidad compartida en la sociedad, con gobiernos, empresas y consumidores trabajando conjuntamente para crear un sistema agroalimentario que sea rentable y, a la vez, respetuoso con la flora y la fauna que sostienen la cadena trófica, de la que el humano es parte. No nos olvidemos de esto.
Ahora más que nunca, adoptar prácticas centradas en la biodiversidad nos da la oportunidad de asegurar un futuro en el que la producción de alimentos y la conservación del medioambiente vayan de la mano. Es una tarea monumental, pero con voluntad política, innovación y compromiso colectivo, es posible lograr un equilibrio que beneficie tanto a la humanidad como al planeta.
Luis Bolaños es empresario y fundador del modelo de agricultura bioinclusiva.
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