Internacional

Esa China señalada por Trump

Donald Trump asumirá su cargo como presidente de los Estados Unidos el 20 de enero. ¿Está China preocupada? Sin duda, hay inquietud y alarmas ante la incertidumbre.

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30
diciembre
2024

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Donald Trump asumirá su cargo como presidente de los Estados Unidos el 20 de enero. ¿Está China preocupada? Sin duda, hay inquietud y alarmas ante la incertidumbre. Para Beijing, sabido es que la estabilidad (o, si se prefiere, la armonía) es un valor nuclear, y buena parte de su política, tanto en el interior como en el exterior, lleva ese sello definitorio en el ADN de un magisterio que trasciende la mera gestión de la agenda. Pero la preocupación va más allá de Oriente.

En el momento internacional actual, con desafíos del calibre de una revolución tecnológica e industrial en curso, el cambio climático, la preservación de la paz o un desarrollo sostenible e inclusivo, la lógica nos dice que la cooperación debería ensancharse, muy especialmente entre los actores que desempeñan un papel principal en estos ámbitos. Se diría que es una actitud crucial para conjurarse contra una polarización autodestructiva.

Frente a esa urgencia, paradójicamente, existe una alta probabilidad de que se debiliten los compromisos a la par que la confrontación gane terreno. No es a China a quien le interesa. Tiene importantes frentes abiertos y sabe cuánto importa lo cerca que está de culminar la modernización. No obstante, cabe prever que, en su actual fase de desarrollo, tampoco rehuirá en la defensa de cuanto considere sus intereses centrales. Si Estados Unidos, por ejemplo, reitera restricciones en materia de semiconductores, China devolverá la pelota con limitaciones a la exportación de materiales clave y que controla en muy alto porcentaje. Por tanto, esas acciones sirven de bien poco: a corto plazo pueden frenar momentáneamente las capacidades chinas y sacudir la cadena global de suministros, pero lo más probable es que se ponga pronto al día y rompa el bloqueo a largo plazo logrando la autosuficiencia en industrias de alta tecnología. Si el auge de los vehículos eléctricos fue una sorpresa, lo sorprendente ahora sería que el espectacular aumento de la inversión en este campo condujera al fracaso. Joseph Needham sigue siendo de obligada lectura para recordar cuanto ha aportado la civilización china a la ciencia universal.

En el Partido Comunista (PCCh) tienen meridianamente claro que como ha ocurrido a lo largo de las últimas décadas, la fortaleza de su economía es la garantía de su soberanía

En el Partido Comunista (PCCh) tienen meridianamente claro que, como ha ocurrido a lo largo de las últimas décadas, la fortaleza de su economía es la garantía de su soberanía. A diferencia del primer periodo del Trump, hoy se siente más preparada no solo para responder con contramedidas parciales sino, sobre todo, para asumir el liderazgo allá donde Estados Unidos se desentienda. Y lo hará fortaleciendo el multilateralismo.

Puede que alguien piense que del deterioro de esa relación se pueden obtener réditos. Unos a modo de transferencia de pedidos, de relocalización de empresas o realineamiento de la cadena de suministros; otros, ventajas políticas o estratégicas, pero nada compensará otro mandato tumultuoso en la primera potencia del mundo. Ni es así como Estados Unidos logrará resolver sus muchos problemas ni como logrará influir positivamente en la democratización de países como China, si esta es, como dijo en su día el vicepresidente Mike Pence, la causa de la decepción provocada por una reforma que apunta a una modernización sin democratización liberal.

En Occidente podemos recrearnos en los problemas de China, su crisis económica (aunque creciendo al 5%), pero la resiliencia y continuidad de sus políticas es una fuente de credibilidad para muchos países, especialmente en el Sur Global.

Hay quien considera también que los lejanos conceptos que determinan su política son palabras huecas. Esto se debe a una praxis que se ha vuelto habitual: decimos una cosa y hacemos otra. Debiéramos estar atentos. En China, se hace más lo que se dice. Un refrán lo recuerda: «los antiguos hablaban poco por miedo a que sus actos no fueran coherentes con sus palabras».

Un tiempo de alto riesgo

Debemos admitir la existencia de diferencias profundas en muchos temas; no obstante, esas inquietudes no justifican en modo alguno el desinterés real en establecer lazos constructivos y estables, buscando acuerdos mutuamente ventajosos en lugar de apadrinar el rumbo hacia una confrontación global. Esa convicción debe sustentarse en una percepción correcta de China: su ambición no radica en someter el mundo a sus dictados ideológicos sino en modernizarse y desarrollarse conforme a sus propias convicciones.

En los próximos años, el riesgo de traspasar las líneas rojas es alto. China sustenta la paciencia estratégica en un sistema político cuya dinastía orgánica no está sujeta a un imperativo electoral. Trump tiene cuatro años por delante. Eso y la levedad actual de los contrapesos moderadores representa una invitación a la temeridad.

Europa puede desempeñar un papel de alivio y moderación de las tensiones. Es en ello donde debe fundamentar su autonomía estratégica. En muchas capitales hay reservas. Lo primero es exigir responsabilidad y cautela. Crear condiciones para mejorar las relaciones entre China y Estados Unidos exige mostrar una clara voluntad de promover la cooperación pragmática, defender un desarrollo multilateral y ejercer un liderazgo compartido.


Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

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