Pensamiento

«El matiz no es en absoluto tibieza ni cobardía»

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18
diciembre
2024

Por primera vez en Europa los extremos de izquierda y de derecha se han coaligado para derrocar a un gobierno de centro. Ha sucedido en Francia, donde la maniobra amenaza con sumir en el colapso la V República. En medio de esta creciente polarización, el periodista y ensayista francés Jean Birnbaum, director del semanario cultural de ‘Le Monde’, hace un alegato en defensa de la opinión matizada frente a los extremismos en su último libro ‘El coraje del matiz. Cómo negarse a ver el mundo en blanco y negro’ (Ediciones Encuentro, 2024).  


La tesis que atraviesa todo el libro es que expresar una opinión matizada en los distintos asuntos no es cobardía ni tibieza, sino un acto heroico. ¿Qué le llevó a esta conclusión?

No empecé a escribir por un pensamiento, sino por una emoción. Mi punto de partida fue esta frase de Albert Camus: «Nos asfixiamos entre personas que creen tener toda la razón». Y es que me llama la atención que, en casi todas partes, el debate haya sido sustituido por el combate, que haya una polarización cada vez más violenta de la sociedad y de las opiniones. Por eso he querido recoger la postura de autores que muestran que, en un ambiente maniqueo, lo más fácil y cómodo es elegir un bando. En cambio, lo difícil, y por ello quizá es incluso una forma de heroísmo y de valentía, es negarse a elegir un bando, obligarse a describir la realidad con todas sus contradicciones, de forma matizada. Para mí, el matiz no es en absoluto tibieza ni cobardía, es tener el valor de describir las cosas como son, y las cosas son siempre complejas.

«Me llama la atención que en casi todas partes el debate haya sido sustituido por el combate»

¿La moderación y el matiz que ensalza en este ensayo no conducen al relativismo?

Es una buena pregunta. Lo que intento mostrar en el libro es que no es así. De hecho, he escogido deliberadamente el ejemplo de autores que estaban muy comprometidos con determinadas causas, que en ocasiones defendían opiniones políticas muy firmes, como Bernanos u Orwell, pero que lo hacían sin caer en el maniqueísmo, sin renunciar a la verdad. Se negaron a sacrificar la verdad y la complejidad de las cosas en aras de su opinión política, su ideología o la causa que defendían. El matiz precisamente permite acercarse a una verdad más compleja. Mientras que caer en el maniqueísmo y el simplismo, al final, estrecha el campo de la verdad.

¿Se miran y comprenden mejor las cosas cuando no se parte de un esquema preconcebido?

Como Bernanos, defino el matiz como un acontecimiento de la mirada. Es, de repente, el acontecimiento de una mirada que ve lo que tiene delante de los ojos, las cosas como son. Nadie posee la verdad, pero todo el mundo puede acceder a ella si acepta –y es muy difícil, es un esfuerzo enorme– acabar con su ceguera, abrir los ojos y dejarse llevar por esta lucidez relampagueante.

Utiliza el ejemplo de autores como Bernanos, Orwell, Arendt, Barthes y otros que escribieron sobre situaciones muy extremas como la guerra civil española, la Alemania nazi o el maoísmo en China y el lector puede pensar que ahora no vivimos situaciones tan dramáticas que hagan del matiz algo tan heroico.

No podemos saber lo que sucederá en los próximos años, pero lo que está ocurriendo en Ucrania o Gaza pone de manifiesto que el mundo está en crisis. Como dijo Bernanos, el mundo está de nuevo maduro para todas las formas de crueldad. Por eso creo que es bueno recurrir a personas que han vivido otros periodos diferentes, difíciles y violentos, y que tal vez puedan darnos algunos consejos, algunas claves para sobrevivir y afrontar adecuadamente un momento como este en el que el mundo vuelve a estar atrapado en esquemas ideológicos y en el que necesitamos aún más valor para matizar.

«Caer en el maniqueísmo y el simplismo al final estrecha el campo de la verdad»

Cuando habla de la neolengua en Orwell, inmediatamente pienso en el lenguaje políticamente correcto que hoy lo invade todo. ¿Hay alguna relación?

Sí, hay una relación y es que la corrección política empieza con una buena intención, que es tener cuidado de no decir nada que pueda hacer daño a las personas, no permitir insultos, discriminación y estigmatización, pero al mismo tiempo puede convertirse en una especie de camisa de fuerza opresiva, en un lenguaje congelado, vitrificado. Y eso es exactamente de lo que trata Orwell. Efectivamente, cualquier lenguaje que originalmente busca la justicia social puede convertirse en un lenguaje que ahoga y oprime. Es importante ser respetuoso, no ofender a las minorías, ser educado con los demás, pero no debemos correr el riesgo de ver cercenada la libertad de expresión. Cualquier lenguaje puede convertirse en la neolengua de Orwell, no solo el lenguaje políticamente correcto.

Bernanos y Orwell se enfrentaron a las presiones para tomar partido sin matices por uno de los dos bandos que combatieron en la guerra civil española. En la actualidad, vivimos una presión muy similar con respecto al conflicto palestino-israelí. ¿Cómo está viviendo esta situación?

En la época de la guerra civil española, el líder de la derecha monárquica francesa Charles Maurras sentenciaba que había un bando bueno y uno malo y que había que elegir. Ahora, con el conflicto de Ucrania y, en particular, con el conflicto entre Israel y Hamás, se vuelve a dar este imperativo de elegir como si fuera obvio que hay un bando del bien y un bando del mal. Estoy de acuerdo en que es muy difícil mantener una posición matizada en este tema, pero creo que es perfectamente posible, como en todos los temas. Cuando doy conferencias y la gente me pregunta: «¿Cree usted que podemos matizar en tal o cual tema?». Siempre respondo que, en todos los temas, incluidos los más peligrosos y explosivos, no solo podemos sino que debemos ser matizados, es decir, tenemos que tomar en consideración los hechos en toda su complejidad. Orwell decía que hay que aceptar que es posible que el adversario, e incluso el enemigo, el que puede matarte, tenga razón en algo. El mero hecho de tenerlo en cuenta permite tener una posición más matizada tanto sobre este conflicto como sobre otros.

«En todos los temas, incluidos los más peligrosos y explosivos, no solo podemos sino que debemos ser matizados»

¿Cree que las lecciones que se pueden extraer de los autores que cita en el libro son también útiles para abordar el trabajo periodístico?

Sí, completamente. De hecho, escribí este libro basándome en mi experiencia como conferenciante que viaja por distintos lugares, pero también en mis vivencias como periodista y creo que las lecciones que he aprendido de estos autores son muy útiles para este trabajo. Cuando publicas un artículo sobre un tema controvertido en el que hay visiones enfrentadas, si uno de los dos bandos te aplaude es que has fracasado. En cambio, si ambos bandos te atacan y te acusan de hacerle el juego al otro, entonces has triunfado. Y esa es una de las lecciones de mi libro: que un argumento matizado te aboca a la soledad y pone a todos en tu contra.

Para poder dialogar con los que no opinan igual, ¿es necesario en primer lugar conocerlos, saber cuál es su historia y qué razones les llevan a defender su postura?

Sí, es mejor conocer a alguien en profundidad y saber un poco de contexto personal, su historia, las razones que pueda tener para defender su postura para alcanzar el matiz. Pero, al mismo tiempo, tengo la impresión de que el matiz es a menudo una especie de impulso del alma que surge de manera instantánea. Es como cuando decides salvar a alguien, como cuando una enfermera hutu, en Ruanda, decidió salvar la vida de una niña tutsi diciendo que era su hija. Desde este punto de vista, a veces no es en absoluto necesario conocer la historia de la otra persona ni tener una relación de amistad, basta con descubrir su rostro e identificarse con ella.

 

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