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Empresas tecnológicas: ¿las nuevas potencias nucleares?

Meta, Google, Amazon y Microsoft están apostando por la energía nuclear debido a la gran cantidad de electricidad que demandan los centros de datos que dan vida a la inteligencia artificial. ¿Qué consecuencias podría acarrear esto?

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22
agosto
2025

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Son varias las escenas protagonizadas por Homer Simpson que son tan absurdas como icónicas. Como aquella en la que se queda dormido sobre el botón de emergencia de la central nuclear, ajeno a las sirenas y al riesgo de colapso inminente. O la secuencia de la introducción, cuando, al sonar la alarma de salida, deja caer sin apuro una barra de material radioactivo, que rebota y acaba pegada a su espalda. A lo largo de la serie se aborda (con humor) una y otra vez ese miedo colectivo que durante décadas ha acompañado a este tipo de energía. No es para menos, los accidentes —el de Three Mile Island, en 1979; el de Chernóbil, en 1986; y el Fukushima, en 2011 — han dejado una huella difícil de borrar en la memoria de la humanidad.

Hoy, sin embargo, los gigantes tecnológicos están empleando la nuclear para dar vida a sus sistemas de inteligencia artificial (IA), que requieren de grandes cantidades de energía. Cuatro compañías tecnológicas lideran el impulso por revitalizar esta fuente energética en Estados Unidos, tanto con la reactivación de antiguos reactores como a través de la inversión en innovaciones, así como con los pequeños reactores modulares (SMR, por sus siglas en inglés). Meta, la empresa de Facebook, Instagram y WhatsApp, ha firmado un contrato de 20 años con Constellation Energy para abastecerse de energía proveniente de un reactor ubicado en Illinois.

Google, por su parte, se ha asociado con Kairos Power para obtener energía de una futura flota de reactores avanzados, que ha sido diseñada específicamente para alimentar sus centros de datos. Amazon también se ha sumado a esta tendencia al aliarse con Energy Northwest y Dominion Energy. Y Microsoft se comprometió a un acuerdo de 20 años para reiniciar la Unidad 1 de Three Mile Island. «Los centros de datos, al menos a la escala actual, son actores relativamente nuevos en el sistema energético global», afirma la Agencia Internacional de Energía (AIE), en un informe de abril de este año.

Google se ha asociado con Kairos Power para obtener energía de una futura flota de reactores avanzados

Se prevé que el consumo de electricidad de los centros de datos se multiplique, alcanzando unos 945 Teravatios hora (TWh) para 2030. Dicha cifra es ligeramente superior al consumo eléctrico total actual de Japón. El auge de la IA está acelerando la implementación de servidores de alto rendimiento, lo que se traduce en una mayor densidad energética en los monumentales servidores, sostiene la AIE.

Una sola respuesta de ChatGPT puede requerir pasar su consulta por billones de cálculos. Este proceso consume casi 10 veces más energía que una búsqueda en Google, explica un informe realizado por Goran Calic, profesor asociado de Gestión Estratégica en la Universidad McMaster, y Andy Wu, profesor de Administración de Empresas en la Unidad de Estrategia de la Escuela de Negocios de Harvard.

Estados Unidos representa, con diferencia, la mayor parte de ese aumento previsto, seguido de China. En el país norteamericano, se prevé que para finales de la década se consuma más electricidad para los centros de datos que para la producción de aluminio, acero, cemento, productos químicos y todos los demás bienes de alto consumo energético en conjunto, de acuerdo con la AIE. Y la energía nuclear será la que alimente a estas firmas tecnológicas.

«A diferencia de la solar o la eólica, donde la producción puede fluctuar, la nuclear suministra una carga de base [una fuente fiable que puede abastecer la red eléctrica las 24 horas del día sin depender de factores externos] estable y programable», explican Calic y Wu. Además, respecto a los combustibles fósiles, cuyos costes y disponibilidad son inciertos, el gasto nuclear es, en gran medida, fijo y estimable.

Los expertos de Goldman Sachs indican que la energía nuclear prácticamente no emite dióxido de carbono, aunque genera residuos nucleares que deben gestionarse con cuidado. A ello hay que sumar la escasez de mano de obra especializada, las dificultades para obtener permisos y la dificultad de obtener suficiente uranio. Esto supone un reto para el desarrollo de nuevas centrales nucleares, según comentan en un informe los especialistas del banco de inversión.

La firma financiera también señala que construir nuevas centrales implica enormes costes, largos plazos de ejecución (unos ocho años en promedio) y complejos requisitos regulatorios. Por eso, en el corto plazo, fuentes como el gas natural (que puede activarse rápidamente para cubrir la demanda) y las renovables (más baratas y rápidas de instalar) se presentan como alternativas más viables para cubrir las necesidades energéticas inmediatas. Aun así, una parte del futuro seguirá latiendo con un corazón nuclear. («Nuuuuucelar, la palabra es nucelar», dice Homer Simpson).

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