Pensamiento

Donna Haraway, la filósofa enamorada de la ciencia ficción

Autora del reconocido ‘Manifiesto Cíborg’, Donna Haraway ha desafiado las dicotomías entre humano y máquina, así como entre naturaleza y cultura.

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28
febrero
2025

Además de ser profesora emérita de Historia de la Conciencia y de Estudios Feministas de la Universidad de Santa Cruz en California, Donna Haraway (Denver, 1944) se ha posicionado como un referente del poshumanismo. Su obra recoge su interés por cuestionar el humanismo occidental, defender la socialización interespecie y la justicia ambiental y explorar las posibilidades que la tecnología ofrece para superar dicotomías tradicionales como humano/máquina, naturaleza/cultura y hombre/mujer.

Su pensamiento ha estado muy influido por las escritoras de futurismo Ursula K. Le Guin y Octavia E. Butler. Como hacían ellas, Haraway utiliza la ciencia ficción para desarrollar sus ideas y sus propuestas filosóficas en mundos imaginados. Precisamente, su texto más destacado es Manifiesto Cíborg, un ensayo publicado en 1983 en el que acuñó el concepto de cíborg para hacer referencia a un organismo híbrido capaz de trascender los límites de lo que se considera humano y transgredir las convenciones sociales sobre el género y las relaciones con la tecnología y el mundo. Ella misma ha dicho que su obra es «un esfuerzo por construir un mito político irónico fiel al feminismo, al socialismo y al materialismo».

En esa misma línea, otras de sus publicaciones destacadas incluyen Ciencia, cíborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza (Cátedra, 1995), Manifiesto de las especies de compañía (Sans Soleil, 2016) y Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno (Consonni, 2019). Pero para saber quién es realmente la autora, el documental Donna Haraway: Cuentos para la supervivencia terrenal ofrece una ventana a la dimensión más humana de Haraway. Criada en una familia católica, de niña soñaba con liderar una cruzada infantil con tan solo 7 años. Sus dudas de fe en la adolescencia la llevaron a leer (y a rechazar) a Santo Tomás de Aquino. Pero fue también en el seno de su familia donde descubrió lo que sería el gran amor de su vida: el arte de contar historias.

En ‘Manifiesto Cíborg’, Haraway acuña el término para referirse a esos seres híbridos que trascienden el límite de ‘lo humano’

Porque, aunque Manifiesto Cíborg sea su obra más destacada, quizá sea un relato de ciencia ficción el que mejor represente el pensamiento y el mundo que a Haraway le gusta imaginar: Las historias de Camille: los niños del compost, una narración especulativa contenida en el libro Seguir con el problema. En esta historia de futurismo filosófico, la autora se sitúa en un mundo posapocalíptico, devastado por la propia acción del hombre y en el que la humanidad se ha unido en comunidades llamadas «Niños del Compost», en las que las configuraciones familiares están en constante negociación y transformación. El modelo propuesto por la comunidad para que nazcan niños plantea que cada recién nacido (que puede ser gestado indistintamente por hombres o mujeres) debe tener tres padres y la decisión de traer una nueva vida al mundo se realiza de forma colectiva. Los niños además pueden ser criados en simbiosis con una especie no humana y forma parte de sus derechos la posibilidad de elegir su género y modificar su propio cuerpo.

En este pequeño relato están reunidas las principales ideas de Haraway: es una invitación a imaginar futuros alternativos en los que la humanidad deja de ser el centro y propone un modelo de existencia basado en el cuidado mutuo y la dependencia interespecie, con la tecnología y la ciencia al servicio de ese propósito. Y es también, por supuesto, una reivindicación del uso de la ciencia ficción al servicio del pensamiento filosófico.

Pero el provocativo pensamiento de Donna Haraway no ha estado exento de críticas y de controversias. En el aspecto formal, su lenguaje barroco o a veces demasiado academicista) y el constante uso de metáforas poco comprensibles disuaden a muchos de su lectura. Por otro lado, desde el feminismo se ha criticado que su apuesta radical por desdibujar los límites de lo humano elimina la categoría de «mujer» y debilita la lucha por sus derechos. Además, se ha dicho que su negación de la existencia de una esencia propia y exclusiva del ser humano limita la defensa de los derechos humanos y la justicia social y corre el riesgo de caer en el relativismo moral. Desde posturas más materialistas también se ha cuestionado el carácter excesivamente simbólico y abstracto de sus ideas, fáciles de desarrollar en una utopía, pero no de aplicar en la vida real.

A pesar de todo, es indudable la influencia que Haraway ha ejercido y sigue ejerciendo en la filosofía poshumanistaa, en los debates actuales sobre ecologismo y en la literatura futurista.

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