¿Cuánto tiempo pasamos frente a la pantalla?
En un mundo eminentemente tecnológico, la exposición a las pantallas es prácticamente inevitable. Pero está creciendo de manera alarmante sin ser realmente conscientes de sus riesgos.
Artículo
Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).
COLABORA2025

Artículo
Día a día, millones de trabajadores desgastan sus ojos ante la pantalla de un ordenador para ganar el sustento. Las consecuencias son conocidas: problemas visuales, fatiga mental y trastornos musculares o en el sistema óseo. Conocemos la teoría, la postura correcta, las distancias adecuadas y el tiempo de descanso ocular… Pero, tras las jornadas laborales de ocho o más horas, recordar la teoría se hace difícil.
La preocupación por las consecuencias negativas de pasar demasiado tiempo frente a una pantalla comenzó en la década de 1950 con los primeros televisores. Ya entonces los expertos hablaban de los efectos nocivos para la vista y los hábitos posturales de los televidentes, y también de cómo favorecía el sedentarismo, mermaba la capacidad analítica y potenciaba el individualismo. Efectos que no han hecho más que multiplicarse en las últimas décadas. El motivo principal, sin duda, ha sido la aparición de los ordenadores, las tabletas y los smartphones y su incorporación a nuestras vidas hasta convertirse en elemento imprescindible, casi en una extensión corporal de un elevadísimo porcentaje de la población.
Una pareja a la luz de las velas de un restaurante de postín mira cada uno su teléfono y comen como autómatas silenciosos. Un grupo de amigos, cada uno mirando su propio smartphone, comparten esporádicos comentarios que no son escuchados por el resto. Una persona camina por la calle ensimismada en la pantalla hasta el punto de chocar con otras o con el mobiliario urbano. Alguien sentado en el autobús contempla su serie favorita en la mínima pantalla y se pasa de parada. Estas y muchas escenas similares se han tornado ya cotidianas. En España, según un estudio realizado por ElectronicsHub, cada persona pasa cerca de un 35% de su tiempo diario mirando una pantalla. Casi 6 horas diarias. Teniendo en cuenta esta media, comprenderemos que al tiempo de pantalla laboralmente obligado de muchas personas, se añade el que se desarrolla en el ámbito privado. Pareciese como si, lejos de acabar agotados tras la jornada laboral, dedicásemos también nuestro tiempo de ocio a la idéntica actividad.
En promedio, los españoles invierten alrededor de dos horas diarias en las redes sociales
Idéntica, al menos, en lo que a efectos para nuestra salud respecta. Más allá de los problemas visuales y posturales, la ciencia nos advierte de los daños neurológicos de la exposición constante a las pantallas. Durante el tiempo que pasamos frente a ellas se generan grandes cantidades de dopamina que estimulan el ciclo placer-recompensa y de gratificación a corto plazo. Hay estudios que vinculan esta excesiva exposición a un aumento del riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares, problemas de memoria, alteraciones en el uso del lenguaje y las capacidades lógicas, e incluso cuadros de demencia o enfermedades como el Parkinson. Por si fuese poco, las luces de las pantallas alteran la natural liberación de melatonina, la hormona que regula el sueño.
Justamente, la estimulación en las personas del ciclo placer-recompensa, fue y sigue siendo el objetivo prioritario a la hora de diseñar las redes sociales. Y son estas, en gran medida, las máximas responsables de que cada año aumente el período de tiempo que los humanos pasamos frente a una pantalla. El estudio mencionado antes revela que de las seis horas diarias de media observando una pantalla que pasamos cada día, casi dos las dedicamos a las redes sociales.
Los más vulnerables a los efectos nocivos de las redes sociales son, sin duda, los adolescentes. Este nuevo modelo de socialización fomenta un sedentarismo nocivo para la salud física. La obesidad y el desarrollo de afecciones cardiovasculares se multiplican entre la juventud. Pero, además, crecen de manera alarmante entre este nicho poblacional los problemas de autoestima, la depresión, la ansiedad, los instintos violentos y una gradual pérdida tanto de la creatividad y la autonomía como de la expresión no verbal.
En España, según un estudio del Instituto Tecnológico del Producto Infantil y de Ocio (AIJU), un 75% de los niños entre 1 y 12 años de edad supera el límite de tiempo máximo de exposición a una pantalla que recomiendan los expertos. El dato se revela más grave en la franja de edad de entre 1 y 6 años, en la que el porcentaje supera el 85%.
COMENTARIOS