Cómo conocer a una persona
Vivimos rodeados de personas que se sienten invisibles en una sociedad fragmentada, hostil e insensible al sufrimiento. El periodista David Brooks se nutre de la psicología y la neurociencia para ofrecer diferentes claves sobre sobre la conexión humana.
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En nuestra vida suceden acontecimientos, pero cada persona procesa y experimenta cada acontecimiento a su manera. Aldous Huxley capturó lo central de la realidad: «La experiencia no es lo que te sucede, es lo que haces con lo que te sucede».
En otras palabras, hay dos capas de realidad. Existe la realidad objetiva de lo que sucede y la realidad subjetiva de cómo se ve, se interpreta y se le da significado a lo sucedido. Esa segunda capa subjetiva a veces puede ser la más importante. Como lo expresa Marc Brackett, psicólogo de Yale, «el bienestar depende menos de eventos objetivos que de cómo esos eventos son percibidos, tratados y compartidos con los demás». Esta capa subjetiva es en la que queremos centrarnos en nuestra búsqueda de conocer a otras personas. La pregunta fundamental no es: «¿Qué le pasó a esta persona?» o «¿Cuáles son los elementos de su currículum?». En lugar de ello, deberíamos preguntarnos: «¿Cómo interpreta esta persona lo que pasó? ¿Cómo ve esta persona las cosas? ¿Cómo construye su realidad?». Esto es lo que realmente queremos saber si anhelamos comprender a otra persona.
Un extrovertido entra a una fiesta y ve una sala diferente a la que ve un introvertido. Una persona formada como diseñador de interiores ve una habitación diferente de la que ve alguien formado como especialista en seguridad. El terapeuta Irvin Yalom pidió una vez a una de sus pacientes que escribiera un resumen de cada sesión de terapia grupal que realizaban juntos. Cuando leyó sus reportes, Yalom se dio cuenta de que ella experimentaba cada sesión de manera por completo diferente a él. Ni siquiera escuchaba las ideas supuestamente brillantes que Yalom creía que estaba compartiendo con el grupo. En cambio, notaba los pequeños actos personales: la forma en que una persona elogiaba la ropa de otra, la manera en que alguien se disculpaba por llegar tarde. En otras palabras, podemos estar juntos en el mismo evento, pero cada uno tiene su propia experiencia. O, como dijo la escritora Anaïs Nin, «no vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos».
Existe la realidad objetiva de lo que sucede y la realidad subjetiva de cómo se ve, se interpreta y se le da significado a lo sucedido
La segunda razón por la que os he contado esta historia es que muestra cómo se puede transformar toda la perspectiva de una persona, su manera de ver, interpretar y experimentar el mundo. En tiempos normales, nuestra conciencia subjetiva cambia poco a poco, pero a raíz de acontecimientos impactantes puede cambiar de repente.
Al comienzo de la historia, Carrère se cree un hombre malhumorado, ensimismado y desventurado. Considera a Hélène una mujer impresionante a la que, sin embargo, no ama. Pero el tsunami lo desgarra y revoluciona su mirada sobre cómo se ve a sí mismo, cómo ve a Hélène y cómo experimenta el mundo. Una perspectiva ensimismada es reemplazada por otra perspectiva más concentrada en los demás. Él se ve a sí mismo como un hombre con una nueva tarea: comprometerse con este amor que ha brotado en su interior, para que él y Hélène pasen juntos el resto de sus vidas. No se trata tanto de que haya tomado una decisión racional para cambiar su forma de ver a Hélène y a sí mismo. Algo brota desde lo más profundo de él, una transformación de todo su punto de vista.
La transformación de Delphine es aún más dramática. Como cualquier padre o madre puede decirnos, cuando nace un niño uno descubre que su perspectiva de la vida se transforma. Se transforma de nuevo si arrancan a un niño de la vida de uno. Delphine se había acostumbrado a vivir de cierta manera: abrazar a Juliette, darle de comer, jugar con ella. Tenía modelos en su cabeza construidos en torno a esas experiencias comunes. Ahora Juliette se ha ido y los modelos que tiene en mente no concuerdan con su nueva realidad. La historia de su vida ahora se organizará en torno a Antes y Después. Antes del tsunami, ella tenía una perspectiva de la vida. Después, tendrá que desarrollar otra perspectiva.
Tendrá que pasar por un proceso de duelo, con sus momentos de dolor impactante, momentos en los que viejos recuerdos irrumpan en su mente. Tal vez sufrirá ataques recurrentes de agonía y angustia mientras evoca el terror que debió descender sobre Juliette en sus últimos segundos. Pero poco a poco se volverán a formar modelos en su mente. Su punto de vista se ajustará a su nueva realidad externa. Delphine construirá una perspectiva que incorpore a Juliette como una presencia en sus recuerdos y en su corazón, y eso será parte para siempre de cómo Delphine ve el mundo después del tsunami. Este proceso de duelo y transformación mental tampoco es algo que pueda controlarse de manera consciente. Fluye siguiendo su propio curso sorprendente e idiosincrático, de nuevo desde algún lugar profundo de nuestro interior. Cada mente se está rehaciendo implacablemente.
Este texto es un fragmento de ‘Cómo conocer a una persona’ (Oceáno, 2024), de David Brooks.
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