Pensamiento
¿Qué pensaban los filósofos existencialistas?
El existencialismo es una de las corrientes de pensamiento más populares del siglo XX, que se ha ido transformando a través de nombres como Jean-Paul Sartre o Miguel de Unamuno hasta llegar a nuestros días.
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Más que una escuela filosófica, el existencialismo es un punto de vista en el que tienen cabida corrientes variadas y manifestaciones de pensamiento de distinto tipo. Parte de una noción tan amplia como básica: ante la inmensidad de la existencia, no somos nada. Y es en no ser nada donde encontramos el punto de partida que nos enseñará cómo atravesar esa misma existencia. El primer documento que expone las principales ideas existencialistas es El existencialismo es humanismo, una conferencia de Jean-Paul Sartre en 1945 y que fue publicada más tarde.
En ella, el filósofo francés, uno de los referentes de esta corriente, critica que se hable del existencialismo como algo necesariamente pesimista o negativo, y lo plantea como la idea de que la existencia precede a la esencia. ¿Qué quiere decir esto? Pues que, antes que todo, existimos, sin que nadie nos haya pedido permiso y sin haberlo pedido nosotros. Luego viene la definición de nuestra esencia, que solamente se da a través de las decisiones que tomamos mientras existimos y que dan sentido a nuestra vida, pero siempre a posteriori de la existencia en sí.
Así lo expresa el pensador: «El hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente […], nada existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser». La vida es como un gran vacío: algo oscuro y de una amplitud indeterminada en su enorme tamaño. Pero ¿por qué ver el vacío como algo negativo?
Sartre plantea la vida como un gran camino sin pauta previa, para bien y para mal: no hay una idea predefinida sobre cómo debemos existir, solo existencia. En ella tendrán cabida tanto las resoluciones buenas como las malas, y su definición partirá exclusivamente de nuestros actos individuales. La libertad es nuestra condena y los responsables de lo que sucede, en última instancia, somos nosotros, lo cual inevitablemente nos producirá angustia, ya que asumimos que nuestro éxito o nuestro fracaso dependen enteramente de cómo afrontemos ese punto de partida. De ahí el sentimiento de desesperanza y angustia y el vernos superados por la idea de existir sin una naturaleza marcada y sin un sentido superior que guíe nuestras acciones.
Para Sartre, no había una idea predefinida sobre cómo debemos existir, solo existencia
Algunos artistas y escritores como Dostoyevski o el escultor Alberto Giacometti exploraron este absurdo y esta angustia en sus obras. También las ideas defendidas por Sartre encontraron eco en otros grandes pensadores como Simone de Beauvoir o Martin Heidegger, que en sus textos desarrollaron las ideas de la nada existencial y del ennui ante dicha nada.
Ahora bien, el existencialismo defendido por Sartre, el llamado «existencialismo ateo», no es el único camino para entender esta corriente: también podemos encontrar existencialistas cristianos, que, si bien compartían en esencia las mismas ideas, diferían del pensamiento del francés en tanto que sostenían la noción de un Dios que existe, valga la redundancia, por encima de la existencia. Pensadores como Kierkegaard o Miguel de Unamuno estuvieron de acuerdo en que, aunque el ser humano sigue siendo responsable de sus actos, existe un Dios que lo evalúa todo desde un plano superior, marcando así nuestra búsqueda de la esencia, aunque sin definirla del todo.
Por otro lado, y a medio camino entre los ateos y los cristianos, el existencialismo agnóstico también supo encontrar su lugar, a través de pensadores como el novelista Albert Camus. El autor francés, en su novela El extranjero, plantea que la idea o no de Dios es irrelevante, pues es el hombre quien sigue teniendo que enfrentarse a solas al camino ignoto de la existencia, sin solución externa a sus problemas.
El existencialismo vivió su época dorada en el siglo XX, particularmente después de las guerras mundiales. Estos sucesos traumatizaron al mundo y dejaron un amplio espacio de reflexión a propósito de la banalidad del mal y del daño que los seres humanos se hacen a sí mismos. Desde entonces, las ideas del existencialismo ateo, el más popularizado, han ido evolucionando hasta acabar formando parte incluso de nuestro lenguaje popular.
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