Economía

Breve historia del café

No solo se trata de una de las bebidas más consumidas, el café también es la segunda mercancía más comercializada en el planeta. ¿Cómo se convirtió una pequeña semilla etíope en la bebida que mantiene despierto al mundo?

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11
marzo
2024

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El café es una de las bebidas más consumidas del mundo. En España se toman alrededor de 14.000 millones de tazas al año, pero los datos del resto del planeta también muestran el éxito de la bebida estimulante, con un consumo mundial de 170,5 millones de sacos de 60 kilogramos. Actualmente, el café es considerado la segunda mercancía más comercializada en el mundo y cada vez llegan más variedades con distintos sabores y aromas para el consumidor. Pero, ¿cómo se convirtió una pequeña semilla africana en la bebida que mantiene despierto a todo el planeta?

Su origen se remonta a las tierras altas de Etiopía, en el siglo XI, donde las tribus de la región de Kaffa descubrieron por primera vez el potencial de las semillas rojas y brillantes de un arbusto desconocido. Así comenzó un viaje que transformaría no solo las costumbres de una región, sino que también dejaría una huella indeleble en culturas de todo el mundo.

La leyenda cuenta que un pastor de cabras llamado Kaldi observó cómo sus animales se volvían más vivaces después de mordisquear las bayas rojas de un arbusto cercano. Intrigado, probó él mismo las bayas y experimentó una sensación de energía renovada. Este descubrimiento atrajo la atención de los monjes locales, quienes comenzaron a utilizar las semillas para preparar una infusión que les ayudaba a mantenerse despiertos durante largas horas de oración.

Con el tiempo, el conocimiento sobre el café se extendió más allá de las fronteras de Etiopía, llegando a la península arábiga en el siglo XV. Fue en Yemen donde el café comenzó a cultivarse de manera deliberada, y donde se desarrollaron las primeras técnicas de tostado y preparación. Los cafetales se convirtieron en un activo comercial importante, y pronto las primeras casas de café, llamadas qahveh khaneh, se establecieron como lugares de encuentro social y debate intelectual.

Según la leyenda, un pastor observó cómo sus cabras se volvían más vivaces después de mordisquear las bayas rojas

Desde Yemen, el café se extendió rápidamente por todo el mundo árabe y llegó a lugares como Constantinopla, El Cairo y Damasco. En el siglo XVII, los primeros cafés europeos abrieron sus puertas en Venecia y Londres, donde el café se convirtió en sinónimo de sofisticación y refinamiento. Las casas de café se multiplicaron por toda Europa, sirviendo como centros de actividad cultural y política, donde artistas, escritores y pensadores se reunían para intercambiar ideas y debatir sobre los temas más candentes del momento.

El café llegó a América a través de colonos europeos en el siglo XVII, y pronto se convirtió en una parte integral de la vida cotidiana en lugares como Nueva York, Boston y Nueva Orleans. En el siglo XIX, la demanda de café experimentó un crecimiento exponencial con la expansión de la industria cafetera en países como Colombia y Brasil. Las plantaciones de café se convirtieron en grandes empresas agrícolas que empleaban a miles de personas y generaban riqueza para las economías locales.

Y así, hoy en día, el café es una de las bebidas más populares y extendidas, con millones de personas disfrutando de su sabor y aroma único diariamente. Desde la cafetería de la esquina hasta las de especialidad, este estimulante ha encontrado su lugar en todas las culturas, sirviendo como un vínculo que une a personas de todos los rincones del mundo.

Producción industrial versus producción sostenible

Existen dos principales enfoques en la producción cafetera. El primero, el más industrial, en el que a menudo se prioriza la maximización de la producción a expensas del medio ambiente y las condiciones laborales. En este tipo de explotación se emplean prácticas intensivas que pueden agotar los recursos naturales y dañar los ecosistemas. El uso excesivo de pesticidas y fertilizantes puede contaminar el suelo y el agua, y la deforestación para dar paso a vastos monocultivos de café contribuye a la pérdida de biodiversidad.

Por otro lado, está el enfoque sostenible, que busca equilibrar la rentabilidad con la responsabilidad social y ambiental. Se centra en métodos agrícolas que protegen el medio ambiente y promueven el bienestar de las comunidades locales. Esto incluye prácticas como la agricultura orgánica, la agroforestería y la diversificación de cultivos para mejorar la resiliencia frente a enfermedades y cambios climáticos.

En esta última forma de cultivar entra de lleno el comercio justo, que desempeña un papel crucial en la producción sostenible de café al garantizar precios y condiciones laborales adecuados para los agricultores. Este enfoque fomenta relaciones comerciales más equitativas y transparentes, promoviendo el desarrollo económico y social en las regiones cafeteras.

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