Energía: conocer el origen para revolucionar el futuro

Artículo

Luis Meyer

Ilustración

Yvonne Redin

La energía es un concepto absoluto e irrebatible que siempre ha estado ahí, desde el inicio de todo, como la materia. La teoría más aceptada hasta ahora sobre el principio del universo, el Big Bang (desarrollada por científicos como Albert Einstein y Stephen Hawking) ya contempla la llamada «energía oscura» como elemento imprescindible: está presente en todo el espacio y produce una presión que tiende a acelerar la expansión del cosmos a través de una fuerza gravitacional imparable. No hay que irse tan lejos: dentro de nuestro propio organismo hemos asumido la energía como parte indispensable de su funcionamiento.

Igualmente, desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha recurrido también a fuentes de energía externas para evolucionar, desarrollarse como civilización y mejorar su calidad de vida. Antes, su relación era más directa: una simple racha de viento era capaz de mover enormes barcos de miles de toneladas o las aspas de un molino, el discurrir de un río se desviaba por acequias hasta el rodezno para moler el grano y el fuego iluminaba ciudades enteras capturado y perpetuado con aceite en infinidad de candiles, o calentaba los hogares desde braseros ocultos bajo manteles.

Más del 80% de la población española considera las fuentes renovables el camino a seguir para luchar contra el cambio climático

Son solo algunos ejemplos de nuestra relación cercana con los elementos y su paulatina adaptación a nuestras necesidades. En este tiempo, todo se ha complejizado mucho por el inmenso desarrollo de nuevas tecnologías, pero también de nuestras necesidades. Desde el teléfono móvil que llevamos siempre como una extensión de nuestro cuerpo hasta la miríada de electrodomésticos y dispositivos que puebla nuestros hogares, pasando por las bombillas que convierten la luz en un bien permanente, necesitan energía para funcionar y, por ende, para que funcionemos nosotros mismos como sociedad: no hay nada que cause hoy mayor temor social que un apagón total.

Esta producción ingente de energía ha requerido la creación de sofisticadísimos sistemas de transporte y distribución que han resultado en un mercado inextricable que, durante décadas, la sociedad no se ha preocupado demasiado por entender: darle al interruptor al llegar a casa para que se iluminara el recibidor era todo lo que necesitaba saber.

En los últimos años, sin embargo, esta actitud está cambiando a marchas forzadas. Los efectos del cambio climático han creado una ciudadanía con una conciencia social y medioambiental cada vez mayor. En nuestro país, según la última encuesta de Funcas, a ocho de cada diez personas les preocupa «mucho» o «bastante» el cambio climático, y otro estudio de Capterra arroja que el 70% de los consumidores se ha replanteado sus hábitos y opta por productos sostenibles; el 50% de quienes miran su etiquetado se fijan de forma prioritaria en su procedencia.

Una tendencia que también afecta a la energía que, al fin y al cabo, es otro bien de consumo. Una encuesta realizada por GAD3 y recogida por el diario Cinco Días demuestra que más del 80% de la población española considera las fuentes renovables el camino a seguir para luchar contra el cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales. La transición ecológica, materializada en una agenda de descarbonización, no es solo un hecho político y económico, sino ante todo, social.

Esto está provocando un viraje a una relación más directa con la energía que consumimos en la que no solo la sociedad muestra ahora una mayor voluntad por entender la factura de la luz: también exige, cada vez más, saber de dónde proviene.

Los consumidores ya no solo quieren entender la factura de la luz, además reclaman ser capaces de saber de dónde viene esa energía consumida

Existen varias herramientas para trazar esa procedencia, y la más eficaz es el etiquetado GdO (Garantías de Origen de la Energía) desarrollado por la CNMC. Según este sistema, Gesternova es de las pocas comercializadoras que desde hace años está certificada como 100% renovable. Pero se puede ir más allá, como demuestra esta compañía en el trato que da a los productores de esa energía proveniente de fuentes limpias. Porque en este caso, las compañías comercializadoras deben no solo tener claro el origen verde de la energía que venden, sino también cuidarlo y promoverlo.

En esta línea, desde Gesternova aseguran «trabajar por y para los productores». Hoy son ya casi 10.000 los que trabajan con esta compañía, que inició en 2005 su actividad centrada en la comercialización de electricidad generada por energías renovables. De esta manera, les ofrecen a sus proveedores de fotovoltaica, eólica, hidráulica, termosolar y biomasa un servicio integral que va más allá de la representación en el mercado. Les asesoran y acompañan en todo el ciclo de producción, y se involucran para conseguir el máximo beneficio de la energía generada al tiempo que están siempre pendientes para minimizar al máximo el riesgo.

Un ejemplo de una sociedad cada vez más implicada con el planeta en la que el sol, el viento, el agua y la tierra vuelven a recuperar el protagonismo que merecen.