La educación como camino de libertad e igualdad
Esta semana, ‘Ethic’ y Ethosfera han sentado en un encuentro a Bianca Thoilliez, Gregorio Luri, Tania Sánchez y Jorge Úbeda. Todo ello moderado por el filósofo Diego S. Garrocho y con un objetivo: desgranar el papel clave de la educación en la democracia liberal.
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En esta conversación, organizada por Ethic y Ethosfera, hemos hablado de la universalidad y del acceso a la educación como una de las grandes conquistas del proyecto democrático español. Cada vez el acceso a la educación es más universal y más personas acceden a estudios superiores, pero hemos planteado también la duda de que ese acceso sea una vía de entrada a una educación cada vez menos valiosa.
También hemos hablado del juicio experto, de por qué no siempre se atiende a este a la hora de desarrollar una política educativa, o de cómo en ocasiones hacemos una aproximación muy banal a la propia consideración del juicio experto, ya que hay expertos de muchos tipos e ideologías. Por tanto, además de escuchar a los expertos deberíamos atender a la comunidad educativa, a los padres, a los estudiantes y a las personas implicadas dentro del proceso educativo.
Se ha planteado un debate muy interesante sobre la centralización o descentralización de la educación, si es mejor una mayor o una menor autonomía. Al fin y al cabo, los centros son los que conocen a la comunidad a la que se dirigen, pero a veces es necesario enmarcar el proyecto educativo en torno a símbolos comunes, libros, relatos y mitos que puedan ser compartidos.
Otro tema que se ha tratado es la educación como ascensor social. Yo debo todo lo que soy a la educación pública, así que siempre seré defensor de la educación pública como uno de los elementos vertebrales de la democracia liberal.
También se ha hablado de lo material, de que llenamos de palabras y de conceptos el debate sobre la educación, pero que a veces basta con solucionar una ratio, con dar prioridad a la cuestión de los recursos que destinamos. Como comunidad moral y política, debemos destinar más recursos para la educación de nuestros jóvenes, que son los que van a encargarse de las sociedades futuras.
Sea del signo que sea el gobierno o la ley educativa, me gustaría pensar que la próxima ley será estable y consensuada; que será una ley que conforme nuestros anhelos y deseos y que pueda durar décadas, y que el Ministerio de Educación se convierta en un punto clave del gobierno, ya que la democracia liberal se empieza a construir desde la educación.
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