Internacional

El impacto de los conflictos armados en la desigualdad de género

Los conflictos armados se han convertido en un permanente componente del panorama mundial, dando lugar a Estados cada vez más frágiles y poblaciones más vulnerables. Una realidad que trae consigo diferencias significativas entre géneros: en tiempos de guerra, son ellas las que sufren altas tasas de violencia sexual, matrimonio forzado y desigualdad económica, entre otras consecuencias.

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10
junio
2022
Fuente: Russell Watkins

Durante las dos últimas décadas, los conflictos armados se han convertido en un permanente componente del panorama mundial, lo que ha dado lugar a Estados cada vez más frágiles y poblaciones más vulnerables. Ya desde el 2021 y antes del inicio de la crisis de refugiados más arrolladora en Europa desde la II Guerra Mundial, ACNUR estimó que 84 millones de personas han sido desplazadas forzosamente dentro o fuera de sus países como consecuencia del conflicto. Más de la mitad permanecen en sus países de origen enfrentándose a diario con los efectos del conflicto, que no son son uniformes sobre las poblaciones afectadas, sino que traen consigo diferencias significativas entre géneros.

Así, las mujeres que están directamente involucradas en conflictos armados o son víctimas del desplazamiento forzoso sufren múltiples tipos de vulneraciones que profundizan y perpetúan desigualdades de género existentes. En contextos de fragilidad y conflicto, son ellas las que sufren altas tasas de violencia sexual, esclavitud sexual, embarazo y/o abortos forzados, matrimonio forzado, prostitución forzada, entre otros. Por ejemplo, la insurgencia de grupos armados en la República Centroafricana tras las elecciones presidenciales y legislativas de 2021 incrementó hasta el doble (en 706 mujeres y niñas) la incidencia de casos de violencia sexual vinculada con el conflicto en comparación con el año anterior.

Para tener una perspectiva más amplia sobre la incidencia del conflicto en la mujer, el Georgetown Institute for Women, Peace and Security desarrolló el Índice de la Mujer, Fragilidad y Conflicto (WPSI). Con él se busca trazar sistemáticamente los factores que contribuyen a la marginalización de la mujer desde múltiples perspectivas en más de 170 países. Los últimos resultados revelan que en países como Nigeria, Somalia, Sudán del Sur, Sudán y Etiopía las mujeres en situación de desplazamiento forzoso padecen una desventaja media de un 24 % en comparación con aquellas mujeres que no sufren las consecuencias directas del conflicto.

Las carencias digitales y el desconocimiento de lenguas extranjeras inhabilitan a las mujeres refugiadas cuando buscan un empleo digno

En línea con el WPSI, es importante recalcar las vulneraciones vinculadas con la marginalización económica y financiera de la mujer que deriva del conflicto. Una dimensión que se tiende a ignorar en el estudio de los efectos del conflicto armado. En episodios de conflicto, las familias tienden a separarse y, con ello, los medios de vida de los que dependen. Consecuentemente, la mujer pasa a ser la cabeza de familia en nuevos países o regiones y tiene que enfrentarse a un nuevo conjunto de dificultades.

Por otro lado, el acceso al empleo en el sector formal de la economía tiende a ser limitado para los desplazados y refugiados forzosamente debido a las trabas regulatorias y/o discriminaciones que en la práctica afectan su participación laboral en el país de acogida. En un estudio de varios países receptores de refugiados se expuso que las mujeres refugiadas tienen una menor probabilidad de encontrar un empleo pagado que sus contrapartes no refugiadas. En Etiopía, Nigeria, Somalia, Sudan del Sur y Sudán, generalmente las mujeres desplazadas forzosamente acumulan unas tasas de empleo y acceso financiero más bajos que los no refugiados.

En la misma línea, en Etiopía, otras diferencias significativas entre mujeres desplazadas y no desplazadas se encuentra en sus niveles educativos y el acceso a tierras productivas. En el informe de Women Now for Development se exponen las dificultades de las mujeres refugiadas sirias a la hora de obtener las cualificaciones y habilidades profesionales necesarias para poder competir en el mercado laboral del país (véase Turquía). Por ejemplo, las carencias de habilidades digitales y el desconocimiento de lenguas extranjeras, que inhabilitan un adecuado proceso de búsqueda de empleo digno.

Por ese motivo, la educación es un determinante clave en el desarrollo integral de los más jóvenes. En situaciones de conflicto, el derecho a la educación, y especialmente en el caso de las niñas, se ve significativamente vulnerado. En Afganistán, solo en 2021, Naciones Unidas estimó más de 100 ataques armados a escuelas y centros de salud, generando una inseguridad en el país que desde 2010 obligó a cerrar más de 1.500 escuelas. Además, la entrada del gobierno Talibán ha limitado por completo el acceso de las niñas y las mujeres al derecho a la educación.

La educación es un determinante clave en el desarrollo integral de los más jóvenes que, ante situaciones de conflicto, se ve especialmente vulnerado en el caso de las niñas

También es relevante abordar la existencia de dimensiones de desigualdad, en términos de etnia, raza o condición social, por ejemplo, que magnifican la marginalización de la figura de la mujer en situaciones de desplazamiento forzoso. Más de 50 años de conflicto armado en Colombia ha derivado en una amplia falta de reconocimiento de los derechos de las mujeres, siéndoles arrebatadas sus tierras. Concretamente, las mujeres indígenas experimentaron mayores niveles de desplazamiento interno y dificultades en su día a día por la falta de conocimiento de la lengua española.

Ahora bien, las mujeres también desempeñan un papel clave en el desarrollo directo de los conflictos armados. En América Latina se estima que entre el 20% y el 40% de los miembros de las pandillas son mujeres. En las maras (pandillas) salvadoreñas, por ejemplo, las mujeres suelen encargarse de actividades que directamente contribuyen a la estabilidad económica y política del grupo. Aprovechando una figura amable e inofensiva de la mujer participan en el transporte de armas, contrabandean drogas y teléfonos móviles en prisiones e intervienen en secuestros engañando a las víctimas. Por eso, necesitamos dar con soluciones efectivas que erradiquen los efectos negativos de las pandillas en la sociedad salvadoreña y otras regiones en América Latina incorporando las experiencias y roles activos que las mujeres tienen en el conflicto.

Para terminar, es necesario remarcar la importancia de entender la variedad de obstáculos que impiden un empoderamiento integral de las mujeres en situaciones de conflicto. Todo ello es clave para poder diseñar estrategias que mitiguen los efectos del conflicto sobre las mujeres.


Violeta Domínguez Acosta es Directora Área Social de GATE Center.

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