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«La conservación de la naturaleza debe ser parte de la gestión de las ciudades»

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Las sociedades humanas nos hemos revelado tan susceptibles a la enfermedad y a la extinción como cualquier otra especie. Es por eso que, frente a un futuro por definir, cabe preguntarnos si podemos (re)construir un mundo en el que nuestras acciones, en lugar de alimentar una peligrosa cadena de degradación natural, impulsen la recuperación de la salud medioambiental y, también, la humana. Sobre esta idea, y entendiendo el presente momento como un punto de inflexión histórico, Elena Pita, directora de la Fundación Biodiversidad, imagina el futuro que dibujarán las ayudas por valor de 88,75 millones de euros que recientemente ha anunciado la organización. Son las mayores de su historia y se presentan ante un escenario en el que administraciones, organismos de investigación y sociedad civil deben imbricarse para desencadenar un sistema cimentado sobre el empleo verde, la sostenibilidad del rural y la renaturalización de los espacios urbanos.


 ¿Hasta dónde llegará esta nueva partida de convocatorias impulsada por la Fundación?

El objetivo de estas convocatorias es contribuir a la recuperación verde, lo que significa apoyar la transición hacia un modelo productivo y social más ecológico. Es un objetivo muy ambicioso, ya que implica avanzar en la transformación de la sociedad y la economía. Desde la fundación queremos favorecer el proceso fomentando las soluciones que nos ofrece la naturaleza que son eficaces para hacer frente, simultáneamente, a los retos ambientales y sociales incluyendo también el cambio climático. Por ejemplo, buscamos apoyar proyectos que refuercen el papel de la naturaleza en las ciudades –que contribuye a mejorar la calidad de vida y la salud– o como motor de desarrollo en el ámbito rural, donde destaca la importancia de generar empleos verdes. De igual manera, buscamos apoyar la generación de conocimiento a través de la investigación, ya que todo proceso de transformación requiere basarse en datos y evidencias científicas. Queremos poner al servicio de la recuperación verde la experiencia de más de 20 años en materia de medio ambiente y de gestión de proyectos de la Fundación Biodiversidad, cuya misión es ahora más relevante que nunca.

¿A qué tipo de proyectos se dirigen estas ayudas?

Buscamos apoyar a proyectos transformadores, orientados a la acción y a generar un impacto duradero. Para ello, la dotación de las convocatorias y la de cada proyecto –hasta 4 millones de euros en la convocatoria de ciudades– es la mayor de nuestra historia. También hemos aumentado su duración (hasta diciembre de 2025) para posibilitar que los proyectos sean plurianuales y hemos introducido aspectos como las agrupaciones de beneficiarios, que buscan impulsar las sinergias entre los distintos grupos de actores: administraciones, organismos de investigación y sociedad civil.

«Somos parte de la naturaleza y dependemos de los bienes y servicios que presta para nuestra supervivencia»

En concreto, hemos diseñado cinco convocatorias. Como ya he mencionado, una dirigida a la renaturalización y resiliencia de ciudades; otra dirigida a la promoción de la bioeconomía para reforzar el papel de la naturaleza como motor de desarrollo; la tercera destinada al apoyo a programas y proyectos de investigación para la gestión de la biodiversidad en tres ámbitos –biodiversidad marina, infraestructura verde y transición energética respetuosa con la biodiversidad–; otra específica para el refuerzo de las redes de varamientos y el rescate de especies marinas y, por último, una para apoyar el rescate y acogida de especímenes vivos de especies incluidas en el convenio CITES. Estamos también ultimando otra de 75 millones de euros, dirigida a la restauración de ecosistemas fluviales y a la mitigación y adaptación al riesgo de inundación en zonas urbanas españolas, también a través de soluciones basadas en la naturaleza (SbN).

De hecho, una importante parte (58 millones de euros) se destina a la modernización de las ciudades españolas mediante la «renaturalización urbana». ¿Qué retos se encuentran en la hibridación entre lo natural y lo urbano?

Las soluciones basadas en los servicios que prestan los ecosistemas (SbN) son costo-efectivas y eficientes para responder a los retos ambientales y sociales. Los espacios verdes en las ciudades sirven para luchar contra el efecto de isla de calor, amortiguar la contaminación acústica, favorecer la permeabilidad –y, por lo tanto, luchar contra las inundaciones–, mejorar la calidad de aire e incrementar la biodiversidad mientras contribuyen al bienestar físico y mental de las personas. Pretendemos que los proyectos que ahora vamos a apoyar no sean una actuación aislada y, para construir un proceso perdurable, queremos que haya estrategias municipales específicas sobre estos temas, que estén aprobadas en Pleno y que marquen un rumbo que no tenga vuelta atrás. Además de este reto, se requiere una colaboración multidisciplinar e intersectorial que incluya la participación de la comunidad local, los organismos de investigación y la sociedad civil en un proceso de gobernanza real. Se puede requerir también una integración horizontal entre ciudades y poblaciones adyacentes para tener en cuenta el vínculo campo-ciudad, garantizar la conectividad ecológica o considerar aspectos ligados al ciclo del agua, entre otros. Otro elemento clave es la integración de la evidencia científica para una toma de decisiones basadas en datos y en el mejor conocimiento disponible. Además, es necesario supervisar el proceso y evaluar los resultados logrados, para aprender y poder replicar las buenas prácticas.

¿Cómo lucirán entonces las ciudades del futuro?

Idealmente, como espacios diseñados para las personas y no para los vehículos, donde los más desfavorecidos puedan acceder a las oportunidades que ofrecen incluyendo el enfoque de género y donde se integren la naturaleza y los servicios que proveen como fuente de bienestar y salud. La idea es que la conservación de la naturaleza forme parte de la planificación y gestión de las ciudades, que el proceso de urbanización no conlleve necesariamente la extinción de la flora y fauna silvestre del territorio y que podamos preservar así los servicios que nos proporcionan. Para ello, se pueden llevar a cabo actuaciones a escala de edificio, como jardines verticales o cubiertas verdes; a escala de manzana o de barrio, como huertos urbanos, zonas verdes y calles arboladas con especies autóctonas y formas de manejo sostenible, que favorezcan la aparición de polinizadores y la nidificación; o a escala de ciudad, como bosques urbanos, anillos verdes, o la renaturalización de tramos urbanos de ríos. Estas actuaciones complementan y refuerzan de manera sinérgica otras intervenciones importantes previstas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno, como las relacionadas con la rehabilitación energética de edificios o con la movilidad sostenible.

«Estamos ante un momento decisivo, aunque quizás no tengamos aún la perspectiva necesaria para darnos cuenta»

Otra parte de las ayudas se destinan al desarrollo de la «bioeconomía», un concepto interdisciplinar que busca una actividad productiva respetuosa con los ecosistemas. Pero ¿en qué se diferencia de la economía tradicional?

El economista Nicolas Georgescu-Roegen, considerado el padre de la bioeconomía, afirmaba que la economía era una rama de la biología para subrayar la idea de que es necesario considerar las leyes de la naturaleza y la capacidad de regeneración de los ecosistemas en los sistemas de producción y consumo. La bioeconomía busca poner en valor los recursos naturales, reducir las presiones medioambientales, incrementar la utilización de productos renovables y sostenibles, restaurar los ecosistemas y sus funciones y, a la vez, producir un impacto social positivo, especialmente en los entornos rurales. Es, por tanto, una oportunidad para impulsar actuaciones sobre el territorio y reactivar las zonas más afectadas por las urgencias del reto demográfico. Como he mencionado anteriormente, nuestra convocatoria busca reforzar el papel de la naturaleza como motor de desarrollo a través del impulso a proyectos transformadores que contribuyan a la promoción de la bioeconomía que, fomentando la participación y la igualdad de género, presten atención particular a la generación de empleo verde.

Entendiendo la evolución del sistema como un camino hacia el futuro sostenible, ¿en qué punto estamos y cuáles deben ser los siguientes pasos?

Nos encontramos en un momento decisivo, aunque quizás no tengamos aún la perspectiva necesaria para darnos cuenta. Cambio climático y pérdida de biodiversidad son procesos íntimamente relacionados, dos aspectos de una misma crisis que tiene su origen en un modelo económico con altas emisiones de GEI y que ha sometido a los ecosistemas a una presión que sobrepasa su capacidad de regeneración natural, con la consiguiente pérdida de servicios ecosistémicos. Esto a su vez tiene importantes efectos económicos y sociales. Igualmente, la pandemia nos ha permitido ver de primera mano –y de forma dramática– lo estrecho que es el vínculo entre la degradación de los ecosistemas y la pérdida de los servicios que nos proporcionan, incluyendo su función como barrera de protección ante la propagación de zoonosis. Los siguientes pasos deben conducirnos a un nuevo modelo de prosperidad con bajas emisiones de CO2, resiliente, respetuoso con la naturaleza e inclusivo. Tenemos un marco estratégico europeo y nacional (el Pacto Verde Europeo, la Estrategia de la Unión Europeo sobre Biodiversidad 2030, la Ley de Cambio Climático, el Plan Nacional de Adaptación o la Estrategia de Infraestructura Verde, entre otras) que puede orientar esta transformación. No podemos desperdiciar la oportunidad que nos brindan los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno para transformarlos en el impulso necesario para recuperarnos mejor, apostando por una recuperación y transición inteligente y verde.

El amplio monto de fondos europeos de los que emanan estas convocatorias se canalizarán a través de distintos agentes de la administración con el fin de reconstruir el país en clave sostenible y digital. ¿Qué papel juega esta coordinación para garantizar la transformación deseada?

En el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico –y nos consta que también en el resto de ministerios– se está haciendo un extraordinario trabajo de coordinación tanto interministerial como con las Comunidades Autónomas para lograr que realmente los muchísimos retos y transformaciones que este plan tiene se puedan cumplir con la máxima celeridad y con la participación de todos los actores.

«Ningún avance, ninguna mejora, se alcanza sin conocimiento»

Cada convocatoria tiene unos beneficiarios concretos (administraciones locales, ONG, asociaciones sectoriales, entidades científicas…) pero también impulsamos las agrupaciones de beneficiarios. Consideramos vital que actores de naturaleza distinta lleguen a acuerdos para sacar adelante proyectos de tanto calado y perdurables en el tiempo. El objetivo es que, como resultado de estos procesos, se incorporen otros puntos de vista que generen soluciones nuevas para hacer frente a los necesarios cambios económicos, sociales y ambientales.

Las aplicaciones económicas de la investigación en tecnologías de la transición ecológica –como las energías renovables o la movilidad eléctrica– cada vez se hacen más visibles. Pero ¿qué oportunidades pueden nacer de la investigación en materia de biodiversidad?

Somos parte de la naturaleza y dependemos de los bienes que presta para nuestra supervivencia. Conocerla y comprenderla es necesario para conservarla y recuperarla. Ningún avance, ninguna mejora, se alcanzan sin conocimiento. A través de nuestra convocatoria queremos promover que se aplique el conocimiento científico para la toma de decisiones en la planificación y gestión de la biodiversidad, en el marco de los planes y estrategias existentes y, en particular, en tres ámbitos prioritarios: transición energética y biodiversidad terrestre y marina; biodiversidad marina y espacios marinos protegidos; y corredores biológicos e infraestructura verde. Los programas de investigación deberán incluir además una línea obligatoria de difusión de resultados y de transferencia de los mismos a la sociedad civil y a las autoridades interesadas en cada materia.

La estabilidad de los ecosistemas marinos es esencial para la vida terrestre (también humana). ¿Cómo de necesaria es la protección de los océanos ante la degradación ambiental?

Imprescindible. Los ecosistemas marinos se enfrentan a graves problemas como las basuras, la sobrepesca, el tráfico, las capturas accidentales, la contaminación, etc. Son problemas que nacen de una relación disfuncional con la naturaleza a espaldas de sus límites. Durante más de una década, la Fundación Biodiversidad ha contribuido a la conservación y gestión de las áreas marinas protegidas a través de los programas LIFE Indemares (primero) e Intemares (después), proyectos que tenemos la responsabilidad de coordinar. En tan solo unos años, España ha pasado de proteger menos del 1% de la superficie marina a más del 12%, lo que ha permitido a nuestro país situarse entre los pocos europeos en superar el compromiso del 10% de protección que establece el Convenio de Diversidad Biológica. Nuestro proyecto se ha convertido en un referente internacional porque promueve una gestión participativa basada en la ciencia y sirve de ejemplo de articulación de fondos y actores, incluido el sector productivo, con el fin último de conservar la biodiversidad marina. En este contexto, una de las nuevas convocatorias de ayudas está dedicada al refuerzo de redes de varamiento y rescate de especies marinas y tiene como objetivo, entre otros, incrementar el conocimiento sobre el impacto de la acción humana sobre estas poblaciones e identificar nuevas amenazas al tiempo que se mejora la respuesta a los individuos de especímenes rescatados fruto de capturas accidentales, garantizando su bienestar en su acogida y recuperación previas a su reintroducción al medio natural.

Finalmente, una fracción de los fondos se destinará a los centros de rescate CITES contra el tráfico de animales protegidos. Además de las consecuencias para las especies amenazadas, ¿pueden afectar esas actividades a la estabilidad de los ecosistemas?

El comercio internacional de especies de fauna y flora silvestres asciende a miles de millones de dólares por año y supone un riesgo evidente para los ecosistemas de los que son sustraídas y para su conservación, ya que se trata en muchos casos de especies en riesgo de extinción. Estas ayudas buscan apoyar a los centros de rescate que acogen especímenes vivos decomisados para evitar que estos animales queden de nuevo bajo la custodia de los infractores por falta de capacidad en los centros. El reforzamiento de los centros asociados permitirá que los ejemplares pertenecientes a especies especialmente valiosas puedan ser repatriadas a sus países de origen o se integren en programas de cría en cautividad de parques zoológicos u otras instituciones especializadas. Queremos, además, que la sociedad conozca el trabajo de estos centros en la protección de las especies más amenazadas por el tráfico ilegal a través del desarrollo de campañas de sensibilización social sobre este grave problema.

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