Innovación
Ingeniería creativa contra el cambio climático
Desde células fotovoltaicas fabricadas con impresoras 3D hasta turbinas con forma de pico de flamenco para obtener energía del mar. Te presentamos nueve startups revolucionarias.
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La innovación en energía y movilidad es fundamental en la lucha contra el cambio climático. Después del Acuerdo de París, al mundo le toca recapacitar sobre la forma en que nos movemos y consumimos recursos. El gran número de emprendedores con soluciones conducentes a una nueva sociedad, con un funcionamiento más sostenible, invita al optimismo. El siguiente reto es conseguir que todas esas ideas lleguen al mercado en el menor tiempo posible: el planeta ya no puede esperar y el objetivo firmado en París para evitar que la temperatura suba este siglo más de dos grados es realmente ambicioso y requiere, por tanto, medidas urgentes.
Los emprendedores de Dobgir han inventado una pequeña turbina eólica que se puede instalar en apenas una hora
El Fondo de Emprendedores de Fundación Repsol parte de esta premisa: funciona como aceleradora de startups de energía y movilidad, a las que ofrece apoyo económico a fondo perdido, asesoramiento tecnológico, empresarial y legal, y acceso a potenciales inversores. La multinacional aporta así su granito de arena en «promover la innovación y el desarrollo empresarial en el campo de la eficiencia energética, aprovechando las oportunidades de mejora que ofrece el sector», explican los responsables de esta iniciativa, que ya va por su sexta convocatoria. Y añaden que uno de los principales retos es «intensificar la colaboración público-privada en I+D+i en España». Algo muy necesario en un ámbito como el de la investigación, tan maltratado en nuestro país. Estos son algunos de los proyectos seleccionados en estos seis años:
I. Electricidad a partir del movimiento
La startup Inanoenergy la componen tres emprendedores que han desarrollado unos nanogeneradores de reducido tamaño que aprovechan la energía residual del calor, el movimiento y las vibraciones para transformarla en electricidad en entornos o situaciones difíciles. Ya han aplicado su tecnología al sector del calzado y del agua, y ahora la llevan a las redes de distribución de petróleo y gas. Instalan los nanogeneradores en las tuberías para hacer un seguimiento en tiempo real de su estado, sin necesidad de implantar una red eléctrica específica para ello, con lo que ahorran costes y recursos, y aumentan la seguridad frente a posibles fugas de combustible.
II. Energía eólica de bolsillo
Los emprendedores de Dobgir han inventado una pequeña turbina eólica vertical de gran rendimiento, que se puede instalar fácilmente en estructuras existentes en apenas una hora, sin necesidad de obra civil. Como dicen sus responsables, «conlleva un ahorro importante en material y recursos». Además, su pequeño tamaño permite ubicarla muy cerca del punto de consumo, con lo que aprovecha al máximo la energía que genera. Es el primer aerogenerador del mundo con estas características.
III. Sal para el sol
Para aprovechar la energía del sol, las plantas termosolares captan la radiación solar y acumulan el calor, a partir del cual se obtiene energía eléctrica. Esta tecnología requiere sistemas de almacenamiento para poder producir las 24 horas del día. Actualmente, existen dos tipos de fluidos para transportar ese calor por las tuberías y llevarlo hasta los tanques donde se acumula para convertirlo después en energía eléctrica: aceite térmico y sales fundidas, pero ambos presentan limitaciones. El aceite puede llegar a ser muy inestable y las sales tienen menor potencial para acumular calor… Hasta ahora. La startup Sales Solares ha desarrollado sales más eficientes, capaces de soportar un mayor rango de temperatura, que aumentan la capacidad de generación eléctrica para el consumo.
IV. Basura energética
Emiliano Enrique Díaz es uno de los impulsores de BIOH2: «El proyecto surge de la necesidad de producir hidrógeno por vías renovables. Básicamente, transformamos residuos en energía», explica este emprendedor. Se valen de un metabolismo microbiano obtenido por biología sintética. «El biohidrógeno es una fuente inagotable de energía. Al obtenerla de residuos, consideramos que es un gran paso hacia una sociedad más sostenible, y hacia una economía circular», añade Díaz
V. Mano de obra bacteriana
En las plantas de biogás, se realiza el tratamiento de residuos orgánicos (como los procedentes de la industria agroalimentaria) mediante un proceso de digestión anaerobia, es decir, en ausencia de oxígeno, durante el cual se degradan los residuos y se obtiene biogás, que además se utiliza para el autoconsumo energético en la propia planta, al generar calor y electricidad. La startup Metanogenia está desarrollando cultivos bacterianos anaerobios que permiten aumentar la producción de metano en menos tiempo, asegurando así la rentabilidad de las plantas de biogás.
El proyecto Olax22 obtiene biocombustibles a partir de residuos agroalimentarios
VI. Cultivar energía
La startup Olax22 ha desarrollado un sistema capaz de obtener, a partir de residuos agroalimentarios, biocombustibles de segunda generación, uno líquido (bio-oil) y otro sólido (pélets). El tratamiento se lleva a cabo por medio de pirolisis, un proceso de descomposición a alta temperatura en ausencia de oxígeno. Esto permite aprovechar unos residuos que tienen escaso valor, y cuyo tratamiento representa un problema económico y medioambiental. Los dos biocombustibles obtenidos tienen la capacidad de generar más del doble de energía que el residuo inicial, hasta tal punto que pueden aplicarse a sectores como la automoción, en calderas, etc.
VII. El orujo, frío… y sostenible
José Miguel Saiz-Pardo es uno de los impulsores de Orujo Frío, un proyecto destinado a que la producción de este licor sea menos impactante en el entorno: «Surge de la necesidad ambiental de solucionar el problema de los residuos y las emisiones generadas por las fábricas orujeras de España, sobre todo en Andalucía», explica el emprendedor. La startup ha desarrollado un sistema para la deshidratación mecánica del alperujo (orujo de aceituna) que, sin alterar las propiedades de los componentes, consigue reducir la humedad de la masa residual del prensado de la aceituna desde un 70% a un 10% y eliminar de manera eficaz las emisiones de partículas y olores que producen las orujeras en su entorno.
VIII. La flexibilidad del sol
La startup Oxolutia fabrica células solares fotovoltaicas con impresoras 3D. Para este proceso, utilizan óxidos conductores, un material abundante en la naturaleza, no tóxico, estable y de bajo coste. Como resultado, se obtienen unas células solares flexibles, lo que abre la puerta a nuevos nichos de mercado para la energía solar fotovoltaica: estos emprendedores logran, por tanto, que sea más accesible, al tiempo que la expanden para generalizar aún más su uso.
IX. El pico de los flamencos
El proyecto Biomival se basa en la obtención de energía a partir de las olas del mar. Para diseñar su turbina, han imitado a la naturaleza, concretamente el pico de un flamenco. «Esta ave, al alimentarse, realiza movimientos de vaivén con su pico, generando olas», explican los emprendedores: «Ahora estamos trabajando para replicar este movimiento a la inversa y, así, hacer justo lo contrario: en lugar de generar olas, las capturamos». Según sus estudios, los valores de potencia obtenidos podrían llegar a ser significativamente superiores a las turbinas existentes en el mercado. El sistema está pensado para ser instalado en boyas meteorológicas, con el objetivo de crear plantas generadoras de electricidad que podrían competir con otras tecnologías renovables, como la solar, la eólica o la biomasa.
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