Biodiversidad

El día que «civilizamos» a los perros

La domesticación del perro no solo es un hito evolutivo, sino también una historia de cooperación, afecto y adaptación mutua.

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09
diciembre
2024

La domesticación de los perros es uno de los procesos más complejos y fascinantes de la biología evolutiva. Aunque aún hay debates sobre los detalles exactos, los estudios actuales basados en genética molecular, arqueología y biología permiten trazar un panorama más claro sobre el origen de esta relación entre personas y caninos.

Tal y como señala Greger Larsson, investigador y profesor de Génetica Evolutiva en la Universidad de Oxford, la domesticación de los perros es un hito muy significativo porque implica una conexión antigua y continua entre los seres humanos y sus compañeros de cuatro patas, una conexión que abarca miles de años y que está arraigada en un compromiso emocional mutuo.

Un estudio que recopila los resultados de más de cien investigaciones sobre esta cuestión, (entre ellas, las del propio Greger Larsson) resume todo lo que se conoce sobre el proceso que convirtió al perro en el mejor amigo del hombre. Según lo que se sabe hasta la fecha, la domesticación de los perros es un proceso complejo que ocurrió en dos fases distintas.

En la primera fase, entre 32.000 y 16.000 años atrás, los lobos se habrían acercado a los humanos atraídos por desechos generados por ellos, lo que los convirtió en «sinántropes», especies que se benefician de un entorno antropogénico (es decir, de una zona habitada por hombres). Otra teoría sugiere que los humanos empezaron a capturar y criar lobos recién nacidos, lo que facilitó el acercamiento. También hay estudios que sugieren que el acercamiento se produjo por una convivencia simbiótica en la que los lobos ayudaban en la caza y protección, mientras que los humanos ofrecían comida y refugio.

La segunda fase de este proceso de domesticación tiene que ver con un proceso gradual de selección que favoreció a los lobos que podían convivir mejor con los seres humanos. Esto habría sucedido a partir de que los hombres empezaran a interesarse más por los animales que tenían unas características conductuales específicas, como su capacidad para formar vínculos y para colaborar en tareas conjuntas. Esto favorecía comportamientos cooperativos y afectivos, lo que fue aproximando al perro hacia la función de animal de compañía que conocemos hoy en día.

Los hombres empezaron a interesarse más por los animales que tenían capacidad para formar vínculos y colaborar en tareas conjuntas

Esta segunda etapa se corresponde con el momento en el que los seres humanos empezaron a realizar tareas agrícolas y a entrenar a los perros para realizar labores más concretas como la protección del ganado.

Es también en esta fase cuando realmente podemos comenzar a hablar de «perros» en el sentido en que los conocemos hoy.  Aunque perros y lobos comparten un ancestro común, el cual existió hace aproximadamente entre 15.000 y 40.000 años, los perros (Canis lupus familiaris) son una subespecie domesticada del lobo gris (Canis lupus), lo que significa que, aunque están estrechamente relacionados, tienen diferencias significativas tanto en comportamiento como en genética.

La recopilación de investigaciones también resalta que las regiones mediterráneas, como la península ibérica, la península balcánica y la península italiana, jugaron un papel crucial en la domesticación de los perros, debido a su posición geográfica estratégica y al hecho de que fueron refugios para muchas especies durante las glaciaciones.

Con el tiempo, la expansión de la agricultura obligó a la domesticación de muchos animales, pero fue el perro el primero en establecer una relación mutua con el ser humano. El hecho de que esta cooperación también estuviera fundamentada en motivaciones afectivas edificó los cimientos para la domesticación de otros animales, cuyo único fin sería el de hacer compañía a las personas.

El enterramiento de perros en Bonn-Oberkassel (Alemania), fechado en unos 14.200 años, es considerado una de las evidencias más tempranas del vínculo profundo entre humanos y perros. El descubrimiento de estos lugares revela que, ya en épocas antiguas, estos animales tenían una importancia simbólica o social, y estaban lo suficientemente integrados en las culturas humanas como para recibir sepulturas rituales. Este dato es clave para comprender que vínculo entre humanos y perros en períodos posteriores a su domesticación inicial iba más allá de la mera utilidad.

Ya en época antiguas, estos animales tenían importancia simbólica o social

Incluso actualmente la relación entre perros y humanos sigue cambiando para adaptarse a las transformaciones urbanas y a las necesidades de los seres humanos. Brian Hare, profesor de Antropología Evolutiva en la Universidad de Duke, asegura que los perros están entrando en su tercera fase del proceso de domesticación para cumplir con tareas más relacionadas con el servicio a personas con discapacidad o el apoyo emocional.

Esta nueva transformación sería una muestra más de cómo la historia de la domesticación del perro es un testimonio de la capacidad de adaptación mutua entre humanos y animales.

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