El valor de la empresa social
Ser una empresa social, en 2024, significa liderar un modelo de negocio donde el propósito social o ambiental está en el centro de la actividad, y no solo en los valores o declaraciones de la misión corporativa. Significa responder activamente con soluciones a los desafíos globales y ofrecer opciones sostenibles que benefician tanto a la sociedad como al planeta. Significa no medir el éxito (o al menos no todo) en términos económicos, sino en el impacto real y positivo que se genera. Por eso, cada 21 de noviembre se celebra y reivindica el Día de la Empresa Social.
Artículo
Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).
COLABORA
Artículo
Las empresas sociales somos empresas. ¿Una obviedad? Sí, pero es necesario recordar para entender que, como tales, debemos buscar la mayor rentabilidad posible. En este caso, no solo para contentar a nuestros accionistas, sino para cumplir con nuestro propósito, a través de una buena gobernanza y generando el mayor impacto social y medioambiental.
Pero no confundamos. La sostenibilidad económica es fundamental en todas las empresas, también en las empresas sociales. Porque ser rentable ayuda a cumplir con la misión propuesta en términos de impacto social. Esto implica evaluar el alcance de sus proyectos, la cantidad de personas beneficiadas, la reducción de emisiones o cualquier otro indicador específico de su misión y plantearse, a cada paso, hacerlo crecer. Para lograrlo es crucial su capacidad de generar ingresos suficientes que le permitan operar de manera eficiente y sin comprometer su propósito.
Ser rentable ayuda a cumplir con la misión propuesta en términos de impacto social
Y, precisamente, las empresas sociales más exitosas son aquellas que logran integrar su misión social o ambiental en el centro de su propuesta de valor y producto, sin depender de subvenciones. Podemos decir que tienen similitudes con el concepto de startup ya que, salvando la parte tecnológica, las sociales suelen ser innovadores, transparentes, pequeñas y cercanas a sus comunidades (entiéndase como sector, propósito o producto), lo que les permite adaptarse rápidamente a los cambios y desafíos. Un ejemplo pueden ser las empresas españolas Ecoalf y su apuesta por la moda sostenible a través del reciclaje, o Gravity Wave que promueve un movimiento universal para lograr un océano libre de plástico. En estos dos casos, la motivación de sus fundadores da lugar a una empresa social para tratar de contribuir a solucionar un desafío global.
Más empresas sociales. Los consumidores lo piden
Los consumidores, lejos de ser una masa anónima desculturizada y a la que se puede convencer de las bondades de cualquier cosa (como se pensaba décadas atrás en cuestiones publicitarias), son un grupo de personas informadas y comprometidas que cada vez se involucran más. Y los consumidores, no hay que olvidarlo, también somos cada uno de nosotros que con nuestra decisión de compra podemos premiar a algunas marcas que lo hacen bien frente a otras que no generan impacto con sus productos y servicios.
Las empresas sociales no necesitan transformarse ni adaptarse a las nuevas tendencias porque ya tienen integrado desde su fundación el concepto de impacto
Las empresas necesitan transformarse para adecuarse a esta nueva realidad y las cuestiones ASG llevan dos décadas muy presentes en la gestión empresarial, que se traduce en planes de sostenibilidad, políticas de reciclaje y protocolos cada vez más respetuosos con la biodiversidad y la naturaleza, así como con las personas. No obstante, las empresas sociales tienen una ventaja y es que no necesitan transformarse ni adaptarse a las nuevas tendencias porque ya tienen integrado desde su fundación el concepto de impacto, algo que reconocen y valoran cada vez más los consumidores: cuando una persona compra un producto de una empresa social lo hace también porque quiere formar parte de ese cambio positivo, apoyando un modelo empresarial que genera un impacto real. Y es esta conexión emocional con el propósito lo que impulsa a nuestros clientes a seguir eligiéndonos, ya que se sienten parte de algo más grande.
En el caso de AUARA, nuestro propósito es llevar agua a las poblaciones que carecen de ella y, entre otros indicadores, nuestra mejor manera de medir el impacto son las personas (130.444) que hemos logrado que tengan acceso a agua potable desde nuestro nacimiento en 2016, generando un total de 464.232.160 litros mediante la instalación y construcción de 173 infraestructuras (pozos, tanques de agua, letrinas y huertos) junto a nuestros socios en terreno en 24 países de África, Asia y América Central.
A día de hoy, creo que la labor de las empresas sociales se reconoce cada vez más, especialmente en contextos donde la sostenibilidad y el impacto social son tenidos más en cuenta por los consumidores. No obstante, no existe una figura jurídica que reconozca a las empresas sociales, algo que viene reclamando B Corp en España para que las Sociedades de Beneficio e Interés Común (SBIC) sean reconocidas como una figura jurídica que impulse y reconozca las empresas con propósito. Por eso, para contribuir a generar mayor impacto desde enero de 2024 somos B Corp, como empresa que forma parte de la Corporación Hijos de Rivera,
Todavía falta un largo camino para que el público general comprenda completamente el valor añadido de la empresa social y su contribución a la sociedad. El cambio social lleva tiempo, pero el impacto que se logra al transformar vidas, siempre justifica cada esfuerzo realizado.
COMENTARIOS