Cultura

‘A sangre fría’, una novela periodística para la historia

En el centenario del nacimiento del escritor Truman Capote (1924-1984), cabe destacar la importancia de su obra cumbre, ‘A sangre fría’, concebida por el autor como una «novela de no ficción».

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20
noviembre
2024
Imagen de portada de ‘A sangre fría’ de la colección «Biblioteca Truman Capote» de Anagrama

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De su afilada pluma salieron novelas y libros de relatos que hallaron un inmediato acomodo entre los títulos más relevantes de la literatura estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. Desayuno en Tiffany’s, El arpa de hierba, Un árbol de noche o Música para camaleones son solo algunos de sus libros más reconocidos. Pero, definitivamente, es A sangre fría el que ha representado durante décadas la genialidad de Truman Capote.

Publicada por Random House en 1965, la narración del asesinato en 1959 de la familia Clutter en Holcomb, Kansas, y la posterior búsqueda, detención, juicio y ejecución de los asesinos, Dick Hickcock y Perry Smith, supuso la consagración nacional e internacional de Capote como escritor. Pero, más allá de las características de su fama, la novela mantiene su impacto y trascendencia, según las palabras de George Plimpton, «por su objetividad: en ningún momento, a pesar de su participación, el autor se entromete».

Para Capote, los reportajes tenían la misma validez que las novelas en cuanto a calidad literaria, porque posibilitaban de manera directa la empatía y el acercamiento a mentalidades distintas a la de quien escribe. A sangre fría lo ejemplifica con la vasta descripción psicológica que suponen los retratos de los asesinos. El autor ahonda en las trayectorias vitales de cada uno ganándose su amistad; un arduo trabajo del que los entrevistados, huelga decir, no eran del todo conscientes. En palabras de Capote, «Perry fue mucho más fácil después del tercer o cuarto mes, pero no fue hasta los últimos cinco años de su vida que fue total y absolutamente honesto conmigo y llegó a confiar en mí. […] Durante el primer año y medio, se acercaba mucho, y luego no se acercaba más. Se retiraba al bosque y me dejaba de pie afuera. Lo oía reír en la oscuridad. Luego, poco a poco, fue volviendo.»

El libro es uno de los iconos del llamado «Nuevo Periodismo», del que también son referentes Rodolfo Walsh y Gay Talese

A sangre fría permitió abrir una nueva senda en el llamado «Nuevo Periodismo», según el famoso artículo de 1972 del periodista y escritor Tom Wolfe. La novela, que no encontraría reñida su definición con la de crónica, ya que ahí reside su hibridación con lo periodístico, demostró que el oficio novelístico-literario no tenía que mirar por encima del hombro al que se hacía en prensa.

«Pocos escritores creativos de primera clase se han molestado alguna vez en dedicarse al periodismo, salvo como una actividad secundaria, […] algo que se hace cuando falta espíritu creativo o como medio para ganar dinero rápidamente. Esos escritores dicen, en efecto: ¿Por qué deberíamos molestarnos en escribir sobre hechos cuando somos capaces de inventar nuestras propias historias, idear nuestros propios personajes y temas? El periodismo es solo fotografía literaria, y no es digno de la dignidad artística del escritor serio», respondía Capote en la entrevista de The New York Times.

Pero es que él sabía que, «siendo el corazón humano lo que es, el asesinato era un tema que no era probable que se oscureciera y amarilleara con el tiempo».

Son muchas las novelas que siguieron las pautas del «Nuevo Periodismo», desde Rodolfo Walsh –cuya Operación masacre, de 1957, se pelea con la de Capote a la hora de ostentar el primer puesto en la novela periodística–, Norman Mailer y Hunter S. Thompson, hasta Ryszard Kapuściński, Svetlana Alexiévich o Elena Poniatowska.

Esta última ha criticado que actualmente, «ningún periódico dedica muchas páginas a un reportaje, todo se dirige a la televisión. Los jóvenes ya no leen, solo los medios visuales y electrónicos jalan a la juventud. […] El periodismo escrito va a desaparecer, a menos que se considere que un mensaje por el celular pueda considerarse una novela.»

Al respecto, el auge de los podcasts, audiolibros y miniseries que escarban y recrean crímenes puede entenderse como una herencia de estos textos. Además de un doble síntoma. Por un lado, la perenne fascinación por el horror del que es capaz el ser humano, tanto activa como pasivamente, lo que morbosamente nos entretiene. Por otro, en sintonía con la dedicación literario-periodística a la que Capote apelaba, por una suerte de remordimiento de conciencia que induce a repasar nuestra inquietud sobre la capacidad de violencia.

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