Sociedad

Por qué necesitamos un periodismo optimista (y algunas propuestas para intentarlo)

La negatividad de los medios afecta a nuestro estado de ánimo y nos contagia de impotencia frente a los problemas, por eso un tercio de las personas decide evitar las noticias con frecuencia. Necesitamos un periodismo que mire la realidad con un optimismo inconformista, rebelde y comprometido con la acción.

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03
julio
2019

«Los periódicos los hacemos gente sin corazón». Con esta respuesta y una sonrisa despachó el entonces director de El País, Antonio Caño, la elección de la fotografía de portada de su diario el 18 de mayo de 2017. Le escuchaba al otro lado de la mesa el músico Alejandro Sanz, que había sido invitado a participar en la reunión. Sanz sugirió abrir el periódico con una imagen de un grupo de mujeres sirias, cuerpo y rostro embozados salvo los ojos, aprendiendo a leer para superar el trauma de la guerra. Argumentó que la foto aportaba «un poco de luz y esperanza entre tanta oscuridad y desesperación ahí fuera».

«Si por él (Alejandro Sanz) hubiera sido, la foto de portada de hoy sería un poema. Visual, sí, pero poesía pura. Su apuesta no ganó, claro», relató Luz Sánchez-Mellado en su crónica al día siguiente. La fotografía elegida fue un retrato de Theresa May, la primera ministra británica, que había endurecido las condiciones para contratar inmigrantes en el Reino Unido. «Prosa pura y dura. Puro realismo sucio», describió la reportera.

Imagen que publicó EL PAÍS para ilustrar la crónica de la visita de Alejandro Sanz.

Esto es lo que puede suceder si sentamos a los ciudadanos a las mesas donde se toman las decisiones: que se descubra la distancia entre los criterios de un periodista y de un lector al escoger un mensaje tan poderoso como la imagen que refleje el mundo en que ambos viven. «Los medios deberían trasladar una visión realista de la realidad, pero por desgracia hay un sesgo hacia la comunicación de aspectos negativos», me dice Gonzalo Hervás, presidente de la Sociedad Española de Psicología Positiva.

¿Por qué se produce un desequilibrio en favor de lo negativo? Hervás asume que es en cierta medida deliberado, porque esta perspectiva llama más la atención y genera más ingresos. Su colega francés Jacques Lecomte es más contundente y sostiene en una entrevista que los medios están convencidos de que el conflicto y las malas noticias venden más que las buenas, «por eso nos muestran el mundo más peligroso y violento de lo que es».

El 37% de quienes esquivan la actualidad lo hace porque afecta a su estado de ánimo y el 32% porque cree que no puede solucionar los problemas

Sea intencionada o no, esta tendencia de los medios a inclinarse por la negatividad tiene impacto en el comportamiento de las personas: el 33% de los españoles evita consumir noticias con cierta frecuencia, lo que supone un incremento de siete puntos en un año. Si se tienen en cuenta las personas que esporádicamente evitan la información, el porcentaje aumenta hasta el 60%. Así lo refleja el Digital News Report 2019 del Instituto Reuters de la Universidad de Oxford, que en España elabora la Universidad de Navarra y que acaba de ser publicado en junio. Si profundizamos en las razones que motivan esa reacción, los últimos datos disponibles son del análisis de 2017, que preguntó expresamente por ello: el 37% de quienes esquivan la actualidad lo hace porque afecta a su estado de ánimo y el 32% porque siente que no puede hacer nada por solucionar los problemas.

«Los medios tradicionales no ponen el acento en que la transformación social es posible, están más centrados en lo que no funciona», describe David Martín, codirector de Ashoka España, una fundación internacional que trabaja en el ámbito del emprendimiento y la innovación social.

Optimismo inconformista

Los medios de comunicación somos responsables de la imagen que los ciudadanos perciben de la realidad y también de la actitud con que las personas se enfrentan a ella cada día. Nuestra narrativa influye en cómo se ve la sociedad a sí misma y condiciona los comportamientos: en ocasiones somos proactivos para analizar desafíos y comprometernos con las soluciones, y en otras nos mostramos pasivos, meros espectadores.

David Martín (Ashoka): «Los medios tradicionales están más centrados en lo que no funciona»

¿A qué me refiero cuando hablo de la necesidad de un periodismo optimista? A aquel que ofrece una mirada más completa y equilibrada de la realidad: denuncia lo que no funciona, desenmascara a los culpables, saca a la luz lo que los poderosos pretenden ocultar… y al mismo tiempo explora las iniciativas que existen para solucionar los retos sociales, investiga quién está trabajando en ello y expone con rigor sus resultados, nos ayuda a comprender cómo podemos contribuir cada uno de nosotros a la mejora de la sociedad y nos inspira para hacerlo y actuar. Necesitamos un periodismo que mire la realidad con un optimismo inconformista, rebelde y comprometido con la acción.

«El optimismo es clave», insiste David Martín, periodista de formación aunque siempre se ha desempeñado en el activismo social. En su opinión, el periodismo no ofrece tanto espacio ni voz a las personas que están trabajando para entender bien las causas de los problemas y ofrecer posibles soluciones, lo que provoca «frustración, una visión más pasiva, sensación de que no podemos hacer nada, de que el poder para cambiar las cosas lo tienen otros y no depende de ti».

Precisamente a esa sensación de impotencia se refiere Lecomte en su libro ¡El mundo va mucho mejor de lo que piensas!, en el que demanda a la prensa mensajes de esperanza realistas, que nos muestren que un mundo mejor es posible y que cada uno de nosotros puede contribuir. «Debemos ofrecer a los humanos los medios para tener una visión positiva y realizable de futuro», dice.

Desde luego, una visión así estaría en sintonía con la corresponsabilidad que hoy en día dicen asumir los ciudadanos en la resolución de los desafíos sociales: un 57% se siente en el deber de participar activamente, según el II Estudio de marcas con valores: el poder del consumidor-ciudadano, un trabajo de Nielsen y Corporate Excellence para la agencia 21 gramos. Por ello, si fortalecemos la visión constructiva los medios estaremos alimentando una vocación que los ciudadanos manifiestan y para la que demandan contenidos adecuados.

Las mujeres y los jóvenes son más positivos

Estudios como el mencionado de la Universidad de Navarra para el Instituto Reuters ponen de manifiesto que la negatividad en el relato informativo afecta a los ciudadanos y estos se dan cuenta. Y permite observar algunas diferencias notables en función del género: el 43 % de las mujeres declara que deja de consumir información porque incide en su estado de ánimo, algo que comparte el 29% de los hombres.

Esta fatiga informativa afecta a los jóvenes con intensidad. El Servicio Mundial de la BBC indagó en esta cuestión en 2015 y descubrió que el 64 % de los menores de 35 años demandaban que las informaciones incorporaran posibles soluciones a los problemas sociales. También en Alemania, una encuesta del canal de televisión RTL encontró que el 87% de sus televidentes más jóvenes expresaron su deseo de recibir más noticias constructivas, según cita en un artículo el profesor Klaus Meier, de la universidad alemana de Eichstätt-Ingolstadt. Menciona también una encuesta del diario Sächsische Zeitung que concluyó que las mujeres leen más artículos constructivos y los valoran más que los hombres.

Con todo, el estudio cualitativo más relevante hasta ahora es el que llevó a cabo entre 755 estadounidenses la Universidad de Texas en 2014, dentro del Engaging News Project. Los investigadores comprobaron que las mismas historias que, además de un problema, incluían un abordaje desde diferentes perspectivas y una mirada a las posibles soluciones y sus resultados obtenían respuestas distintas en los lectores: notaban que el artículo era diferente, sentían que podían contribuir a la solución y se sentían más inspirados y optimistas tras leerlo.

El artículo del profesor Klaus Meier analiza cómo responde la audiencia al periodismo constructivo y sus conclusiones no tienen la rotundidad que las encuestas mencionadas podrían llevarnos a anticipar. Meier observa que los lectores se sienten mejor, incluso emocionados, pero no mejor informados ni con un mayor interés por el asunto en cuestión. Además, los artículos constructivos se ven en ocasiones como carentes de la crítica necesaria. Eso sí, detecta una tendencia entre las audiencias a compartir más las noticias positivas y a hablar más de ellas, «lo que indica que el periodismo constructivo puede a largo plazo transmitir la percepción de que existen posibles soluciones y fomentar el compromiso y la emulación».

Una responsabilidad compartida

¿Por qué a los medios nos cuesta tanto mirar lo que la sociedad hace bien, lo que funciona, invertir tiempo y recursos en encontrar modelos positivos, hablar con defensores y detractores, investigar sus resultados, construir relatos rigurosos e inspiradores y perseguir un impacto social positivo con nuestro trabajo?

Según un estudio de la BBC, el 64% de los menores de 35 años demandaban informaciones que incorporasen posibles soluciones

La respuesta habría que buscarla no solo en las salas de redacción, sino también en la sociedad. Es ingenuo pensar que la mayor parte de los ciudadanos busca diariamente informaciones constructivas, que les inspiren en su vida y les den pistas para cambiar el mundo, mientras dejan de lado las noticias escabrosas, los sucesos, los chismes y la información espectáculo. Por ello, en plena economía de la atención digital, el periodismo se rinde en ocasiones a las reglas del juego y saca partido de las visitas que genera nuestra navegación automática, superficial, acelerada y compulsiva. Y en ese contexto, las emociones negativas son más baratas de conseguir, más rápidas y más eficaces para enganchar a las audiencias, como advierte Jason Lanier, filósofo que analiza el mundo digital.

periodismo optimista

En 2012 profesores y estudiantes de periodismo de la Universidad Camilo José Cela, en Madrid, editaron un periódico de buenas noticias para aportar optimismo en plena crisis. Foto de Carlos Luján.

Algunas propuestas para un periodismo optimista

En el periodismo hoy existen iniciativas para dedicar tiempo y recursos a mirar la realidad con otros ojos y buscar enfoques de futuro que inspiren a la acción, y eso es una buena noticia. Hay medios que han nacido con una declarada vocación constructiva: Ethic en España y Latinoamérica, el británico Positive News, el argentino RedAcción, el canadiense The Discourse, el alemán Perspective Daily o los estadounidenses Bright Magazine o Inkline, entre muchos otros.

Al mismo tiempo, tenemos por delante varios retos para abordar en los próximos años. En el relato informativo convencional se libra una batalla cada segundo por la atención. En ese terreno las informaciones positivas y constructivas juegan con desventaja, ya que el sistema premia lo nuevo y chillón. Las informaciones constructivas requieren un consumo consciente, deliberado, y tenemos un enorme desafío para lograr que sean atractivas. Hay un valioso espacio para un periodismo lento en estos tiempos acelerados.

Las emociones positivas movilizan. La investigadora Karen McIntyre, doctora en periodismo en la Virginia Commonwealth University, es autora de la primera tesis sobre periodismo constructivo, en 2015. Lleva años trabajando en la intersección de la psicología positiva con el periodismo y ha llegado a algunas conclusiones: «En mis investigaciones y en las de otros colegas las personas se sienten más positivas después de leer historias enfocadas como periodismo de soluciones», me relata en una entrevista por correo electrónico. «La literatura académica muestra que las emociones positivas pueden tener muchos efectos beneficiosos».

Busquemos medir el impacto de nuestro periodismo, y para ello definamos nuevas métricas a las que prestar atención. ¿Cómo medir la vinculación, cómo saber qué hemos aprendido todos, si hemos inspirado a algunas personas, si hemos contribuido a que ocurran cosas, si algo ha cambiado y por qué? «Cuando las cuestiones importantes no son medibles, las cuestiones que sí se pueden medir pasan a ser importantes. Son más fáciles de medir la cuota de mercado, las páginas vistas y el tiempo de permanencia que determinar si el periodismo que hacemos está beneficiando a la sociedad», explica el periodista danés Ulrik Haagerup en su libro Constructive News.

Hacer las preguntas adecuadas es nuestro superpoder. Si queremos enfoques distintos y obtener respuestas diferentes, necesitamos cambiar las preguntas. Si buscamos conversaciones valiosas, debemos arriesgar y conducirnos por caminos que no son los habituales. A los periodistas nos cuesta hacer preguntas distintas porque nos solemos mover en entornos conocidos, con reglas establecidas con las fuentes y patrones de comportamiento que se suelen repetir. Probemos a hacer preguntas orientadas hacia el futuro, al compromiso colectivo, a la acción, a los aprendizajes, a las emociones positivas que los impulsan, a la fortaleza de las personas, a las ideas para resolver desafíos, a hacer visible y celebrar lo que ya estamos haciendo bien.

La cultura periodística premia el trabajo de denuncia, las investigaciones críticas que encuentran culpables, donde el rol de los periodistas se asemeja en ocasiones al de un policía o un fiscal. Mientras, las informaciones que destacan lo positivo se suelen asimilar con una función de relaciones públicas, no de periodismo. Si revisamos esta premisa y asumimos que hay muchas otras formas de contribuir a prestar un servicio público, podremos avanzar en enfoques constructivos que tengan impacto.

Como siempre, también se trata de una apuesta y eso exige dotarla de los recursos necesarios. Hacer periodismo constructivo es caro, lleva tiempo, buenos profesionales dedicados a investigar y espacio para difundir de forma adecuada los contenidos. «Las cosas buenas que ocurren merecen ser contadas con el mismo rigor que los problemas», defiende la organización Positive News.


(*) Alfredo Casares es periodista especializado en periodismo constructivo y de soluciones. Acumen Fellow 2020.. Puedes leer más en su página de Medium

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