Ciudades

¿Es posible vivir en las ciudades?

Para construir una ciudad próspera es necesario recuperar el vínculo con la ciudadanía.

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Preguntar si es posible vivir en las ciudades puede parecer una pregunta trampa. El desafío actual no solo radica en cuestiones económicas como el acceso a la vivienda, el coste de vida o la precariedad de los empleos, sino en algo más profundo: la necesidad de que los ciudadanos sientan que pertenecen a su ciudad, que son parte activa de su construcción y mejora. Sin este apego, las urbes podrían convertirse en meros escenarios sin alma, donde los habitantes no se sienten involucrados ni motivados para contribuir a su futuro. 

Cuando no tienes certeza de cuánto tiempo podrás seguir viviendo en un lugar debido a la imposibilidad de costearlo, y cuando gran parte de tu tiempo se destina a trabajar, es difícil encontrar motivación o energía para echar raíces y desarrollar un sentido de pertenencia. Este arraigo es esencial para fomentar la participación activa y la aportación de ideas, tiempo y buena voluntad en beneficio de la comunidad. 

Sin embargo, pese a este desafiante panorama, existen hoy en día iniciativas que ofrecen soluciones para afrontarlo. En este contexto, la participación de la ciudadanía y las asociaciones público-privadas son claves para construir comunidades sostenibles y prósperas.

Este arraigo es esencial para fomentar la participación activa y la aportación de ideas, tiempo y buena voluntad en beneficio de la comunidad

Un ejemplo de esta colaboración en Barcelona son las cooperativas de vivienda en régimen de cesión de uso, como las promovidas por Sostre Cívic y La Borda. Estas cooperativas operan de la mano del ayuntamiento, que cede terrenos a entidades sin ánimo de lucro. Así, los vecinos pueden integrarse como socios y participar en las decisiones sobre cómo construir la vivienda, priorizando criterios como el precio asequible, la vida comunitaria y la sostenibilidad, por encima de la rentabilidad económica.

Otra medida desarrollada en la capital catalana son los informes sobre salarios de referencia: una de las iniciativas que abre el debate en el primer episodio de la nueva temporada del pódcast «Ser B o no ser». En el Área Metropolitana de Barcelona, y en colaboración con Daleph, se han emitido análisis que revelan un aumento del 44% en el coste de una vida digna en los últimos cuatro años. Estos informes también permiten comparar las variaciones entre cuánto cuesta vivir en la capital y en sus ciudades colindantes, proporcionando una base objetiva para evaluar si los ingresos de los ciudadanos son suficientes para garantizar una vida digna. 

Tal como afirma Emma Rué, directora general de Daleph, en el episodio, este tipo de herramientas resultan útiles tanto para los organismos públicos como para las empresas, al ofrecer un marco que permite analizar la calidad de vida que los salarios pueden ofrecer a los trabajadores.

Recuperar la ilusión y el orgullo de pertenecer

Recuerdo cómo, a principios de los años 90, la ciudadanía se entusiasmó y se implicó activamente en mejorar su ciudad, cuidando y embelleciendo sus fachadas. Fue un momento de orgullo colectivo, en gran parte impulsado por la campaña municipal «Barcelona Posa’t Guapa» (Barcelona, ponte guapa). 

Iniciada en 1985, esta campaña tuvo una acogida tan positiva que se extendió hasta después de los Juegos Olímpicos del 92 y se reactivó en años posteriores. Lo que comenzó como una iniciativa centrada en el urbanismo se transformó en un proyecto transversal que abarcaba la cultura y proyectaba una marca de ciudad. Las colaboraciones desinteresadas de rostros conocidos en los anuncios y los acuerdos con el sector privado, junto a un fuerte apoyo ciudadano, no solo mejoraron el paisaje urbano, sino que reflejaron una valiosa alianza público-privada que elevó la ilusión de la ciudadanía por contribuir a la construcción de una mejor ciudad.

Las alianzas siguen siendo esenciales para encontrar soluciones a estos retos urbanos

En línea con las intervenciones de María Caso en el pódcast, estamos en un momento crucial en el que muchas ciudades enfrentan los desafíos surgidos de un modelo de desarrollo que ha priorizado los intereses del mercado sobre las personas y el medio ambiente. Las alianzas entre los sectores público, privado y la ciudadanía siguen siendo esenciales para encontrar soluciones a estos retos urbanos. 

Como directora de Barcelona+B, iniciativa que fomenta la colaboración entre distintos sectores para crear una ciudad más inclusiva y sostenible, observo de cerca las oportunidades que surgen cuando se fortalecen estas conexiones. No obstante, también se requiere recuperar un sentido de contribución colectiva transversal hacia una causa común: cuidar de la comunidad, de las personas que dan vida a la urbe y que constituyen su esencia. Solo a través del compromiso de todos los actores podremos avanzar hacia ciudades que respondan realmente a las necesidades humanas y ambientales.


 Elena Damiá es directora de Barcelona+B.

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