Pensamiento
Gozar, amar y odiar de la manera correcta
No hay normas para la vida, pero sí podemos intentar gozar, amar y odiar de manera correcta, como dijo el filósofo griego Aristóteles. ¿Hablamos de educación sentimental?
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¿Existe una manera correcta de sentir? El filósofo griego Aristóteles, en su Política, afirmó que «la virtud es gozar, amar y odiar de manera correcta». Sin embargo, el quid de la cuestión está en que la virtud es única y a la vez multiforme, en tanto que la forma de amar, odiar y vivir correcta no es una verdad universal, sino algo que se ajusta a cada uno de nosotros. Somos seres poliédricos, «yo soy yo y mis circunstancias», como decía Ortega y Gasset, y los apegos y desapegos tienen una forma particular para cada uno que no debemos ignorar. Por ello se ha hablado a menudo de los distintos tipos de apego (seguro, ansioso y evitativo), que perfectamente podrían trasladarse a otras emociones o maneras de enfocar nuestro día a día.
La gran dificultad de la convivencia con otras personas consiste en, al fin y al cabo, conseguir adaptarnos los unos a los otros en nuestros particulares modos de sentir. Ahí está el reto en parte de los afectos contemporáneos: estamos tan centrados en la individualidad y en ese «yo» que olvidamos las circunstancias, en vez de entender el papel que cada uno desempeñamos para el resto. Amar de forma correcta se hace difícil en aplicaciones de citas como Tinder, que dibujan el amor como un producto instantáneo y no como un asunto complejo que bien vale una reflexión. Lo más importante, quizá, es no forzar nuestras costuras morales ni tampoco forzar las de otros en nada relacionado con lo sentimental.
La manera correcta de amar es hacerlo respetando a los demás; todo lo demás es nomenclatura
¿No sería lo incorrecto vivir, amar y odiar de una forma que no nos corresponda o en la que no nos sintamos a gusto? Como sociedad, hemos comenzado a hablar abiertamente de distintas formas de relacionarnos afectivo-sexualmente en los últimos años, en gran parte gracias al activismo del colectivo LGTBIQ+, que no solo ha luchado por reivindicar las diferentes orientaciones afectivas sino también sus «formas», desde la pareja monógama hasta el poliamor o las distintas (e igualmente válidas) maneras de distribuir nuestros afectos. La manera correcta de amar es hacerlo respetando a los demás; todo lo demás es nomenclatura.
Por otro lado, no solo es el amor romántico o la atracción sexual lo que engloba el término «amar» que incluye Aristóteles en su máxima: en palabras del filósofo Javier Gomá en una entrevista a Ethic, «el amor, como apunta Aristóteles, se puede decir de muchas maneras, el amor puede explicar por qué rotan los planetas o copulan los animales, el amor puede decirse desde el amor a la patria, a la hacienda… es una palabra tan polisémica que es difícil precisar».
Son también amor la amistad o las relaciones familiares, tanto o incluso más complicadas que una relación amorosa. Saber amar bien a una amistad también es saber ponerle límites y comprender los distintos niveles de nuestro cariño: hay personas con las que nos podríamos tomar un café a diario que jamás alcanzarán la categoría de amigos, y otras que, desde el primer momento, se quedarán con nosotros para siempre. No queremos a todas las personas por igual, y no pasa nada. Creer que existe un único modo de amar –incondicional, intransigente, inamovible– es creer una mentira, y por tanto amar de forma incorrecta.
Gozar significa haber amado lo suficiente para saber lo que nos gusta y haber odiado lo justo para saber lo que no
También debemos tener en cuenta el aspecto político de la educación sentimental, que influye directamente en la moral. Ese respeto por la libertad ajena es parte de la idea de amar, pero también de odiar. Una educación sentimental correcta pasa por comprender nuestros propios límites y darnos cuenta de que no solo vivimos en sociedad, sino que somos nosotros los responsables de dictar sus parámetros morales. Ahí es donde cobra importancia la idea de odiar correctamente: «Gran parte de la moralidad consiste en odiar bien; el asco es el gran motor de la historia, ya normalmente no tenemos una intuición directa de los valores, sino que los vemos cuando se ignoran y se atropellan», apunta Gomá en otra intervención. Odiar de manera correcta es filtrar y moderar para querer y, en fin, para vivir mejor.
En sus escritos, Aristóteles menciona también la idea de «gozar correctamente». ¿Y no es el placer lo más cercano a la libertad, ese reino en el que el gusto particular prima sobre todo lo demás? Gozar significa haber amado lo suficiente para saber lo que nos gusta y haber odiado lo justo para saber lo que no. El filósofo griego entendía el placer como una manera de aprender también moralidad: al gozar con las historias de los héroes, quienes las escuchan desean ser como ellos, y aprenden así su educación sentimental.
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