Pensamiento

Los cuatro tipos de amor según Stendhal

Para el escritor francés Henri-Marie Beyle, más conocido como Stendhal, el amor toma diferentes caras, que van desde la pasión hasta la vanidad. Así lo definió en su célebre obra ‘Del amor’, publicada en 1822.

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21
agosto
2024

En la obra de teatro On ne badine pas avec l’amour (1834) –generalmente traducida como Con el amor no se juega–, el dramaturgo Alfred de Musset engloba la visión del romanticismo francés sobre el sentimiento amoroso: «A menudo uno es engañado en el amor, a menudo herido y a menudo infeliz, pero uno ama; y cuando uno está al borde de la tumba, y se vuelve para mirar hacia atrás, uno se dice: “He sufrido a menudo, me he equivocado algunas veces, pero he amado. Soy yo quien ha vivido y no un ser artificial creado por mi orgullo y por mi tedio”» [traducción libre].

Con esa frase, De Musset dibuja, a grandes rasgos, una definición general del amor que, según la postura clásica, a pesar del dolor que genera, también da sentido a la existencia. Sin embargo, si se piensa desde la perspectiva de otro autor francés decimonónico, ese punto de vista acotaría innecesariamente la complejidad. Para Stendhal, seudónimo de Henri-Marie Beyle (1783-1843), el sentimiento amoroso no cabe en un único molde. De hecho, en un ensayo publicado en 1822 y que él mismo definía como «una monografía sobre esa enfermedad llamada amor; un tratado de medicina moral», establece cuatro tipos distintos.

El amor-pasión

En los primeros capítulos de De l’amour (Del amor), Stendhal desarrolla su «teoría de la cristalización», la cual define como el fenómeno de idealización que aparece en los comienzos de una relación amorosa. «En una palabra, solo tienes que pensar en una perfección para verla en eso que amas», escribe el autor sobre el estado psíquico que produce el enamoramiento.

El amor-pasión sería entonces lo que generalmente se conoce como el amor romántico. Caracterizado por la intensidad de la atracción física y emocional, Stendhal lo describe como el tipo de amor que idealiza a la persona amada, llevando a quien lo siente a actuar de forma irracional, completamente tomada por sus pasiones. Para el escritor de Rojo y negro, este tipo de sentimiento en el que el amante magnifica las cualidades de ser amado puede ser extraordinario pero también destructivo.

Precisamente, el génesis de su ensayo sociológico es la aflicción que siente por el amor no correspondido de Matilde Viscontini Dembowski, que ha pasado a la historia como «el desdichado amor de Stendhal».

El ‘amor-gusto’ pone el foco en apreciar al otro a nivel intelectual y se centra especialmente en las cualidades morales de la persona amada

El amor-gusto

En una esquina de mayor calma y raciocinio, se encuentra el amor-gusto, que se construye sobre la compatibilidad de ambas personalidades. Más que en la atracción física intensa, este tipo de amor pone el foco en apreciar al otro a nivel intelectual y se centra especialmente en las cualidades morales de la persona amada.

Basado sobre todo en la admiración y el respeto mutuos, el amour-goût, que también se ha traducido como «amor-placer», es más estable y maduro y puede llegar a ser más duradero que el primer tipo.

El amor-físico

A diferencia del amor-pasión, que le da gran importancia a la atracción física pero sin dejar de lado el peso romántico, como lo dice su nombre, este tipo de amor es llanamente físico. Su dimensión es puramente sexual y sus bases no van más allá del deseo carnal. Más instintivo y superficial, para Stendhal, el amor-físico no involucraría conexiones emocionales profundas.

El amor-vanidad

Por último, y siguiendo en un lado más superficial, el amor-vanidad se caracteriza por ser una relación interesada, a conveniencia, marcada por la búsqueda de prestigio social y afirmación personal. Así, no surge de una conexión auténtica sino a partir de una dinámica del ego que, en medio de la inseguridad, busca a través del otro el estatus y la validación de su entorno.

Sin embargo, a pesar de que en su obra describe los tipos anteriores, Stendhal también sostenía que «por lo demás, en lugar de distinguir cuatro amores diferentes, bien podemos admitir ocho o diez matices». De hecho, establece que hay distintas etapas por las que pasan los enamorados, que irían desde la admiración, la expectativa y la esperanza hasta la cristalización y la duda.

Así, matizando su propia teoría y abriendo campo para todo un cúmulo de posibilidades, el autor francés sentencia: «Quizás haya tantas maneras de sentir entre los hombres como maneras de ver».

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