Medio Ambiente

El ruido mata

La contaminación acústica es un grave problema de salud pública que afecta –por lo menos– a uno de cada cinco ciudadanos europeos. Además, los animales también están padeciendo sus efectos negativos.

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19
agosto
2024

Son las seis de la mañana en una céntrica calle de Barcelona. Una horda de turistas borrachos canta a todo pulmón. Media hora antes, fuera de un garito hubo gritos por una pelea hasta que llegó la policía. Decenas de motos han pasado durante toda la noche, y durante el día los coches y autobuses completan la sinfonía de estrés. Muchas personas ya ni lo notan, pues el ruido forma parte de la estampa del centro de la ciudad.

En la capital española, los vecinos colindantes con la casa del Real Madrid han denunciado que viven un infierno sonoro por la cantidad de conciertos en los que se rebasan los límites de decibelios permitidos y que impiden el reposo. Es tal el grado de contaminación acústica que recientemente ha sido admitida una querella contra el administrador único del estadio argumentando un «presunto delito medioambiental». Los vecinos del Bernabéu están hartos del «eventódromo» en el que se ha convertido ese inmueble y muchos argumentan que el ruido que producen los conciertos afecta gravemente su salud mental y física.

Ahora ubiquémonos en la Estación Experimental de La Hoya del CSIC, en Almería. En junio de este año, cuatro gacelas y un arruí murieron a causa del estrés ocasionado por el ruido de un festival de música. Sonia Domínguez, la veterinaria de la estación especificó las causas puntuales de muerte de los animales (catalogados y protegidos por su alta vulnerabilidad): «un aborto», «desatención materna de una de las crías» y «lesiones traumáticas». Por supuesto, ese tipo de animales no están acostumbrados al estruendo que causan las pirotecnia, los gritos, los aplausos y las vibraciones de los bafles.

El 20% de la población europea está expuesta a niveles de ruido perjudiciales para la salud

Estos no son los únicos casos en los que la contaminación acústica afecta la salud (y la vida) de las personas y el entorno natural. Por un lado tenemos el crecimiento urbanístico y la gestión de eventos masivos, pero también debemos tomar en cuenta que en buena parte de las tabernas y restaurantes en la geografía española el nivel de ruido rebasa el límite de los 65 decibelios (una marca que la ONU establece como lo máximo tolerable). Debido a esto, no en vano España batió ranking en 2016 como el segundo país más ruidoso del mundo, solo por detrás de Japón. La indiferencia ante este fenómeno lo hace parecer, irónicamente, un enemigo silencioso, pero es todo lo contrario.

Se calcula que entre cuatro y siete millones de personas en el país padecen alguna discapacidad auditiva. Sin embargo, solo un millón doscientos cincuenta mil casos están reconocidos.

Un tema desatendido

El problema no es nuevo. El ruido en muchas ciudades de Europa (y del mundo) no resulta un tema menor. Hace cuatro años, la European Environment Agency (EEA) publicó un duro informe en el que presentó datos sobre los graves daños que causa a la salud la contaminación acústica y alertó sobre las muertes relacionadas con este fenómeno. Para empezar, el 20% de la población europea está expuesta a niveles de ruido perjudiciales para la salud, es decir, aproximadamente 100 millones de personas. Y gran parte del estruendo es causado por los vehículos móviles y fenómenos urbanos como la construcción o la mala insonorización de algunos inmuebles.

De acuerdo con la EEA, vivir cerca de una carretera, un aeropuerto o una vía férrea puede ser más serio de lo que parece. Y es que por lo menos uno de cada cinco ciudadanos de la Unión Europea está expuesto a ruidos prolongados por encima de lo recomendado. Entre las consecuencias negativas de vivir así se encuentran los desórdenes del sueño y de metabolismo, la irritabilidad y los problemas cardiovasculares. También destacan como consecuencia de este fenómeno el incremento en las dificultades cognitivas en los más jóvenes, así como una propensión a las muertes prematuras.

Por otra parte, la contaminación acústica también tiene un importante impacto negativo sobre la vida salvaje, pues los animales, debido al estrés por el ruido, cambian sus conductas y son más proclives a desplazarse.

Según la Organización Mundial de la Salud, el ruido causa daños cuando se alcanzan los 75 decibelios y, si se llega a los 120, se convierte en doloroso.

Solo en Europa, con datos de la EEA, este problema causa 12.000 muertes prematuras al año, además de 48.000 casos de cardiopatía isquémica. Pero la situación es más grave aún en otras regiones. Por ejemplo, de acuerdo con la ONU, Dhaka (Bangladesh) es la ciudad más ruidosa del mundo, donde se alcanzan fácilmente los 119 decibelios en general. Después están Morabad (India), Islamabad (Pakistán) y Ho Chi-Min (Vietnam), que rebasan los 100 decibelios.

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