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Para construir una sociedad más sostenible, necesitamos iniciativas innovadoras que promuevan la diversidad, la equidad y la inclusión. Por eso, desde 2011, Boehringer Ingelheim colabora con la Fundación Ashoka bajo la alianza Making More Health. Ashoka identifica, conecta y apoya a líderes en innovación social para que todas las personas descubran la capacidad que tienen para transformar el mundo y la utilicen. Con más de 20 años de experiencia en participación ciudadana e innovación social, Irene Milleiro, Directora de Ashoka España, cree en el poder transformador de las personas y, por ello, trabaja para generar las redes y los recursos necesarios para que las buenas ideas se conviertan en realidad.
Ana Urmeneta, Responsable de Sostenibilidad de Boehringer Ingelheim, habla con Irene sobre cómo el emprendimiento social puede transformar la realidad y hacerla más justa, equitativa y sostenible.
¿Qué elementos tiene que tener una idea para convertirse en algo que tenga un impacto real y duradero?
Depende mucho del contexto, del tiempo. Victor Hugo decía que «no hay algo más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo». Luego hay otras cosas, como que lo que se esté intentando conseguir sea razonable. Ambicioso y motivador, pero razonable. También, que existan formas sencillas de apoyarlo. Y, algo que a veces creo que se olvida, es la sostenibilidad en el tiempo.
¿Qué importancia tiene el propósito social para el éxito de las empresas?
Cada vez tiene más importancia. Las empresas que tienen propósito cuentan con personas que trabajan mejor, están más motivadas, entienden por qué están trabajando, dan lo mejor que tienen al servicio de ese propósito. Y, además, suele traer consigo comportamientos más éticos o más pensamiento sobre la ética a la hora de hacer las cosas. Por eso, tanto a nivel de resultados económicos como de atracción y retención de talento, como, incluso, a nivel de bienestar de las personas que están en el equipo, el propósito va a ser clave.
«Las empresas que tienen propósito cuentan con personas que trabajan mejor, están más motivadas, entienden por qué están trabajando, dan lo mejor que tienen al servicio de ese propósito»
Desde tu experiencia, ¿qué temas preocupan más a las personas que deciden emprender con vocación social?
A la gente nos preocupa mucho la salud y la educación. Son sectores en los que yo creo que surge innovación porque, cuando quieres ayudar a más personas, esos sectores son importantes.
Por otro lado, hay dos cosas que siempre necesitan los emprendedores y emprendedoras sociales. Por un lado, identidad. Es algo que en Ashoka notamos mucho. Hay emprendedores sociales que seleccionamos que no saben que son emprendedores sociales hasta que se lo decimos. Y, en segundo lugar, financiación. A veces los emprendedores sociales se quedan un poquito en tierra de nadie. No son las empresas en las que todo el mundo quiere invertir porque no están buscando ganar dinero, están buscando ganar dinero para resolver un problema social.
A la hora de seleccionar a los emprendedores y emprendedoras, ¿cuáles son los criterios que tenéis en cuenta? ¿Cómo os aseguráis de que haya una diversidad de ideas?
En primer lugar, que sea una idea innovadora. Cómo abordan un problema de una manera nueva y cómo lo hacen de forma sistémica. También la creatividad es importante para nosotros y el espíritu emprendedor: el saber que son personas que al final viven obsesionadas con resolver ese problema y siempre van a estar buscando soluciones. Y también la fibra ética que nos parece clave.
En los últimos años, estamos dando mucha más importancia a cómo generamos una red más diversa, porque, a veces, por los problemas de financiación, el emprendimiento puede llegar a ser muy elitista. Hemos hecho grupos de personas expertas de origen migrante que están emprendiendo socialmente, con personas del ámbito rural también, que es un ámbito donde están empezando a pasar muchísimas cosas en España.
También estamos empezando a pensar en cómo utilizamos la inteligencia artificial para tener más diversidad, sobre todo, diversidad territorial. La diversidad es clave para la innovación y, por eso, es importante para nosotros.
Bajo la alianza Making More Health se han apoyado iniciativas como la de Laura Baena y su proyecto «Yo no renuncio», que trabaja para promover la conciliación. ¿Qué aspecto te parece más impactante de su proyecto?
En primer lugar, es dar voz o abrir un espacio a las voces de las mujeres. Y no de las mujeres solo como cuidadoras, que es una de las facetas, pero no es la única. Lo segundo que creo que es importante de «Yo no renuncio» son los datos. Ha puesto datos encima de la mesa, ha hecho muchas encuestas, ha hecho varios estudios –saca un estudio cada dos años normalmente– y ahí hay datos que te dejan un poco petrificada. Por ejemplo, que el 85% de las mujeres se han sentido solas desde la maternidad y el 87% de las mujeres renuncia a algún aspecto de su carrera al ser madre. Y, en tercer lugar, diría las campañas. Este año recuerdo que el Día de la Madre sacó una campaña «No queremos flores, queremos leyes», que creo que es un mensaje importante.
Volviendo a la diversidad, la equidad y la inclusión. Para conseguir una sociedad más saludable, debemos promoverlas. ¿Cómo crees que las empresas pueden liderar este impulso? ¿Ves diferencias entre startups y empresas más tradicionales?
Este es un espacio, el de la diversidad, equidad e inclusión, donde las empresas pueden hacer un trabajo importantísimo y enorme porque llegan a más personas. Además, tienen más recursos para poder destinar a según qué acciones o a encontrar talento más diverso, a formar en inclusión y a pensar sobre cómo mejorar todas estas cosas. Si me preguntas por el mundo de las startups… Las startups famosas que conocemos son casi todo hombres blancos de clase media-alta, ¿no? Es decir, no es que veamos mucha diversidad en las startups todavía, al menos en España.
«A la gente nos preocupa mucho la salud y la educación. Son sectores en los que yo creo que surge innovación porque, cuando quieres ayudar a más personas, esos sectores son importantes»
¿Cómo crees que las empresas pueden contribuir a la salud mental de los trabajadores?
La salud mental es un tema que he hablado mucho con dos de nuestras emprendedoras sociales, Mireya Vargas y Mar Cabra, que trabajan en el bienestar y en problemas sociales. Una de las cosas que ellas me dicen siempre es que uno de los problemas más grandes son las cargas de trabajo. Hay herramientas de prevención importantes que podemos utilizar y, luego, también, necesitamos formar a los cargos intermedios en cómo gestionar bien a sus equipos. Y la última cosa que diría es una digitalización saludable.
Además de unas condiciones adecuadas y un entorno de conciliación que permita compaginar la vida personal y profesional, ¿qué otras cosas crees que buscan las nuevas generaciones en las empresas?
Una de las cosas que buscan es un propósito, que su trabajo sirva para algo más. Yo creo que una de las cosas que se ve en las nuevas generaciones es que la conciencia medioambiental es muchísimo más grande que en nuestra generación. Entonces, creo que hay temas hoy que les preocupan mucho y que van a exigir. Yo diría propósito, diría flexibilidad para compatibilizar las diferentes cosas que les gusta hacer y, también, les importa mucho que les escuchen. No estamos muy acostumbrados a escuchar a los más jóvenes, a los recién llegados. Hay que escucharles, porque tienen ideas, porque además sienten mucha seguridad para plantear sus ideas y creen que pueden funcionar. Y, además, la realidad es que, hasta cierto punto, manejan mejor este contexto en el que estamos viviendo.
Para terminar, ¿crees que el emprendimiento social puede ser un ejemplo inspirador para empresas más tradicionales?
Sin duda. Desde mi experiencia estando cerca de emprendedores y emprendedoras sociales, tienen una energía, una agilidad, una manera de resolver problemas, una manera de generar comunidad… creo que son talentos o habilidades que pueden ser importantísimas.
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