El ‘precariado’, según Guy Standing
El escritor británico Guy Standing predijo en 2011 el crecimiento de una nueva clase social compuesta por todas aquellas personas a quienes las políticas neoliberales estaban empujando a la inseguridad económica.
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En 2011, el investigador y escritor británico Guy Standing acuñaba un término que aglutinaba a una nueva clase social emergente que, a día de hoy, ha tomado considerables dimensiones. Su libro The Precariat: The New Dangerous Class, introducía el concepto de precariado para definir a una clase social que estaba viendo negados sus derechos políticos, sociales, civiles y económicos y que crecía anclada a la desigualdad y la inseguridad.
La globalización económica que vivimos se ha traducido, también, en otro tipo de globalización, la de las personas que desempeñan uno o múltiples trabajos y que, incluso así, no alcanzan con holgura el final de mes. Una considerable masa de población que, a pesar de trabajar y recibir ingresos por ello, roza peligrosamente el límite de la pobreza. El precariado ya ha sustituido, como clase social, en número de integrantes a lo que hace no mucho denominábamos «clase media».
La Encuesta de Población Activa (EPA) es la utilizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) para contabilizar el número de personas desempleadas en nuestro país. La cuestión es que la EPA no tiene en cuenta a aquellas personas que han desistido en la búsqueda de empleo llevadas por una cruda realidad que incita al desánimo. Tampoco a las que teniendo un empleo obtienen en contraprestación un salario insuficiente para mantener una vida digna.
Pero sí hay un informe, realizado por expertos y llamado Precariedad laboral y salud mental: conocimientos y políticas (conocido como Informe PRESME), que las tiene en cuenta. Enfocado en los problemas de salud mental que provoca la precariedad laboral, sitúa en la misma a más de 8 millones de personas en España. Si pensamos que eso supone casi el 50% de la población activa, podemos comprender que Standing había razonado sus nefastos vaticinios.
Más de 8 millones de personas en España (casi el 50% de la población activa) sufren precariedad laboral
Por otra parte, los problemas de salud mental que evidencia el PRESME en las personas que componen el precariado convierten a esta nueva clase social en un peligro para sí misma y despierta no pocas inquietudes políticas. El peligro, como el propio Standing advierte, no termina aquí. La precariedad lleva a muchas personas a desentenderse totalmente del Estado, al considerar que no las protege. Esto deriva en el apoyo a nuevos grupos políticos de corte claramente fascista y autoritario, basándose en sus promesas de un mejor futuro. El populismo tiene sus raíces bien insertas en la insatisfacción vital que provoca una vida de inseguridades económicas y sociales. Para complicar más el asunto, numerosos jóvenes debidamente preparados para desarrollar una carrera laboral, se ven obligados a encadenar, uno tras otro, trabajos temporales y mal remunerados. Esto les lleva a advertir el futuro como algo no deseable, y a alejarse, cada día más, de la política y del sistema. Son personas políticamente inactivas que poco a poco pierden la capacidad para ejercer la necesaria presión social que motive cambios de calado en la legislación de sus propios países.
Los riesgos que conlleva el crecimiento del precariado son globales. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su informe de 2023 Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo, desvelaba que durante el año anterior el número de trabajadores que vivían en situación de extrema pobreza, a nivel global, superaba los 200 millones, lo que supone más del 6% de las personas empleadas. Además, quienes no están en dicha situación de extrema vulnerabilidad, pero carecen de estabilidad económica y corren el riesgo de caer en la pobreza suman más de 2.000 millones de personas, que dependen de trabajos informales, temporales y mal remunerados.
Los orígenes de tan grave situación global los encuentra Standing en las políticas neoliberales que vienen aplicándose de manera férrea desde los años 80 del pasado siglo con la intención de acelerar el crecimiento económico aumentando la competitividad. Las consecuencias: se flexibiliza el mercado laboral y los riesgos e inseguridades comienzan a recaer en los trabajadores y sus entornos familiares.
Según la OIT, más de 2.000 millones de personasen el mundo dependen de trabajos informales, temporales y mal remunerados
El precariado ocupa la base de una pirámide, una nueva estructura de clases sociales en cuya cúspide sitúa Standing a la plutocracia, compuesta por todos aquellos multimillonarios que ganan una grandísima parte de lo que a día de hoy producen los mercados financieros. Inmediatamente después estarían los altos ejecutivos, con sueldos y contratos estables que se relacionan de manera directa con los plutócratas y las grandes élites. Siguiendo a estos, se encontrarían aquellos que el autor denomina profitécnicos: profesionales que ganan mucho dinero mediante contratos de consultoría y que no permanecen a tiempo completo en ninguna empresa.
Las nuevas clases sociales que define Guy Standing cuentan con una única que pueda equipararse a las del pasado siglo. Los trabajadores asalariados serían la evolución de lo que entonces era el proletariado: personas con trabajos más o menos estables que les permiten tener ciertos beneficios sociales que les aseguren un futuro inmediato. Inmediatamente después está el precariado, que no deja de crecer según pasan los años.
Las políticas progresistas del pasado están en quiebra, y quienes las dirigen enfrentan un serio problema si no afrontan una estrategia transformadora que tenga en cuenta a la gran masa de trabajadores que conforman el precariado. Una estrategia que incluya un nuevo sistema de distribución de los ingresos, así como de coberturas sociales para todas aquellas personas que, obligadas por la inseguridad del empleo, quedan fuera del mercado laboral.
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