Innovación
Margarita Salas, pionera de la ciencia
Reconocida hoy en día como una de las científicas más importantes de España, las investigaciones de Margarita Salas en las áreas de la bioquímica y la genética continúan vigentes.
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La suya es una historia de inspiración, de vocación y motivación científica. Margarita Salas fue una de esas mujeres que, con su talento y dedicación, dejaron en lo más alto el papel de la mujer en la sociedad y en la ciencia (en tiempos en los que la diferencia con los varones era abismal), así como el nivel de España en la investigación y el desarrollo de la genética y la bioquímica.
Imaginemos a una niña que nace en plena Guerra Civil y se cría durante los años más difíciles del régimen franquista, pero que, pese al contexto, descubre su pasión por la ciencia. Esa niña es Margarita Salas, una asturiana que desafió el statu quo de su tiempo siendo una pionera en la ciencia y aportando a la humanidad sus descubrimientos en las áreas de la bioquímica y la biología molecular.
Fue la primera española en entrar a la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos, y los reconocimientos que obtuvo a lo largo de su vida se cuentan por decenas. Pero, más allá de las medallas y premios, una de las más altas distinciones es que cuando uno se pregunta «¿quién es la científica española más conocida en el mundo?» sea su nombre el que innegablemente salta.
Salas nació en Canero (Asturias) en 1938, en el seno de una familia en la que el gusto por las ciencias fue inculcado en los tres hijos. Todos ellos se convirtieron en prestigiosos investigadores. Pasó parte de su infancia en Gijón, y al término de sus estudios preuniversitarios se marchó a Madrid para matricularse en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Complutense. Tales fueron los resultados que obtuvo durante los primeros años de carrera que dos años antes de graduarse (es decir, en 1958), ya había estado en contacto con el ilustre científico español nacionalizado estadounidense Severo Ochoa. Fue él, precisamente, quien la orientó hacia el campo más específico de la bioquímica, además de haber sido quien la recomendó con el destacado bioquímico Alberto Sols.
Entre sus múltiples aportes a la ciencia, Salas descubrió el ADN polimerasa del virus bacteriófago phi29
No obstante, su camino no fue un sendero de rosas. Tuvo que luchar incontables batallas para lograr el reconocimiento que merecía por su trabajo sin estar a la sombra de un hombre. Hacia mediados del siglo pasado era habitual que, en un matrimonio de investigadores que trabajaban juntos, los descubrimientos y el prestigio fueran atribuidos a él. Por esa razón fue que, durante su estancia de investigación en Nueva York, el mismo Severo Ochoa decidió poner en dos equipos distintos a Salas y a su esposo –el también famoso científico Eladio Viñuela– para que, de esa manera, el trabajo de ella fuera reconocido en sí mismo. Ella sostuvo que durante su estadía en Estados Unidos nunca sufrió ninguna discriminación por cuestiones de género, pero a la vuelta, en 1967, a su tierra natal, la situación no fue la misma.
Cuando ganó el Premio de Investigación Severo Ochoa, el mismo Sols (quien había dirigido su tesis doctoral) llegó a decir que le había asignado a Margarita Salas un trabajo menor, para que no importara si lo conseguía sacar. Aún así, la científica dijo que no había sido un problema mayor y que solo se trataba del modus operandi de la época.
Incluso, durante una entrevista en 2007, Salas llegó a mostrarse en contra de las políticas que favorecían las cuotas de género. Para ella, el trabajo y el mérito eran lo prioritario. Sin embargo, siempre impulsó a las mujeres a estudiar, a desarrollarse y crecer en el campo científico.
Entre sus aportaciones más importantes, destacan la determinación de la direccionalidad de la lectura de la información genética, y el descubrimiento de una de las proteínas más importantes, la ADN polimerasa del fago Phi29 (un virus que infecta a la bacteria Bacillus Subtilis). Precisamente, ese último descubrimiento se ha convertido en la patente más rentable en toda la historia de la ciencia española (una de las nueve patentes de Salas), y se utiliza en el campo de la medicina forense así como en la policía científica.
Salas jamás se retiró. Estudió y se mantuvo en contacto con alumnos y colegas hasta el día de su muerte, el 7 de noviembre de 2019.
Entre los reconocimientos que obtuvo por su labor a lo largo de su carrera destacan: el Premio Rey Jaime I de Investigación Científica y Técnica (1994); la Medalla del Principado de Asturias (1997); el Premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal (1999); la Medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (2003). Además, fue miembro de la Real Academia Española (2003), de la American Academy of Arts and Sciences (2005); y de la American Academy of Microbiology (1996). Obtuvo, además, diez doctorados honoris causa. Y, en 2008, recibió el título nobiliario de Primera Marquesa de Canero.
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