Salud

Psicoterapia primal: así surgió la terapia del grito

En 1970, el psicólogo Arthur Janov defendió públicamente que la neurosis está causada por el dolor reprimido de los traumas infantiles, y que la exteriorización de ese dolor mediante gritos y sollozos puede curarla. Sin embargo, su teoría ha sido controvertida.

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03
abril
2024

Uno de los dones de Yoko Ono que conquistaron a Lennon fue su «abrasivo grito vanguardista», que todavía hoy utiliza como arte contemporáneo. El grito se coló en la vida de los Beatles en forma de arte, y permaneció en forma de terapia. La pareja Ono-Lennon encontró un método revolucionario con el que «sientes de verdad cada momento doloroso de tu vida», decía él, y con el que «te ves obligado a darte cuenta de que tu dolor, ese que te hace despertarte asustado con el corazón latiendo con fuerza, es realmente tuyo y no el resultado de alguien que está en el cielo». De algún modo, el desbloqueo creativo llegó gracias a la terapia «primal», también llamada terapia primaria o terapia del grito.

En 1970, en plena separación de los Beatles, el psicólogo californiano Arthur Janov publicó un best-seller llamado Primal scream, en el que afirmaba que las enfermedades mentales pueden eliminarse mediante la exteriorización del dolor reprimido de la infancia. A veces esto se traduce en gritos, proponía Janov, a veces en sollozos, lo que fuera necesario para expresar el dolor, sin importar los decibelios.

Por ejemplo, la terapia podría desarrollarse de la siguiente manera: el terapeuta coloca una silla vacía en la habitación y pide al paciente que dirija su discurso hacia ella. Entonces, le pide que imagine a uno de sus padres (o a otra persona) sentado en esa silla, una persona que, en algún momento, puede haberle maltratado. A medida que avanza la sesión, se anima al paciente a concentrarse en sus emociones negativas hacia la silla y a la persona «sentada» en ella, y para ello se suele aconsejar que se grite. Teóricamente, esta experiencia catártica debería ayudar a afrontar mejor las emociones negativas no resueltas.

La teoría de Janov era que la experiencia catártica del grito ayudaba a afrontar las emociones no resueltas

Según el fundador del procedimiento, el dolor de los recuerdos traumáticos ejerce una tensión inadecuada sobre nuestro cuerpo y nuestra mente, lo que puede causar enfermedades. Prácticamente todo, desde la hipertensión, las alergias, los ataques de pánico, las fobias y la depresión, puede tener su origen en emociones reprimidas. Por tanto, si se aborda la causa inicial, los síntomas deberían remitir. Y tan seguro estaba Janov de su método, que lo bautizó como el mayor descubrimiento del siglo XX.

Sin embargo, no hay evidencia científica sobre los efectos positivos de la terapia primal como tratamiento de trastornos psicológicos. La psicoterapia moderna, al menos en la cultura occidental, intenta llevar una aproximación basada en la evidencia, por lo que no hay ninguna corriente que actualmente utilice el grito como principal técnica de trabajo. La comunidad profesional en salud mental lo considera una pseudociencia o, en el peor caso, una estafa.

De momento, la expresión de la ira como tratamiento a cualquier trastorno no tiene ningún efecto significativo probado, ni para bien ni para mal. De hecho, el neurocientífico Sascha Frühholz, de la Universidad de Zúrich, afirma que algunos estudios apuntan que si algo parecido pudiera ser positivo de algún modo, en todo caso sería la expresión de la alegría y el placer, que son más relevantes para el ser humano y refuerzan las relaciones interpersonales. Además, la terapia del grito parte de la idea –parcialmente errónea– de que los acontecimientos traumáticos que ocurren en los primeros años de vida se almacenan como complejos mentales y corporales que solamente pueden liberarse gritando.

Por otro lado, hace casi 30 años se preguntó a 140 psicólogos norteamericanos sobre la validez de los tratamientos psicológicos vigentes y su uso práctico. Aquello que suscitó mayor confianza fue la terapia cognitivo-conductual y los medicamentos antipsicóticos, mientras que los enfoques más cuestionados fueron la programación neurolingüística, la bioenergética, la terapia aversiva y la terapia primal. ¿Significa esto que no pueda ayudar a ningún paciente? No, pues algunos (como John Lennon) sí han declarado un alivio de síntomas. Sin embargo, son datos anecdóticos, es decir, casos demasiado aislados como para generalizar sus efectos y tomar acción al respecto. Del mismo modo, otros pacientes han manifestado un empeoramiento de sus síntomas tras este tipo de terapia, y no por ello puede decirse con rotundidad que, en general, tenga efectos adversos sobre la salud.

Lo más sorprendente de todo es que John Lennon empezó su terapia de grito, pero nunca la acabó. Arthur Janov, que fue su psicólogo, dijo que «le habíamos abierto pero no habíamos tenido tiempo de recomponerle. Había que trabajar mucho más para llegar a la raíz de su ira. Calculé que tardaría al menos otro año». No obstante, en lugar de dedicar ese año entero a los gritos para canalizar sus traumas, tal como le habían recomendado, el músico de Liverpool prefirió centrarse en un proyecto también controvertido, como el de Janov, pero este se llamó Plastic Ono Band.

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