Siglo XXI

Los goles que nos ha metido la IA

Tememos que «nos la cuelen» cuando se trata de inteligencia artificial. Pero no se trata de un temor infundado: su sofisticación cada vez mayor nos ha convencido en varias ocasiones de que ciertas mentiras eran verdaderas.

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
16
abril
2024

A comienzos de este año, la incógnita sobre qué estaba pasando con Kate Middleton se convirtió en el misterio viral de la temporada. Desde que la princesa de Gales anunció su baja médica en enero, las redes sociales y los medios se lanzaron en una carrera por «descubrir la verdad». Cuando la Casa Real británica publicó una fotografía de la princesa y sus hijos, algunas reacciones virales sostenían que la foto había sido generada con inteligencia artificial. Esta historia dice mucho sobre los efectos de una mala comunicación de crisis, las ramificaciones de una sociedad hiperconectada y la rapidez con la que se propagan teorías conspiranoicas, pero también demuestra el temor casi instintivo a que la IA «nos la cuele». Por cierto, aunque la foto no había sido creada con IA, sí había sido alterada con algún programa de edición.

Las aplicaciones de IA se han convertido en uno de los grandes saltos tecnológicos de la década, y se espera que cambien por completo lo que está por venir. Encontrar las fronteras entre lo real y lo que no lo es se está volviendo cada vez más difícil con la IA generativa. Cada vez es más eficiente y sus resultados más afinados, lo que hace que cueste más encontrar la frontera entre la verdad y la mentira.

Otro de los grandes virales de lo que va del año fue lo que ocurrió con la Willy Wonka Experience. El estreno de la película Wonka era la excusa para un espectáculo inmersivo en Glasgow con entradas caras, la promesa de ríos de chocolate y escenarios vistosos e instagrameables. Pero, cuando los visitantes llegaron allí, se encontraron con un galpón decorado de modo cutre y sencillos vasos de limonada: todo lo que les visto en la web de cómo sería el evento era una fantasía creada por una IA. En este caso, la IA había creado unas expectativas muy lejos de la realidad, pero que podían desmentirse fácilmente. Quienes compraron la entrada se dieron de bruces con el engaño. El problema aparece, especialmente, cuando la IA realmente nos la cuela.

Fotos generadas por IA demuestran los desafíos a la hora de corroborar si una imagen es real

Uno de los mejores ejemplos está en la fotografía del papa Francisco vistiendo un abullonado abrigo de plumas blanco de Balenciaga que circuló por redes sociales como si fuera real, hasta que se confirmó que había sido creada por una IA. Era demasiado realista como para no aceptarla como un hecho. Más o menos por esas mismas fechas habían circulado también fotos del «arresto» de Donald Trump, antes de que se demostrara que habían sido generadas por computador.

Dado que la inteligencia artificial se ha ido volviendo más sofisticada, los frutos de la IA generativa se han ido esparciendo por cada vez más lugares. Amazon está lleno de libros escritos con estas herramientas digitales, como demuestra la avalancha de biografías que aparecen en cuestión de horas tras la muerte de personajes famosos. El site ya ha limitado a tres los libros al día que se pueden subir a su plataforma de autopublicación para evitar que su oferta de libros se llene de contenidos generados por IA.

Es uno de los temas de debate: ¿cómo y cuánto se puede emplear la IA generativa? Ahí está también la foto de Boris Eldagsen que ganó un prestigioso premio antes de que se desvelase que había usado IA  –Eldagsen defendió que lo había hecho para abrir el debate, pero el sentimiento era que se la había colado al jurado– o la mucho más pedestre historia del diseñador que gana todos los concursos de carteles municipales empleando la inteligencia artificial.

Incluso cabría preguntarse qué pasa con todas las obras que la IA crea con el «estilo de» aunque solo sea como ejercicio. El pasado otoño, Bad Bunny se hizo viral por su rechaza de una canción que parecía suya pero que había sido creada por IA. «Si a ustedes les gusta esa mierda de canción que está viral en TikTok, sálganse de este grupo ahora mismo. Ustedes no merecen ser mis amigos», les dijo a sus seguidores. La canción no ocultaba que era el trabajo de una IA generativa, pero a los internautas les gustó tanto que incluso estaba acumulando millonarias reproducciones en redes y opacando el último lanzamiento del cantante de reguetón.

En cuanto a la literatura, algunos premios literarios ya han incluido en sus bases que descalificarán toda obra que haya sido creada usando la IA. Pero quizás esto sea ponerle puertas al campo, porque la separación entre lo real y lo generado digitalmente podría volverse cada vez más difusa. La escritora Carmen Pacheco apunta en un hilo en X (antes Twitter) que la IA ya está cambiando profundamente internet y su credibilidad. Y, en este año electoral en gran parte del mundo, preocupa ya cómo la IA impactará a la hora de transmitir los mensajes.

 

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME