Cultura

El salón de Natalie Clifford Barney

La escritora estadounidense afincada en París creó en su salón un epicentro cultural durante más de seis décadas, gracias a sus reuniones donde se daban cita amantes e intelectuales.

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05
abril
2024

En las primeras décadas del siglo XX, intelectuales y artistas como Colette, Tamara de Lempicka o Isadora Duncan se reunían semanalmente en casa de Natalie Clifford Barney, en la Rive gauche de París, para hablar de literatura y divertirse. Barney, polifacética escritora, era declarada lesbiana desde su adolescencia y defensora acérrima de lo que hoy llamaríamos poliamor. Su vida y su salón inspiraron obras como El pozo de la soledad de Radclyffe Hall, El almanaque de las mujeres de Djuna Barnes o, más recientemente, la novela Después de Safo de Selby Wynn Scwartz, en la que se recrean parte de estas reuniones y la historia de todas esas mujeres que amaron y escribieron en libertad antes del estallido de las guerras mundiales con la figura de Safo de Lesbos como punto de fuga común.

La historia de Natalie Barney comienza en el norte de Estados Unidos, en el estado de Ohio, donde nació el 31 de octubre de 1876 en el seno de una familia acomodada. Interesada por la literatura desde niña, muy joven se mudó a París, decidida a dedicarse a su escritura y a vivir libremente su sexualidad. Barney no consideraba que su condición sexual fuera nada raro, y por ello la mostraba abiertamente en su obra, dedicando poemas eróticos a mujeres y teorizando sobre ello en sus ensayos y aforismos.

Barney no consideraba que su condición sexual fuera nada raro, y por ello la mostraba abiertamente en su obra

Son conocidas sus relaciones con la poeta Renée Vivien, Colette y, sobre todo, con la pintora Romaine Brooks, con quien mantuvo una relación intermitente durante 50 años. A todas ellas las recibió semanalmente en las reuniones que organizaba en su salón de París desde principios del siglo XX hasta casi la fecha de su muerte.

El afán de salonnière de Barney la acompañó durante toda su vida: ya en 1904, había intentado fundar en la isla de Lesbos una escuela de poesía para mujeres junto a Renée Vivien, al estilo de la de Safo, aunque el proyecto nunca llegó a salir adelante, y más tarde había empezado a organizar reuniones en su casa de Neuilly.

Trasladada definitivamente a una casa con jardín en la Rue Jacob, en el Barrio Latino de París, allí continuó con sus encuentros, donde recibía a las más modernas intelectuales y artistas del lugar para conversar, leer poemas y novelas en voz alta y asistir a estrenos de obras musicales o teatrales.

A lo largo de los sesenta años en los que tuvieron lugar las reuniones de la Rue Jacob, pasaron por el salón de Natalie Barney personalidades como André Gide, Scott Fitzgerald, T.S. Eliot, Peggy Guggenheim, Sylvia Beach o incluso Mata Hari, de la que se dice que llegó a la reunión montada a caballo y completamente desnuda al estilo de Lady Godiva. Además, en el jardín de la casa se encontraba un templo griego conocido como «Templo de la Amistad», aún en pie, y que también sirvió como lugar de encuentro sáfico y literario.

En 1927, como protesta contra la Académie Française, donde solo se permitía la entrada a miembros varones, Barney fundó en su salón la Académie des Femmes, la Academia de las Mujeres. Fueron nombradas académicas, ente otras, Colette, Gertrude Stein, Djuna Barnes y Renée Vivien.

Ocho años después de la muerte de Barney, fue Yourcenar la primera mujer en ser aceptada como miembro de la Académie Française

Como sucede con la figura de Safo de Lesbos, cuya obra se ve eclipsada en ocasiones por el debate de su sexualidad o su forma de amar, el perfil de Natalie Clifford Barney ha trascendido más por su vida personal que por su escritura. Apenas traducida en España, Barney cultivó una gran variedad de géneros literarios que van desde la poesía hasta el teatro, pasando por la novela, el ensayo y el aforismo. En este último campo, son especialmente conocidos sus Pensamientos de la Amazona, un auténtico tratando de modus vivendi en el que se alterna la expresión poética con reflexiones políticas y apuntes de ética y moralidad. En sus poemas, escritos en inglés y en francés, hablaba de las glorias del amor, pero también de la amistad y del placer intelectual y nocturno. Al final de su vida publicó dos libros de memorias: Souvenirs indiscrets (Recuerdos indiscretos) y Traits et portraits (De trazos a retratos).

Después de la Segunda Guerra Mundial, en la que Barney no se acabó de posicionar políticamente, el salón literario continuó funcionando, acogiendo a figuras de la talla de Truman Capote o Marguerite Yourcenar. Ocho años después de la muerte de Natalie Clifford Barney, que falleció en 1972 por una insuficiencia cardiaca, fue Yourcenar la primera mujer en ser aceptada como miembro de la Académie Française. Se cerraba así el círculo y se ponía punto y seguido a la tradición de mujeres intelectuales. Natalie Barney auspició desde su salón de la Rue Jacob un auténtico paraíso del safismo y la creación que abrió camino para muchas mujeres y ayudó a posicionarlas en su merecido lugar en la historia de la literatura reciente.

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