Cultura

La España de las tres culturas: luces y sombras de una convivencia histórica

España ha sido considerada como un modelo de convivencia entre distintas religiones, aunque su historia está marcada por largas contradicciones. ¿Fue ‘la España de las tres culturas’ un momento excepcional o una manifestación genuina de convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes?

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18
marzo
2024
Manuscrito de las ‘Cantigas de Santa María’. Cantiga 185: el alcalde cristiano de Chincóyar firma la paz con el alcalde musulmán de Bélmez (actual provincia de Jaén).

La historia de España, tierra de conquista y conquistada, la define como un país de gran diversidad cultural y lingüística, con influencias que van desde el árabe y el hebreo hasta el latín. La Edad Media se conoce, en muchos entornos, como una edad oscura por la cultura, el conocimiento y el progreso humano. Bien sea por la represión eclesiástica, el déficit económico o la precariedad de la vida, altamente vulnerable a enfermedades y malas cosechas, esta época histórica siempre ha gozado de una mala reputación y se ha comprendido como un momento de sombra en el humanismo. Pero hubo un período de la Edad Media, conocido como la Era de las Luces, donde cristianos, judíos y musulmanes convivieron de manera no violenta en la península ibérica. Este momento se conoce como «la España de las tres culturas», donde de forma pacífica coexistieron cristianos, árabes y hebreos. Sin embargo, ¿ha sido siempre la convivencia la que ha regido la coexistencia pacífica entre diferentes credos y culturas? ¿O ha sido un periodo de la historia mitificado como un momento de luz en el que también hubo muchas sombras?

Por un lado, los hebreos han sido unos de los pobladores históricos de la península ibérica, y se encuentran restos históricos de su llegada desde la época de los fenicios. Durante la dominación romana se establecieron en la península algunas comunidades, que florecieron a lo largo del período de dominio musulmán, contribuyendo altamente al desarrollo cultural, científico y económico de la región. Después de la conquista omeya de Hispania, que comenzó en el año en el año 711, con la derrota del rey visigodo Don Rodrigo en la batalla de Guadalete, la península inició un proceso de islamización, que dio lugar a la amplia provincia de Al-Ándalus. Se adoptaron entonces una gran cantidad de rasgos de la cultura, lengua e influencia innovadora y tecnológica. Hoy, más de 4.000 palabras de la actual lengua española tienen sus raíces en el árabe, entre las que encontramos ejemplos de palabras tan comunes como limón, hazaña o chisme.

En el momento fueron cuatro culturas: la latina clásica, la mozárabe castellana, la hebrea y la árabe

Durante la era de las luces se vivió un florecimiento cultural sin precedentes en la península, en la que el liderazgo de personas como Alfonso X el Sabio y la Escuela de Traductores de Toledo fueron un adalid de un acercamiento e intercambio prolífico entre lo que ahora serían las tres, pero en el momento fueron cuatro culturas: la latina clásica, la mozárabe castellana, la hebrea y la árabe. La escuela, que pretendía ser la continuidad histórica de lo que había sido la Escuela de Alejandría en su momento, acercó las posiciones de la intelectualidad y de algunos de los líderes políticos y sociales de la época. Los intercambios no fueron solamente en materia de escritura, sino también en disciplinas como la filosofía, la ciencia, las artes, la arquitectura o la literatura. Además de Toledo, ciudades como Córdoba o Granada fueron grandes espacios de tolerancia religiosa e intercambio de conocimiento.

En esa época, la península estaba dividida en Al-Ándalus, el reino de Asturias y las comunidades independientes de judíos, llamados sefardíes. Durante la reconquista, los cristianos fueron recuperando lentamente posiciones en el territorio islamizado, hasta que su dominio fue mayoritario en la península y, en 1492, se instauró el reinado de los Reyes Católicos en todo el territorio ibérico. Si bien ese momento brindó una gran esperanza en el acercamiento de las tres culturas principales, algunos acontecimientos históricos como la posterior persecución de algunas comunidades, los conflictos interreligiosos o la discriminación de los años posteriores pusieron esa tolerancia en jaque.

Así, momentos como la masacre de judíos en Sevilla en 1391 o su expulsión en 1492 por los Reyes Católicos con el Edicto de Granada terminaron completamente con ese statu quo que tanto había costado en las anteriores décadas. Con la reconquista cristiana esa paz se rompió completamente, y las comunidades musulmana y judía sufrieron grandes persecuciones, que les dejaron solamente dos opciones: o convertirse al cristianismo o abandonar el país. Libros como Marranos, el otro del otro de Donatella di Cesare (Gedisa Editorial, 2019) son excelentes reflexiones sobre ese momento, que muestran cómo, después del mestizaje y el acercamiento entre culturas, las distinciones se volvieron cada vez más ambiguas y el legado sociocultural poco a poco dio lugar a culturas mestizas que aún han llegado a nuestros días.

La tolerancia multicultural necesita un respaldo estructural sólido para perdurar más allá de su tiempo

En el siglo XX se abolieron las leyes de discriminación religiosa en España, hecho que hizo que muchas comunidades judías volvieron al país y recuperaran algunas de sus raíces históricas. Un buen ejemplo de ello es el Call Jueu de Girona, donde familias originarias han remodelado los restos y legados de sus comunidades en el área de la ciudad en la que se concentraron antes de su expulsión. También existe la Red de Juderías de España-Camino de Sefarad, que pone en valor los distintos barrios judíos cuyo trazado urbano y arquitectura todavía se conservan. Y, por supuesto, quedan como testigos del esplendor de toda una época monumentos como la Alhambra de Granada, la Mezquita-Catedral de Córdoba o la infinidad de alcazabas árabes que todavía hoy coronan decenas de localidades como Badajoz, Mérida, Málaga o Almería.

La España de las tres culturas representó un complejo período histórico de casi ocho siglos, que mostró la posibilidad de una coexistencia intercultural. Se produjeron avances significativos en el intercambio de conocimientos, pero cuando la política cambió, estos logros fueron rápidamente desmantelados y en gran parte ignorados. Esto demuestra que la tolerancia multicultural necesita un respaldo estructural sólido para perdurar más allá de su tiempo.

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