El viaje hacia la digitalización pasa por la senda de la sostenibilidad

Emprender el viaje de la transformación digital no es solo ganar competitividad y resiliencia, es también allanar el camino hacia un mundo más sostenible. Y es que digitalización y sostenibilidad están intrínsecamente unidas, de tal forma que cada una potencia y complementa a la otra. Según un estudio de Boston Consulting Group (BCG, «Global Digital Transformation Survey») en 1 de cada 4 empresas, la dimensión ESG es la razón de ser del programa de transformación digital y en un 38% de las ocasiones, la sostenibilidad es un criterio fundamental para seleccionar, priorizar y evaluar las iniciativas digitales. La conclusión de BCG es clara: la adopción tecnológica con un propósito u objetivos sostenibles consigue mayores tasas de efectividad en la implantación de estas soluciones, ergo mayores beneficios.

Si lo pensamos, esto tiene mucho sentido en tiempos de «permacrisis», un término tan de moda hoy en día que, según el diccionario Collins, hace referencia a un largo periodo de inestabilidad e inseguridad. Un estado crónico que produce cambios profundos en la economía y en la sociedad, afectando a la calidad de vida de las personas y al mundo que nos rodea.

Digitalización: crecimiento y competitividad

Por eso, la digitalización se ha convertido en un factor crítico para la competitividad de las empresas. En el caso de las pymes, un reciente informe del Observatorio de Digitalización de GoDaddy 2023 revelaba que un 56% de las pequeñas empresas en España considera crucial contar con un alto grado de digitalización para mantener su competitividad. Esta transformación va más allá de la simple adopción de tecnologías; implica una profunda revisión de procesos y estrategias internas. La digitalización ofrece flexibilidad en el trabajo, optimización de tareas y un impulso a la eficiencia de los equipos. Estas mejoras se traducen en una mayor adaptación a los cambios, en innovación productiva y en reducción de costes. Pero no estamos ante algo exclusivo de pequeñas y medianas empresas; administraciones públicas y grandes compañías también se enfrentan al reto de evolucionar o desaparecer.

Un 56% de las pequeñas empresas considera crucial contar con un alto grado de digitalización para mantener su competitividad

Porque la transformación digital presenta desafíos a todos los niveles y una digitalización efectiva requiere de una estrategia integral que incluya la actualización de procesos internos y la formación continua de los empleados en competencias digitales. Y es que, dotar a las personas de capacidades tecnológicas mejorará también su poder de decisión y evitará aquello que decía Ortega y Gasset: «Si no decidimos nosotros, otros lo harán por nosotros… en nuestra contra». Ese conocimiento, además, nos permitirá pasar de ser un país consumidor de tecnología a ser un país creador de tecnología, con el consiguiente bienestar que eso puede traer.

Progreso sostenible

Pero vamos un paso más. Las organizaciones hoy deben hacer una reflexión con el fin de incorporar el propósito en la formulación estratégica y entender que la digitalización está conectada inexorablemente con la sostenibilidad, por lo que, cuanto más sostenible sea la transformación digital, más probabilidades de éxito tendrá.

A modo de ejemplo, la digitalización reduce la necesidad de recursos físicos, como el papel y otros materiales consumibles, disminuyendo así la huella de carbono. Además, la tecnología permite optimizar procesos y sistemas, lo que lleva a una mayor eficiencia energética y a una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. También, la virtualización, la creación de dispositivos, equipos y centros de datos más eficientes, han permitido avances significativos en el almacenamiento de energía. Y estos son solo pequeños ejemplos, pues la irrupción masiva de la inteligencia artificial y, en especial, la generativa, está ya jugando y jugará un papel crucial en la preservación de la biodiversidad, en la salud y bienestar de las personas y en muchos otros campos.

En definitiva, la tecnología permite que el propósito sostenible sea ejecutable, medible y escalable. Debemos pensar que no se trata solo de afrontar las necesidades actuales sino de no comprometer la capacidad y los recursos de las generaciones futuras. Por tanto, poder medir y analizar de forma profunda los datos recopilados gracias a la tecnología y tener una mejor comprensión del impacto ambiental, social y económico de nuestras acciones es crucial para tomar decisiones informadas y responsables en el mundo cambiante, complejo e incierto en el que vivimos.

Transversalizar e hibridar

Ahora cobra más sentido que nunca incorporar la diversidad, la mezcla de generaciones y naciones, la conexión entre áreas y equipos, así como la colaboración con otras empresas, instituciones, gobiernos, organizaciones sociales, universidades, etc, pues los retos son mayúsculos y colectivos; la emergencia climática, la nueva longevidad y el humanismo tecnológico son solo algunos a los que nos enfrentamos.

En otras palabras, las organizaciones que adopten estas tendencias no solo serán capaces de afrontar los desafíos del presente, sino que también contribuirán activamente a la construcción de un mundo más resiliente y ético. Por tanto, transversalicemos nuestras organizaciones, integremos tecnología para impulsar nuestro propósito y subámonos al tren, demos ejemplo, dejemos un legado, sin duda será rentable para todos.

Silvia Baschwitz es directora de Comunicación, Relaciones Institucionales y ESG de Cegid en Iberia, Latinoamérica y África.