Cuanto mejor educados, mejor comidos

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Jorge Ratia

@JorgeRatia

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Yvonne Redin

El 16% de los españoles sufre obesidad, según el Observatorio Global de la Obesidad, lo que sitúa al país como el cuarto con mayor prevalencia en Europa, y el tercero en sobrepeso. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud afirma que el 39% de los niños españoles de siete a nueve años tiene sobrepeso, mientras que la media europea es del 29%. Durante los últimos años, el aumento del acceso a alimentos ultraprocesados, ricos en grasas, azúcares y sal ha motivado un incremento alarmante de enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y otros trastornos crónicos, que explican -parcialmente- el porqué de esos índices en salud pública.

Otra de las principales causas de la mala alimentación se atribuye a la falta de educación en nutrición que, sumada a la cantidad de mitos y desinformaciones que corren por internet, dificulta la toma de decisiones informadas sobre la dieta familiar. Por este motivo, las instituciones públicas y privadas tienen en su mano la oportunidad de impulsar programas que ayuden a adultos y niños a comprender mejor la importancia de una dieta equilibrada, y a detectar ingredientes poco saludables conociendo mejor el etiquetado de los alimentos.

La OMS afirma que el 39% de los niños españoles de 7 a 9 años tiene sobrepeso, mientras que la media europea es del 29%

Desde el año 2005, el Ministerio de Sanidad desarrolla la Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad (NAOS), que tiene como finalidad mejorar los hábitos alimentarios e impulsar la práctica regular de la actividad física de todos los ciudadanos. Entre sus acciones, las más destacadas incluyen el fomento de políticas sostenibles destinadas a mejorar los hábitos alimentarios y aumentar la actividad física en la población, la sensibilización sobre el impacto positivo que tiene una alimentación equilibrada para la salud, la promoción de educación nutricional en el entorno familiar, escolar y comunitario y el establecimiento de un marco de colaboración con las empresas del sector alimentario para promover la producción y distribución de productos que contribuyan a una alimentación más sana y equilibrada. Así, las empresas de alimentación deben asumir su responsabilidad social y ser transparentes en cuanto a la información nutricional y los ingredientes utilizados en sus productos.

La compañía española Dia, referente en el sector de la distribución alimentaria, apuesta por el acceso a la alimentación saludable, que debería estar al alcance de todas las personas sin importar donde vivan o su presupuesto. Para Dia, una alimentación equilibrada es una de las piezas clave para el bienestar individual, tanto físico como emocional. Por este motivo, la compañía ha puesto en marcha el programa ‘Comer mejor cada día’, que quiere contribuir a mitigar las barreras alimentarias y facilitar que una alimentación de calidad esté al alcance de todos, facilitando, además, que toda persona que quiera adoptar unos hábitos saludables encuentre un camino fácil para hacerlo. Esta iniciativa, presente en los cuatro países en los que opera Dia, se articula a través de tres ejes: accesibilidad, para que los alimentos estén al alcance de todos física y económicamente; conocimiento, impulsando acciones que permitan a las personas comprender la relevancia de seguir una alimentación equilibrada; y frecuencia, que implica contribuir a que elegir una dieta equilibrada sea fácil y natural para una persona.

El estudio muestra que las personas tienden a elegir alimentos poco saludables debido no solo a los reclamos publicitarios, sino a sus precios y descuentos.

Dentro de este proyecto, Grupo Dia ha realizado un estudio en colaboración con la Universidad de Zaragoza y Cruz Roja en el que se definen en profundidad las principales barreras para seguir una alimentación saludable entre poblaciones más vulnerables socioeconómicamente. El informe muestra, entre otros datos, que las personas tienden a elegir alimentos poco saludables por su proporción de azúcares, de grasas saturadas, de sal o alcohol, debido no solo a los reclamos publicitarios, sino a sus precios y descuentos. Las conclusiones apuntan a que la educación y el acompañamiento son la clave para la mejora de los principales indicadores de salud, y subraya el reto que supone la adquisición de hábitos de alimentación saludable, más allá del presupuesto familiar. La investigadora Isabel Iguacel, de la Universidad de Zaragoza, cree que existe una barrera psicológica importante en la percepción y comprensión de lo que es una alimentación saludable, y explica que «durante la intervención vimos que, a pesar de contar con un presupuesto suficiente para comprar alimentos frescos y otras opciones saludables, la educación en aspectos nutricionales y otros factores como la salud mental o es aislamiento geográfico hicieron que estas personas no modificaran sus hábitos».

En definitiva, la educación desempeña un papel crucial en el fomento de hábitos alimentarios saludables, y por eso merece especial atención. Por ejemplo, la educación en nutrición puede fomentar la práctica de la alimentación consciente. Esto implica prestar atención a las señales internas de hambre o saciedad, que ayudan a evitar el comer en exceso y promover un enfoque más reflexivo hacia la comida. La educación, por otro lado, debe extenderse a los hogares para involucrar a padres o tutores en la preparación de comidas saludables y enseñar a los niños sobre la importancia de una dieta equilibrada. Esto, a fin de cuentas, sienta las bases para hábitos alimentarios saludables desde edades tempranas.