Medio Ambiente

La alimentación sostenible, esencial en la preservación del planeta

Los criterios sostenibles son fundamentales en la lucha contra el cambio climático de una industria responsable del 12% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

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03
junio
2022

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A menudo pensamos en nuestra salud a la hora de decidir qué metemos en el carrito de la compra o qué servimos en nuestro plato, una dimensión de la alimentación es fundamental. No obstante, existe también otro factor en el que deberíamos poner el foco: el de abastecer nuestra nevera seleccionando los productos que ayuden a frenar el cambio climático y puedan contribuir a proteger nuestro medio ambiente y mantener la biodiversidad.

La alimentación es objeto de titulares y debates en los medios constantemente. Avanzar hacia sistemas alimentarios sostenibles es uno de los asuntos más presentes en la agenda política europea cuando hablamos de la protección del medio ambiente. La celebración del Día Internacional del Medioambiente y de la EU Green Week, que este año se ha centrado en el Pacto Verde Europeo, se convierte en una buena oportunidad para pensar qué es lo que nos jugamos con las decisiones que tomamos en torno a la manera que producimos y consumimos nuestros alimentos. 

La agricultura se ha convertido en una de las actividades humanas que más impacto están causando en el medio ambiente y la pérdida de diversidad. Las cifras son alarmantes: el 80% de la pérdida de biodiversidad tiene como origen las actividades agrarias, especialmente por la deforestación provocada para conseguir nuevas tierras de cultivo o el uso de pesticidas. No solo eso: el sistema alimentario es también responsable del 12% de las emisiones de gases de efecto invernadero, dadas las grandes distancias que recorren los alimentos antes de llegar a nuestro plato, así como del 70% del consumo de agua a nivel global, especialmente para el regadío.

El 80% de la pérdida de biodiversidad está relacionado con las actividades agrarias

En cualquier caso, estos datos son en parte atribuibles al modelo de agricultura industrial o convencional, que si bien ha permitido aumentar la producción y asegurar la alimentación de una población en aumento, lo ha hecho a un precio muy alto. El coste ha sido –y sigue siendo– la destrucción parcial o absoluta de parte del hábitat de muchas especies animales y vegetales que  son, sin embargo, necesarias para mantener los equilibrios de los ecosistemas

Por suerte, existen otros métodos y prácticas agrarias que ayudan a paliar estos efectos al mismo tiempo que nos ofrecen productos más saludables tanto para las personas como para el planeta y sus ecosistemas. La agroecología, por ejemplo, supone una propuesta que va más allá de los modelos que integran criterios de sostenibilidad ambiental como la producción ecológica, aportando un componente social por su enfoque sistémico, ya que además de poner un especial énfasis en la mayor integración posible de la producción y el consumo en un mismo territorio, aplica y difunde la justicia social.

Este modelo, además de prescindir del uso de químicos de síntesis, busca –en palabras de Altieri– «una aproximación más global y holística a los objetivos de agricultura sostenible», jugando un papel clave en la regeneración de los ecosistemas. Este modelo de agricultura, por ejemplo, tiene en cuenta la recuperación de semillas de variedades locales que suelen estar bien adaptadas a las condiciones climáticas y al entorno propio de su lugar de origen, siendo más capaces de hacer frente a las sequías estacionales o a los cambios bruscos de temperatura durante el día. Esta adaptación permite a estas plantas tener una mayor resiliencia frente al cambio climático. Su diversidad genética representa asimismo un patrimonio que nos garantiza una fuente de riqueza para configurar las especies del futuro. Las variedades locales son tan solo un ejemplo de las distintas propuestas que la agroecología ofrece para garantizar un suministro de alimentos a toda la población sin empeorar la emergencia climática, pero existen muchos más.

La transición hacia sistemas alimentarios sostenibles –con base agroecológica y local– es necesaria para que la alimentación deje de ser uno de los principales problemas para la preservación del medio ambiente y se convierta, en su lugar, en una de las principales soluciones. Es importante que desde las instancias de decisión se apliquen medidas que la favorezcan y que sea justa tanto para productores como consumidores. Algunas de estas medidas se recogen en el Libro Blanco de la Alimentación Sostenible en España, una publicación que impulsamos desde la Fundación Daniel y Nina Carasso junto a la Fundación Alternativas para guiar estas decisiones necesarias para asegurar el futuro del planeta.

Cada vez se vuelve más importante caminar hacia una alimentación sostenible en la que prime el producto de temporada y de proximidad. De esta manera, estaremos contribuyendo al cuidado del planeta, teniendo en cuenta el impacto medioambiental en todos los eslabones de la cadena de valor; es decir, desde el campo hasta el plato. Para ello resulta imprescindible trasladar no solo a la ciudadanía, sino también a las instancias de poder, los casos de éxito: así es como se podrá tomar conciencia del reto y de las posibles vías de afrontarlo para que nuestras decisiones ayuden a preservar la vida tal y como la conocemos.


Eva Torremocha es responsable en España de la línea Alimentación Sostenible de la Fundación Daniel y Nina Carasso.

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