Medio Ambiente

España, ¿un país para bicicletas?

Solo cinco ciudades españolas tienen un buen diseño de redes ciclistas, según un estudio reciente. La bicicleta es uno de los pilares de la movilidad sostenible en las urbes. ¿Cómo podría potenciarse su rol?

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16
agosto
2023

No hay nada como ir en bicicleta por la ciudad, sentir el viento en la cara, pasar bajo los árboles y llegar rápidamente a nuestro destino, además sabiendo que hicimos ejercicio y que nos movimos de forma verde. Sin embargo, la experiencia ciclista no siempre es así de idílica: la ciclovía se corta, no está claro por dónde hay que meterse, algunas bicicletas pasan por los andenes, otros luchan por avanzar junto a los coches y otros por no tragarse el humo de los autobuses.

En tiempos de crisis climática y de urgente transición energética, las bicicletas se alzan como un medio de transporte sostenible para moverse por la ciudad. El problema es que no todas las urbes están adecuadamente equipadas para los ciclistas, lo cual no solamente acota las posibilidades de los ciudadanos para contribuir a la movilidad verde, sino que además podría significarles un riesgo.

El informe Smart Cities, publicado por EAE Business School, demuestra que, aunque España es uno de los países con más iniciativas de transporte eficiente, solo cinco ciudades españolas tienen una buena red de vías ciclistas. Es decir que únicamente Vitoria, Valencia, Sevilla, Barcelona y San Sebastián destacan en el correcto diseño de sus redes para el uso de la bicicleta, mientras el resto del país se queda corto en la materia.

Solo Vitoria, Valencia, Sevilla, Barcelona y San Sebastián destacan en el correcto diseño de sus redes para el uso de la bicicleta

Y es que, a pesar de las iniciativas que llaman a que más gente utilice el transporte público, se mueva en bicicleta y deje de un lado el coche, según el anuario estadístico de 2022 de la Dirección General de Tráfico (DGT), el parque nacional español cuenta con 35,6 millones de vehículos, incluyendo turismos, motocicletas, camiones, autobuses, furgonetas, industriales, entre otros.

De acuerdo con la Encuesta de características esenciales de la población y las viviendas del Instituto Nacional de Estadística (INE), si bien en Barcelona solo un 24% de los consultados conduce su propio coche para ir a trabajar, en Madrid el porcentaje alcanza el 43%; en Sevilla, el 53%; y en Málaga, el 56%. En total, 11,7 millones de españoles y extranjeros residentes en España utilizan el coche particular para desplazarse hasta su lugar de trabajo. No por nada el estudio Smart Cities afirma que el gran reto urbano es lograr compatibilizar el aumento de los carriles bici en las ciudades con la circulación y el aparcamiento de los vehículos privados.

Una de las herramientas más eficientes para lograr desplazamientos más verdes es la posibilidad de que los ciudadanos utilicen medios de transporte compartidos. Por ejemplo, Madrid, Andalucía y Cataluña son las comunidades autónomas donde más se dispone de flotas de bicicleta y de patinetes eléctricos con sistemas que permiten esta modalidad de uso. Así, según el informe, España se ubica en el tercer lugar del mundo en número de bicicletas compartidas, solo detrás de China y Francia.

La bicicleta es un medio de transporte eficiente y rápido, ideal para los desplazamientos cortos. Pero no solo eso. Mejora la salud pública pues contribuye a reducir las emisiones y el ruido que produce la movilidad dentro de las ciudades. Además, reduce los atascos, disminuyendo la contaminación atmosférica –que según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) es el mayor riesgo medioambiental para la salud en el continente– y ayudando a que los espacios urbanos sean más ecológicos y saludables.

Como si fuera poco, andar en bicicleta ayuda al buen funcionamiento cardiaco, al desarrollo muscular y a la producción de endorfinas, excelentes aliadas contra el estrés y la ansiedad. En general, mejora la calidad de vida, pues como afirma en entrevista con Ethic el experto en movilidad Charles Montgomery, «las personas que caminan, se mueven en bicicleta e incluso toman el transporte público son más felices que las personas que conducen automóviles solas; son más productivas en el trabajo, optimistas y enérgicas y tienen mejores relaciones con las personas en la calle».

La transición energética es uno de los pilares de la Unión Europea para los años venideros y favorecer los desplazamientos en bicicleta podría significar un cambio superlativo para la sociedad europea. Por eso, resolver el problema de infraestructura, eliminando los obstáculos que dificultan el uso de la bicicleta, como el déficit de carriles bici y aparcamientos, es fundamental para construir ciudades más felices y bajas en carbono.

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