Cultura

«Grabar me ayudó a atravesar el dolor que me generaba que mi abuela estaba dejando de ser ella»

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17
agosto
2023

¿Cómo guardar los recuerdos cuando un ser querido pierde la memoria? ¿Cómo capturar no lo que se va sino lo que permanece? En ‘Toda una vida’, su primer largometraje, la directora valenciana Marta Romero muestra la historia de Paco Coll y Trini Muñoz, sus abuelos, el Alzheimer de ella y el amor de él que permanece tras varias décadas de matrimonio. El filme ganó el premio a la Mejor Película en DocsValència y fue seleccionado en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias y en D’A Film Festival. Hablamos con la directora.


Filmaste durante 12 años la relación de tus abuelos y el avance de la enfermedad de tu abuela. ¿Cómo fue el proceso, no solo de grabación durante tanto tiempo, sino también a la hora del montaje ver más de una década de la vida de tu familia y también la tuya como nieta?

Al final grabando han sido un montón de años, aunque no todos los años con la misma intensidad. Yo tenía 21 años cuando empecé y estaba estudiando. Las grabaciones primeras son, se podría decir, amateurs y la cámara al final acaba siendo un miembro más de mi familia. Luego cuando te pones en una sala de montaje y ves todo ese metraje –teníamos casi 200 horas–, vuelves a ver esas imágenes y aprendes de tu familia, de ti, de los comportamientos y los roles familiares que hay, que cuando las cosas están pasando no ves, pero luego con perspectiva sí. De montaje estuvimos un año, solo visionando dos meses y medio, así que ha sido un proceso lento y complicado. También ,mi abuela estuvo enferma durante muchos años y, por tanto, había mucho material donde ella estaba bastante vulnerable; esta línea tan fina de cuánto enseñas de una persona que tampoco puede decidir lo que le gustaría que se enseñe de ella. El paso del tiempo fue un reto. Hay tres imágenes, tres habitaciones, que en realidad son cuatro años de la vida de mis abuelos, que para mí son los más complicados.

«Mi forma de trabajar al final se convierte en una necesidad: tengo un problema para comunicarme mediante la palabra»

Al respecto de la cámara como un miembro más de la familia, Toda una vida es también la representación de la cámara como forma de capturar los recuerdos, de hacer que duren un poco más. ¿Es la fotografía una forma de apropiación de lo perecedero?

Mi forma de trabajar al final se convierte para mí en una necesidad. Tengo un poquito de problema para comunicarme mediante la palabra; entonces muchas veces me he preguntado por qué empecé a grabar esto si total yo tenía una relación muy estrecha con mi abuela, fue como una abuela casi madre. ¿Por qué estaba grabando a una persona que quiero y he querido tanto, que lo único que iba a hacer era buscar estar un poco más lejos y quizá ver cosas de ella que no sé si eran muy agradables? ¿Qué estaba buscando? A día de hoy tampoco lo sé. Lo que sí me he encontrado y me hace reflexionar a nivel personal tiene que ver con los cuidados y con esta cosa que descubrí mientras estaba grabando: que mi abuelo la ha cuidado hasta el final, algo que me impresiona y me hace reflexionar mucho acerca del amor.

Justamente el documental muestra un amor que se mantiene a pesar del paso del tiempo, a pesar de la enfermedad, y plantea la cuestión, doméstica e íntima, de los cuidados. Estos se han visto tradicionalmente desde la feminización, con las mujeres como cuidadoras de otros, pero aquí es Paco quien cuida a Trini. ¿Qué dice esto sobre el tema de los cuidados?

Con lo que tiene que ver a nivel de género, es cierto que al final siempre ha sido la mujer quien ha cuidado más; yo así medio en broma, medio en serio, siempre digo que si mi abuelo Paco, sin quererlo, se ha podido deconstruir… Porque al final mi abuelo era un señor que tampoco es que planchase ni cocinase, pero se adaptó a la circunstancia de que mi abuela ya no lo podía hacer y él, sin que nadie se lo pidiese, se puso a cuidarla, a cocinar, con ayuda de mi madre y sus otros dos hijos. Entonces, si un señor de 88 años puede, pues creo que todos y todas podemos.

«Yo así medio en broma, medio en serio, siempre digo que si mi abuelo Paco, sin quererlo, se ha podido deconstruir»

Porque hay también una suerte de doble vía entre el cuidado y el recuerdo: es Paco quien recuerda y quien recuerda es el que cuida.

Totalmente, o sea, más allá de mi abuelo –que evidentemente es el que más la ha cuidado– el resto de la familia. Al final esta película la hemos hecho un poco entre todos. Yo me siento muy afortunada porque mi familia me ha cuidado un montón y siempre han querido que esta película se llevara adelante. Y a mí me parece curioso también el crecimiento, el personaje de mi primita, Aitana, que es ese bebé que se ve al principio, que luego es una preadolescente. Mientras una nena está creciendo y está aprendiendo a vivir, mi abuela está decreciendo, cada vez la tenemos un poquito más lejos. Hubo un encuentro muy bonito entre ellas. Mi abuela iba a la Unidad del Respir y pintaban mucho para ayudar a recordar y no perder la psicomotricidad. Y fue mi abuela quien le enseñó a pintar a mi primita. A mí me daba pena, «jolín, mi prima nunca conocerá a nuestra abuela como era», pero pudo compartir eso. Ahora ella es una adolescente y se acuerda de que su abuela le enseñó a pintar.

Quienes hemos tenido un familiar con Alzheimer sabemos lo difícil que es ver cómo un ser querido empieza a cambiar ante nuestros ojos. Es como un «des-reconocimiento» de ida y vuelta: la persona con Alzheimer no nos reconoce a nosotros, pero nosotros a ella tampoco, porque aunque vemos que es la misma persona, ya no habla ni se comporta como la conocíamos.

Totalmente, en ese sentido yo creo que el entorno intenta no dejar que nos olvidemos de cómo era. El ejemplo de mi primita: transmitirle cómo era nuestra abuela. O mi abuelo, con sus cuidados, ese no olvidar lo que le gustaba; mi abuela era una señora muy coqueta, entonces en la película pues está el que la peine, el ponerle lo que a ella le gustaría. Al principio ella se echa la colonia, pero luego no puede, entonces él le pone. Creo que, en el entorno, si tenemos esa posibilidad y ese tiempo, ayudar a que lo que a ella le gusta pueda mantenerse de alguna forma.

Decidiste registrar todo lo que pudieras: reuniones, celebraciones, momentos cotidianos, otros dolorosos. ¿Cómo es la experiencia de grabar lo doméstico, lo íntimo, que a veces es tan sutil?

A ver, es complicado. Como experiencia yo creo que a mí en realidad grabar me ayudó a enfrentarme o a atravesar el dolor que me generaba que mi abuela estaba dejando de ser ella, en cada visita que hacía a mi pueblo. Supongo que sería mi forma de sublimar eso. Yo al final no tenía muchas intenciones, sobre todo al principio, que es la etapa más doméstica. Muchas veces la cámara rodaba sola, yo la dejo aquí, me voy a tomar un café y vuelvo. No había intención de «ay, grabaré esto porque esto significará lo otro». Pero más adelante sí, pasados los años y con la entrada de la productora, ya era un proyecto, digamos, profesional. Al principio ni búsqueda, o al menos no de forma consciente. Y creo que por eso es tan íntimo y tan de verdad, porque era tan inocente. Fue más enfrentarse a visionar y a montar esas imágenes. De hecho, al principio cuando nos pusimos a montar me producían bastante rechazo por esta cosa de «qué mal rodado está», ver a esta chica, Marta, a mí misma, más jovencita. Luego me reconcilié y creo que es el metraje más sincero y más válido, que da igual cómo estaba rodado porque tiene cosas que luego no he podido falsear, como que mi abuela hable o una situación familiar donde estemos todos. Es el material que, a día de hoy, más me gusta, sobre todo por poder oír a mi abuela, su voz.

«Cuando veo la ‘peli’ no me quedo tanto con el Alzheimer, sino con que es esa historia de amor, esa capacidad de amar que tiene mi abuelo»

El Alzheimer es la principal causa de deterioro cognitivo del mundo; cada año se diagnostican cerca de 10 millones de nuevos casos y se sabe que, una vez diagnosticado, va a empeorar con el tiempo. ¿Cómo ha sido la experiencia de plasmar –y luego ver– esta enfermedad en pantalla?

A mí lo que me pasa es que cuando veo la peli no me quedo tanto con el Alzheimer, sino que me quedo con lo poquito que yo descubrí haciendo esta película, que es esa historia de amor, esa capacidad de amar que tiene mi abuelo, esa voluntad de querer estar con ella, cuidarla. Entonces, solo veo que sí, que uno de los personajes, en este caso mi abuela, está atravesada por esa enfermedad, pero no sé si lo veo tanto como una película del Alzheimer, ¿sabes?, sino como una película de amor. De hecho, yo no quería hacer una película de Alzheimer, porque creo que sería muy compleja y tampoco quería entrar mucho en eso. Al final, yo lo que descubrí es a este personaje de mi abuelo. Hay una cita al principio que realmente es un poquito lo que representa la película: yo no descubro lo que se va, sino lo que se queda. Tuvimos una proyección en el festival La Gran Pantalla –que tiene temática de gente mayor– y fue un coloquio muy bonito, donde la gente se abrió un montón. Esta cosa de que, cada vez que se pasa, de alguna forma mi abuela está ahí con nosotros me parece mágico. Aparte, nos pudo acompañar mi abuelo también, entonces acaban siendo proyecciones bastante emotivas. Habló, por ejemplo, una señora que era la segunda vez que veía la peli, y la gente comparte mucho sus experiencias, no tanto de la enfermedad, sino del cuidador.

Es que se dice que las grandes historias muestran una historia particular que en el fondo es universal. ¿Es esto lo que se ve en Toda una vida? ¿Crees que en la historia de tus abuelos se demuestra la universalidad del amor, de los cuidados, la voluntad de resistir ante la pérdida?

Sí, gracias por lo universal, porque al final es muy complicado: querer hacer algo universal es muy ambicioso. Pero en ese sentido, pues sí, a partir de este hecho y de cómo mi abuelo la apoyó, que es lo que a mí más me sorprendió haciendo la película: descubrirlo a él, descubrir cómo se puede cuidar así. Yo, normalmente, cuando me preguntan, también digo que si alguien está en esa situación y no tiene esa capacidad o ese tiempo, no quiero que nadie se pueda sentir mal viendo la película, porque tampoco puede tener esa capacidad que tiene mi abuelo, ni el tiempo, ni las ganas. Las vidas de cada uno son muy complejas. Pero sí que es admirable este amor de toda la vida, además ahora que, como dicen en la película, los jóvenes se juntan, se separan… A mí este amor incondicional me ha llamado la atención.

Hay una escena muy simbólica de tu yayo editando las fotos para que Trini no vea las fechas. ¿Es en esto que se juegan las relaciones humanas, en los pequeños detalles para hacer que la vida de la otra persona sea un poco más fácil, mejor?

Totalmente. Hay muchos pequeños detalles en esta peli, principalmente por mi abuelo, pero también del resto de la familia. Hay este ejemplo de las fotos, además con esa minuciosidad que lo hace, pero luego esta cosa de que cada día, religiosamente, le lleva su bebida energética, porque mi abuela no tomaba agua desde hacía muchos años y solo se hidrataba así, esa latita que representa, al final, esos cuidados. O estar simplemente a su lado; mi abuela estuvo muchos años sin hablar, entonces él estaba a su lado, pero no conversaba, solo cogidos de la mano, y estaba bien. Detalles mucho más cotidianos: creo que eso es el amor. Porque han sido dos personas que al final se han complementado muy bien, pues han podido estar juntos toda una vida.

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