Cultura

Entre la Niebla de Unamuno

‘Niebla’ es considerada la obra cumbre de la trayectoria literaria de Unamuno. Un ejemplo perfecto de ‘nivola’ en la que se aborda de forma simbólica la situación de España.

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18
agosto
2023

El escritor bilbaíno Miguel de Unamuno escribió Niebla en 1907. No sabía que cuando se publicó por primera vez siete años después terminaría por convertirse en una obra canon de la literatura europea del siglo XX. A lo largo de las páginas del libro, Unamuno amalgama sus dotes hacia las letras con su vocación filosófica siendo capaz, además, de trazar un puente entre la búsqueda de novedad en la trama, sin renunciar a la tradición realista, de la que bebió directamente el autor vasco. ¿Qué hace a Niebla una novela tan especial y tan atractiva?

La pérdida de España de la guerra contra los Estados Unidos en 1898 había ocasionado un gran trauma en la nación. La idea expansionista de España era la anexión: los nuevos territorios conquistados pasaban a formar parte del país. Es decir, más allá de los abusos de encomenderos y terratenientes a lo largo de la historia de las Américas, España solo entró de lleno en la carrera colonial, entendida como el modelo del resto de la Europa decimonónica, precisamente, cuando Cuba, las posesiones del Pacífico y Puerto Rico pasaron bajo dominio estadounidense.

España quedó confinada en la Península Ibérica y las islas Canarias, la guerra colonial en el Rif estaba siendo una masacre y los ánimos, en la metrópoli, eran herrumbrosos: por un lado, una monarquía apoyada por la aristocracia y una parte de la burguesía; por el otro, un ideal republicano sufragado por una porción de la burguesía, la más europeísta, y las clases populares y obreras. La proclamación de la Segunda República y la posterior guerra civil en 1936 que vino después es historia.

En este contexto de esperanza, decaimiento y cambio social se fraguó la escritura de Niebla. En 1907, cuando Miguel de Unamuno la terminó de escribir, el autor español había sido nombrado rector de la Universidad de Salamanca y se había sumergido en la obra del filósofo danés Søren Kierkegaard, el primer gran existencialista, quien le marcó para siempre.

El dúo protagonista de ‘Niebla’ también posee una significación simbólica, la de España

No es de extrañar, por tanto, que Augusto Pérez, protagonista de Niebla, sea un joven afortunado que no valora su propia suerte. Adinerado, con cierta capacidad de seducción sobre las mujeres y bien llevado se siente, en cambio, perdido en la vida. La existencia angustia sus pasos, nada le satisface. Sus conversaciones con su amigo Víctor Goti le han hecho cuestionar su apacible y rutinaria vida. Sin embargo, mientras que Augusto se ve cada vez más atrapado por la sensación de inconsistencia, Víctor centra su camino cuando nace su hijo y se convierte en padre de familia.

Ambos personajes representan, por un lado, el habitante de la primera mitad del siglo pasado y también, salvando las distancias, de nuestra época: descreído y en plena transformación social, la necesidad de decidir continuamente emascula su instinto y angustia su voluntad. Víctor sirve de elemento catártico para Augusto, pues él extrae al joven burgués de la vida irreflexiva y le sitúa en una continua revisión de cada uno de sus aspectos. Pero mientras que para Augusto esta revisión posee una dimensión metafísica, para Víctor, en el fondo, son reflexiones superficiales que terminarán en cuanto su vida se encauce. El dúo también posee una significación simbólica, la de España, encarnada en Augusto, que un día «despierta» de su propia visión del mundo por una Europa u Occidente, Víctor, que piensa, se hace preguntas y que únicamente busca su lugar. Una posición que pierde España cuando muere lacónicamente, como el personaje de Unamuno, inventado, roto, ficticio.

El cambio de rol en la mujer también está presente en la obra. Eugenia representa el rol femenino que comenzaba a tomar fuerza a principios del siglo XX: sin tener como meta el matrimonio, libre en sus aspiraciones. Por el contrario, Rosario representa a la mujer tradicional conforme el canon decimonónico. Augusto, que se prenda de cada mujer bonita que deambula ante sus ojos, enamora a Rosario, pero corteja a Eugenia, quien primero lo rechaza y después, por conveniencia, le acepta. Cuando abandona definitivamente a Augusto para regresar con su novio Mauricio le recomienda que rehaga su vida con Rosario, quien verdaderamente le ama y le desea.

La niebla mental en la que habita Augusto permite a Unamuno construir una novela cargada de ideas y matices filosóficos. Niebla es una novela profundamente existencialista donde su protagonista, una vez va tomando conciencia de las implicaciones profundas de la existencia y queda extraído del mecanicismo social, se inhabilita para la vida feliz en la época que le tocado en suerte. El sentido del amor, del trabajo, de la pertenencia, de la familia e incluso del mundo mismo; pues el momento cumbre de la narración sucede cuando Augusto se decide a pedir consejo a un escritor, el propio Miguel de Unamuno, y este le revela que él escribe su ficción, que Augusto ni cuantos le rodean no existen, sino que son fruto de su imaginación.

En la ‘nívola’ el contenido impera sobre la forma, la psicología y el pensar de los personajes a su devenir

La idea de libertad, muy influenciada por el pensamiento de Baruj Spinoza, queda estrechamente condicionada. Unamuno toma el papel de una deidad discreta que construye el argumento, diegético además, y juega con el devenir de sus personajes, que solo disponen como única libertad el impulso de la propia trama. Es decir, según un suceso tenga más o menos sentido en el relato, así lo decidirá el escritor-dios. Aquí se encuentra la intensa mirada metafísica del filósofo vasco. La salvación, religiosa o no, es contrapuesta un devenir que en multitud de ocasiones parece revelarse como insípido o sin sentido.

La filosofía de Kant y de Schopenhauer también hacen acto de presencia con numerosas pinceladas en la actitud caprichosa de Eugenia, que nada tiene que ver con la libertad, las pequeñas miserias que se ocasionan entre sí unos y otros personajes y, finalmente, la confianza en el propio mundo. Cuando Augusto muere y Víctor regresa al orden humano del mundo conforme ha sido establecido, los personajes hacen mutis para seguir, se sobreentiende, su camino. La vida fluye con la misma fuerza con la que lo hace la muerte. Al final, el sentido de la existencia reside en ella misma. No es tan difícil comprenderla y disfrutarla.

La nivola sigue en vigor

Niebla se convirtió desde su publicación en un libro leído y notablemente abrazado por la intelectualidad y la crítica internacional de la época. La novela ofrecía un modernismo muy poderoso gracias a su potente carga filosófica y al refinamiento estilístico del autor, que había escrito un texto ágil, autoficcional y metaliterario. Además de tratarse de una obra que entretiene y gusta leer era un libro capaz de invocar al ciudadano contemporáneo en sus preocupaciones y ambiciones durante aquella Europa previa a la Gran Guerra. Más adelante vinieron las adaptaciones cinematográficas y su presencia consolidada tanto en el estudio académico como en el acervo popular español.

Para distanciarse aún más de la corriente realista, Unamuno pone en boca de su personaje Víctor Goti el término nivola con el que el escritor pretendió nombrar a su propio enfoque literario. Una serie de ficciones donde el contenido impera sobre la forma, la psicología y el pensar de los personajes a su devenir como observador externo y a la ruptura de los moldes entre realidad y ficción, el tiempo (muy limitado en Niebla) y los límites de la percepción de la existencia.

Unamuno siguió explorando el género en obras como La tía Tula, Abel Sánchez o Amor y pedagogía, entre otros de sus libros. No obstante, la más atrevida de sus obras de ficción fue precisamente Niebla, rupturista, vanguardista al pretenderlo ser y sin querer romper con la tradición, o precisamente por ello. En tiempos de cambio como el nuestro, donde la duda sigue en pleno vigor y la reflexión se hace necesaria, conviene seguir entregándose a la lectura de novelas como Niebla, aún capaces de reflejarnos en el romo espejo de sus letras y de hacernos repensar, como Víctor hace con Augusto, cuál es nuestro lugar en el mundo, tanto individual como colectivo.

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